Capítulo Quince: De vuelta a la realidad.

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La guerra por Gina Lawrence fue un baño de sangre durante el cual Margot no dejó de morderse las uñas. Gwen le daba camisetas a todos de Equipo Gwen y Pharrell era terriblemente adorable, pero Adam Levine... Adam Levine tenía mucho sentido de la persuasión cuando se lo proponía. Al parecer un par de ojos verdes era todo lo que una chica necesitaba para aceptar ir al fin del mundo, porque Gina corrió a los brazos de Adam sin siquiera detenerse a pensarlo.

El resto de las audiciones se llevó a cabo del mismo día por bloques con pequeños intermedios en el proceso. Sin embargo, Margot no volvió a mensajear a Adam más que para sugerirle que agregara una que otra voz masculina a su equipo, ya que el cantante parecía tener debilidad por las chicas con voces potentes.

Para el final del día, Margot estaba cansada, hambrienta y sentía que iba a necesitar una semana de silencio total con eventuales terapias de música clásica para que su oído se recuperara de tantos cantantes pop. Ella y Adam salieron del set hablando sobre las posibilidades de Levine para conseguir la victoria del programa esa temporada, pero apenas Margot dejo caer su cuerpo sobre el asiento del Mercedes se quedó dormida.

Adam se rió al girarse en un semáforo en rojo y ver a su copiloto convertida en un ovillo en el asiento del auto. Margot tenía el cinturón de seguridad puesto, lo que limitaba sus movimientos, pero de alguna forma la chica había conseguido descansar su cabeza en una posición nada conveniente para su cuello. Y a pesar de que la chica y él habían comenzado a llevarse muy bien en esos días, Adam seguía pensando que Margot era diez veces mejor compañía cuando estaba dormida. Las facciones de la chica se relajaban por completo y emanaba paz a su alrededor, logrando que Adam bostezara sólo con verla.

Pero primero lo primero, luego de un día tan largo Adam no tenía ánimos de cocinar la cena y seguramente Margot estaba en las mismas condiciones, pero tenía tanta hambre que ordenar a domicilio parecía mucho esperar, así que el cantante decidió llevar a la chica a uno de sus restaurantes favoritos. Y no era su favorito porque fuera la mejor comida de todos Los Ángeles—que sí lo era—, sino porque Adam era amigo del dueño y sabía que sin importar si era la noche más ocupada del año, Chandelier siempre tenía un sitio para él.

Adam surcó las calles que conocía de memoria y llegó hasta un estacionamiento a un par de cuadras del restaurante, ya que estaba seguro de que si llegaba directo a Chandelier, lo más probable era que no encontrara lugar.

—Margot...—Llamó a la chica en la oscuridad justo después de apagar el motor del Mercedes. —Maggie...

La chica se despabiló cuando Adam la sacudió levemente para intentar no asustarla.

— ¿Qué pasa? —Preguntó la chica llevándose la mano discretamente a la cara, esperando no haber babeado mientras dormía de lo cansada que estaba y por la inconveniente posición.

—Vamos—la apuró Adam saliendo del auto y rodeándolo para abrirle la puerta, cosa que no había hecho antes.

— ¿A dónde?

—Corre...—respondió Adam sin decirle que iba a llevarla a cenar sólo para ver si Margot decidía pelear un poco.

La chica salió del auto sin decir nada más y se pasó bostezando mientras ambos bajaban por las escaleras del estacionamiento hasta la primera planta. Salieron al exterior y el aire fresco de la noche le dio a Margot otro empujoncito para despertarse, sin embargo la chica parecía torpe surcando la muchedumbre por las calles de Los Ángeles, así que Adam terminó, luego de poner los ojos en blanco un par de veces, tomándola por la mano para jalarla en una pieza hasta el restaurante.

Una vez fuera de Chandelier a Adam le bastó saludar al jefe de meseros para que éste le consiguiera una mesa al instante. Y si el frío, la gente y el bullicio no habían logrado despertar a Margot, el atrapante olor a comida sí lo hizo.

She Will Be Loved │Adam Levine│Donde viven las historias. Descúbrelo ahora