Delirio...

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Cuando desperté tenia una extraña sensación en mi cuerpo, como si algo me faltara o bien, como si tuviese un pequeño hueco en mi mente que no me dejaba pensar claramente. Tome mi teléfono y revise el chat, me alegre mucho cuando vi que tenia un mensaje de ella, tanto que ese hueco desapareció espontáneamente cuando comencé a leerlo.

-Recuerda que hoy nos veremos, estaré esperándote con ansias- Añadió carita feliz.

Sin darme cuenta mi rostro expreso una sonrisa bastante placentera, espontanea y natural. Lo que sentía en ese momento era bastante difícil de expresar ya que nuevamente compartiría ese vinculo con ella. Tome mi teléfono y respondí. 

-Por supuesto, te estaré esperando- con una felicidad mas que obvia-.

Comencé a realizar mis deberes hasta que por fin concluí, me di una ducha y le dije a mi madre que saldría esa noche, que una amiga de hace muchos años me había invitado a pasar la noche con su familia, comeríamos pizza y  jugaríamos vídeo juegos toda la noche, para esto mi madre me dio una respuesta afirmativa, ya con el permiso solo restaba esperar a que el tiempo transcurriera. Sabía que le había mentido a mi madre, al principio me sentía mal por eso pero pronto lo olvide, esta vez me sentía feliz, como si hubiese regresado el tiempo unos años atrás, como si fuera un día en los cuales despertaba, me duchaba e iba a visitarla para pasar con ella un día entero. El tiempo paso demasiado rápido y para cuando observe aquel viejo reloj con forma de luna que se encontraba colgado a mitad de mi habitación marcaba las 8:00 Pm.

    - ¡Rayos!, se me hará tarde-

di un salto repentino de mi cama y me coloque mi mochila, en la cual llevaba un par de libros que me encontraba leyendo al mismo tiempo, saque mi bolsita mágica de el buró que se encontraba justo a un lado de mi cama en la cual guarde dos tachas armany, un cuadro de LSD y un poco de marihuana en una pipa de madera que había reservado para una ocasión especial . 

-Mis libros son bastante buenos y entretenidos para un joven de baja autoestima como yo- pensé.

Me dirigí hacia la habitación de mi madre para despedirme y me puse en marcha para tomar el camión hacia mi destino, mi destino al lado de ella. Salí rápidamente de mi casa  para correr directamente hacia la parada de autobús el cual no demoro mucho en llegar, aborde rápidamente el trasporte y comencé a escuchar un poco de música hasta que por fin llegue a nuestro punto de encuentro, tan solo me demore 5 minutos mas de lo acordado así que supuse que ella estaría esperándome pero, no fue así, paso 1 hora, 2 horas... y ella no llegaba. Era una noche fría y yo había olvidado mi suéter, así que trate de ocultar mis ligeras y continuas agitaciones, una noche con una leve brisa que tocaba hasta los huesos, una noche perfecta para romper un corazón, un corazón que lamentablemente  era el mío. No pude soportarlo más, era tan obvio que ella estaba jugando conmigo, un juego en el cual ella era la única que se divertía armando mis sentimientos y después repentinamente destrozándolos,  me sentía tonto, me sentía engañado, me sentía como un completo idiota, ¿el llorar no arreglaría nada verdad? Y ella jamás llegaría. Ahí estaba yo, un sujeto sentado en una parada de autobús que no pudo contenerse al notar que lo que vivía era un engaño y ademas algo absurdo sin progreso ni continuación. Tome mi mochila que había colocado a un lado mío y me dispuse a irme cuando note que un auto se acercaba, no era el autobús, era un auto particular que sin duda ya había visto antes, mi corazón comenzó a latir más rápido ya que lo que estaba ante mis ojos no era algo que esperaba, no era cualquier auto, era el auto de él, su esposo... 

Se estaciono justo delante de mí, bajo rápidamente, me examino con una mirada tan penetrante que casi sentí que atravesaba mi rostro con un gran golpe, con esos grandes brazos un poco fornidos me tomo del cuello y me mostró el teléfono de ella.

-¡¿Qué clase de mensajes son estos?!- dijo mientras me mostraba el chat de su esposa-¡eres tú el mediocre que se ha estado viendo con mi mujer!, ¡no puedes negarlo, te conozco!-.

No sabía que responder en ese momento así que permanecí en silencio observando sus facciones que se encontraban muy cerca de mi rostro, con ese aliento tan impregnado de  olor a cigarrillo chocando contra mi nariz era imposible no darse cuenta que el era una persona adicta al tabaco, no pude decir nada en esos momentos, todo era verdad y no podía refutar lo que ya era mas que evidente. Gire un poco la cabeza y me di cuenta de que ella estaba en el asiento trasero del auto, observando sin hacer nada mientras su esposo comenzaba a golpearme...  Realmente, fui un idiota, no me defendí, ni si quiera dije nada, tan solo observaba como los golpes llegaban a mi rostro, a mi abdomen y a mis brazos, hasta que por fin parecía haber quedado satisfecho y dejo de golpearme, dio media vuelta y se marchó dejándome la advertencia de no acercarme jamás a ellos nuevamente. En esos momentos no sentía el dolor, tan solo podía pensar en el rostro que tenia ella al verme ser golpeado tan bruscamente por su pareja, creí por un momento que ella  saldría del auto a mi rescate impidiendo así que el siguiese apaleandome sin embargo, ella mostró un gesto desinteresado, frió y bastante placentero, algo que me dolió hasta el alma, parecía que  hubiese deseado que me sucediera eso.

Ahora no sabia lo que sentía, en esos momentos un mar de sentimientos se presento en mi mente para poder darme cuenta de que yo no la amaba, tan solo era un simple capricho mio ya que  el rencor y odio que sentía contra ella eran aún mas grandes que el amor que algún día le tuve. Tome mi mochila, la coloque en mi espalda y estire un poco mis articulaciones pues para este entonces ya me encontraba muy adolorido pero, el dolor es algo que la marihuana puede calmar.

Me dirigí al hotel más cercano para pasar ahí la noche, pague mi estancia y entre a mi habitación, deje mi mochila sobre la cama, abrí un poco las ventanas y saque mi pipa con marihuana, no recuerdo cuanto fume exactamente esa noche pero ciertamente fue demasiado, ya que durante ese tiempo olvide el dolor, permanecí tranquilo en la ducha, mire un poco la TV e incluso me reí de mí mismo, de lo estúpido que fui al confiar nuevamente en ella, hasta que por fin logre concebir el sueño y me quede dormido. Al día siguiente mientras al salir del hotel tome mi bolsita mágica la cual contenía mis ultimas  tachas y  las ingerí, esperando que esta vez me pusieran realmente bien.
¿Que podía esperar ahora de mi? mi corazón estaba roto, mi orgullo destrozado y mi autoestima se encontraba en el subsuelo pidiendo a gritos ser levantado por mi.  A estas alturas era mas que obvio que mi adicción ya era un problema, una adicción que me ayudaba a ocultar lo triste que en verdad me sentía. 


Olor a miel...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora