CAPITULO 8

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Han pasado cinco días desde que Hugo y yo retomamos las cosas, si por así llamarle, hoy es viernes, acabamos de terminar el último programa de esta semana y afortunadamente, ha subido la cuota de pantalla y ya no estoy con los nervios que me produce la bajada de puntos, esto de la tele es así, hoy estamos arriba y mañana quien sabe dónde, pero de momento hay que aprovechar la racha y que el Audímetro­ se siga manteniendo en niveles altos.

Hugo y yo seguimos igual, en la cadena hablamos lo indispensable y nos comunicamos para cosas nuestras por mensaje y en la noche quedamos en su casa o en la mía, pero hoy no hemos quedado porque cuando salí no lo vi, le envié un mensaje, pero aún no me ha respondido.

Acabo de llegar a mi casa y aprovecho para quitar cosas del medio, tengo una señora que viene dos veces a la semana, pero cada vez que puedo voy haciendo algo, porque si no, se me cae la casa encima, recojo mi habitación, saco toda la ropa que he usado en la semana para el cuarto de la lavadora. Al salón también le doy una pasada, así que puedo aguantar hasta el lunes que viene Concha, así se llama la señora que viene desde que vivo en este piso. Suena mi teléfono y es un mensaje de Hugo.

Hugo: ¿Dónde estás?

Ava: En mi casa, ¿Y tú?

Hugo: De camino a tu casa, ¿Me dejas entrar?

Ava: Vale, te espero, Besos

Hugo: Ahora cuando llegues me los da, Abre la puerta ahora cuando te toque

Ava: ¡Hecho! xx

Cuando estoy saliendo de la ducha, un cuarto de hora más tarde llega Hugo voy corriendo abrirle la puerta, si esto sigue por estos derroteros, tendré que hacerle una copia de la llave, pero mejor no, y espero un poco más a ver qué rumbo toma esto, que aún no le hemos puesto nombre.

–Hola nena. –Saluda dándome un morreo en toda la regla, con lenguas enredadas e intercambio de flujos ensalivados incluidos.

–Tenías ganas de verme ¿no? –Digo con sensualidad.

– ¡No te imaginas cuanto! Con esto de que en el trabajo no te puedo besar ni tocar.

–Los dos hemos decidido que es mejor así Hugo. –Digo con pragmatismo.

–Lo sé nena, pero es que recién he descubierto que mi adición es besar a Ava. –Dice mientras me mira.

–La mía es mirarme en unos ojos azules que me quitan el aliento. –Informo pensando de donde me ha salido la vena poética y mirándolo fijamente.

–Pues ya está, ambos tenemos una adición y pensándolo bien, en este sentido las adiciones no son malas ¿No? –Finaliza mientras me pasa el purgar por los labios.

–Nada mala –Contesto.

– ¿Pedimos algo de cenar? –Pregunta cambiando de tema.

– ¿Comida china? –Pregunto.

–Bueno. –Asiente, llamo para que la traigan a casa, mientras Hugo se pone cómodo, si llamamos cómodo pasearse por casa en calzoncillo, porque aquí no tiene ropa, cuando se queda, se va temprano a su piso a cambiarse y yo no seré quien le diga que traiga algo, aun valoro mucho mi espacio.

Pero es un arma de doble filo, porque a cambio tengo que salivar viéndolo boquiabierta con el pelo revuelto como si acabara de follar, un cuerpo que me quita la respiración y ¡Qué culo madre mía! ¿Cuántas sentadillas habrá hecho en el gimnasio? me pregunto.

Se sienta en el sofá y se adueña del mando de la tele, «Hombre tiene que ser» creo que no hay uno que no se adueñe de este aparatito. Tira de mí para que me siente a su lado mientras hace zapping sin dejar ningún canal en específico.

INSACIABLE TUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora