Barras

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Después de meditarlo un poco, Tobías llegó a la conclusión de que el ambiente no estaba del todo mal. Se había librado de su amigo ebrio, de toda esa gente bailando y había encontrado un lugar menos escandaloso. Además, notaba la mirada insistente de la chica que estaba a su lado, sin embargo, no le apetecía entablar una conversación.

Hostigado, se levantó del asiento y se propuso buscar a su amigo en la pista de baile, y fue allí donde lo halló, ahora bailando con dos chicas diferentes.

Bufó para sí mismo. Regresó a la barra de bebidas y se dispuso a perder el tiempo. Las horas se le habían hecho ya eternas, y eso que él iba para divertirse.

Más bien el pensamiento de que Santiago lo había llevado sólo en excusa para salir él mismo, le inundó la mente.

-¿Tienes la hora?

Estaba más que furioso. Tanto así, que no escuchaba que alguien le hablaba a unos cuantos metros de él.

-Hey...

Giró la cabeza en dirección a la persona que le había hablado, reaccionando así hasta el segundo llamado de dicha persona.

-Sí, ¿dime?- Preguntó Tobías. Era la chica que lo miraba insistentemente.

-¿Podrías decirme la hora, por favor?- Preguntó la chica risueña.

Tobías se arremango su suéter negro dejando a la vista la muñeca izquierda, la cual presumía de un reloj plateado muy bello

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Tobías se arremango su suéter negro dejando a la vista la muñeca izquierda, la cual presumía de un reloj plateado muy bello.

-Son las diez veintiocho- Respondió Tobías educadamente.

-Gracias- Dijo ella, mientras se giraba a mirar la pista.

-Por nada- Contestó.

Tobías no le dio mucha importancia.

-¡Tobías!- Llegó Santiago, riendo escandalosamente mientras se alejaba de las dos chicas- ¡Con que aquí estabas!- Se sentó a su lado- ¿Qué tal te la estás pasando?

-De maravilla- Dijo Tobías sarcástico- Me duelen los pies de tanto bailar.

-¡Lo sabía!- Rio Santiago, abrazándolo por los hombros amistosamente- Es lo que necesitabas...un ambiente distinto.

Hasta la chica miró al escandaloso Santiago con desagrado. Estaba llamando la atención casi de medio bar, y a Tobías no le gustaba para nada.

-Baja la voz- Susurró Tobías apenado, pero Santiago no le hacía caso- ¡Cállate!

El aludido lo hizo.

-Ya Toby...me callo- Dijo Santiago, tratando de aguantar la risa, cosa que no funcionó.

-Imbécil- Tobías lo tomó de un brazo y lo sacó del bar, no sin antes pagar y dejar una muy buena cantidad al mesero.

La chica los miró marcharse, entre desilusionada e intrigada.

Bajo LlaveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora