Querida Mamá:
No sé si sentirme patética o tonta, no sé cómo no lo noté antes. Tú nunca me respondiste una carta, y no entendía la razón. Hasta que llegué. Llegué al aeropuerto y no había nadie, lo que me dolió, pues pensé que por lo menos alguien me extrañaba.
Luego de bajarme del taxi llegué a casa.
No había nadie. Nadie respondía.
Fui al buzón. Ahí estaban todas mis cartas. Ninguna estaba abierta.
Golpee la puerta de la vecina, la señora Flin, ella me abrió y se tapó la boca se largó a llorar, enfrente de mí. Yo no entendía nada.
Cuando se pudo calmar, me invitó a pasar. Sirvió dos tazas de té y me dio una a mí.
Esperé paciente a que hablara. Y al fin me lo dijo.
La tacita de porcelana fina se resbaló de mis manos, estrellándose contra el suelo. No lo podía creer. No podía ser cierto.
Lloré, como nunca había llorado. Cuando la señora me quiso abrazar solté un grito de dolor. Mis brazos seguían magullados. Ella se preocupó. Pero no me importó. Nada me importaba.
Él día doce de enero, tu cumpleaños. Salieron a festejar, como de costumbre al bar de Betto's. Papá había tomado un poco. Pero nadie le dio importancia. Un fuerte temporal se desató cuando salían y aún así decidieron volver.
Un camión se cruzó en rojo por la Av. Colón. Sin poder evitarlo. El auto se estrelló contra el lateral izquierdo de este.
No hubo sobrevivientes. Muerte instantánea. Los cuatro se fueron. Sin decirme adiós.
Salí de la casa de la señora Flin. Corrí hasta nuestra casa. Sin poder parar de llorar busqué por todos lados. Pero no estaban. Era cierto.
Me dormí en la sala de estar esperando que fuera un mal sueño. Una broma. Pero no pasó.
Al día siguiente alguien tocó timbre. Corrí esperanzada de que fueran ustedes. Que se habrían olvidado las llaves. Que estaban felices de verme aquí. Que volvería a ser todo como antes.
Pero nó.
Mi sonrisa se desvaneció al ver a Lucas. Sonriendo cínico en la puerta de entrada.
Comencé a gritar y correr por todas partes. Logré escapar. Pero cuando crucé la calle un automóvil me golpeo. No sé qué paso después. Todo estaba oscuro. Oía voces. Gritos de llanto. Al parecer alguien me llamaba. Era muy confuso.
Hasta que lo entendí. Era tu voz, madre. Fue tu voz la que me dio fuerza para seguir. Desperté en una sala de hospital. A mi lado estaba la tía Med, el tío Ramón, la Abuela... Hasta la señora Flin.
Comprendí que yo era más fuerte. Que podía seguir. Que debía seguir. Por mi familia. Por ti madre.
Pero todo se empezó a nublar. Me faltaba el aire. Una sonrisa cínica apareció entre la neblina. Era Lucas. Miré para un costado. La máquina de oxigeno estaba desconectada. Y unos fuertes brazos me sostenían con fuerza del cuello. Y todo se volvió oscuro nuevamente. Pero esta vez. Para siempre.
Con Amor...
-María.
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Querída Mamá...
Teen FictionQuerida mamá: ...Debo contarte algo... *Esta historia esta basada en hechos reales* Todos los derechos reservados. Esta historia no permite adaptaciones ni copias.