Pisando tierra

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------------------------------------------------------------Miranda--------------------------------------------------

El día anterior fue la misma decepción de siempre, la misma rutina tonta. No tuve ni un poco de ganas de hablar con mis amigas, las ignoré y no porque no las quiera, sino porque si lo hacía, estaba segura de que me desquitaría con ellas y ahora  no puedo darme el lujo de perderlas por estupideces. Me sentía sola, ellas eran lo único en lo que podía refugiarme.

Cuando entré al salón la maestra aún no estaba y ¿Qué mejor momento para descargarse de todo lo que no se contaron las personas el día anterior? Era un grupo problemático, escandaloso y a veces sentía que era la única que no hacía tanto ruido como para romperle el tímpano a alguien. Rodee los ojos cuando Ever me saludó con su estúpida sonrisa de "Miranda, mírame mírame.", no es que yo sea la gran cosa pero...él simplemente no es mi tipo. Me senté perezosamente en mi banco de madera rayado por los años y suspiré escuchando todas las historias de mi reducido grupo. Vaya, me gustaría tener algo de que platicar como ellas, pero mi vida no era nada interesante, no tenía una enemiga con la cual agarrarme del pelo, no me bañaba en oro como mis tías para andar viajando y no tenía novio así que...ni hablar.

Mi semana transcurrió totalmente monótona, hacía mis quehaceres, de vez en cuando salía por un rico helado con mis amigas y cuando acababa la tarea me ponía a escribir. Pero cuando el día familiar llegó, todo eso parecía nublarse, todo se volvió frío, me convertí en una víctima más del miedo. A mi asqueroso tío le gustaba jugar mucho...a mí no, sabía lo que me esperaba y lo único en lo que pensaba era en el temor de volver a verlo. El problema de todo ese asunto es que nadie quería escucharme y cuando lo hacían, me acusaban de mentirosa o exagerada. Volvía a ser Lunes, cepillé mis dientes todas las veces necesarias para que resplandecieran al igual que una estrella y sumergí mi sucia cara llena de baba al agua. 

Chequé la hora bufando en mis adentros por tercera vez en la mañana.

- Si mamá se levanta te va a matar.- Canturreó Jeff, uno de mis hermanos menores, mientras me pasaba mi ropa al baño. Cerré la puerta con seguro e inicié mis cambio de ropa exprés. Volví a darle una miradita al tiempo y suspiré.

- Una hora tarde.- Chasquee maldiciéndome. Salí del baño hecha una furia andante, mi madre me miraba decepcionada cruzada de brazos contando el tiempo con el pie. Gemí por unos segundos apretando firme mis labios.- En seguida me voy.- Dije lamentándome. Acicalé la correa de mi mochila al hombro derecho y saqué mis llaves para abrir la puerta.

-Alto ahí Miranda, un paso más y te va peor.- Sentí el tono de amenaza ya que a ella solía utilizarlo cuando le urgía regañarme. Di un último vistazo al reloj y maldije mi suerte...otra vez. 

---------------------------------------------------------Jack--------------------------------------------------------------

Miraba el lago de los pensamientos humanos por última vez antes de ir a la tierra y pude ver a la chica con su cara de perro callejero, delante de ella estaban sus padres, la mamá gritaba moviendo mucho las manos apuntando a la chica unas cuantas veces y el padre sólo miraba a la hija sin expresión pasándose una mano por la cabeza. De rato unos chicos menores que ella, que supongo, eran sus hermanos, hacían lo mismo que el padre limitándose a sólo ver el espectáculo. 

El padre al fin habló, movió la boca unas cuantas veces y eso bastó para que la chica comenzara a mirar al suelo mordiendo su labio...conocía esa cara, siempre la ponía en las noches cuando se encerraba en el baño a llorar como la reina del drama que era. Abrió la puerta y se fue limpiando sus lágrimas, escuché lo que sentía su corazón, sentía coraje, maldecía a sus padres, estaba enojada con ellos, al menos ya sabía que teníamos algo en común. 

El hijo de Hades: El dolor nunca fue tan hermoso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora