Abro lentamente los ojos, mi cabeza se siente pesada, tal como si un elefante me hubiera pisado. Está todo oscuro, aunque logro reconocer que estoy en mi cuarto. Intento hacer memoria, solo que no puedo, todo recuerdo termina en el centro de entretenciones, cuando le mencioné a mis gatitos que debíamos irnos a casa. ¿Qué sucedió después? Simplemente no sé cómo he llegado a mi cama, ¿acaso me he desmayado?
-Pensé que nunca despertarías...- Desde la oscuridad aparece una voz grave, una que desconozco. ¿De quién se trata? ¿Acaso estoy siendo interceptado por fantasmas? ¿O es un ladrón? Asustado porque un desconocido se ha metido sin permiso a mi casa, me levanto ágilmente de la cama, o lo más rápido que se puede tomando en cuenta mi panza. Sin pensarlo dos veces, tomo la lámpara de mi mesita de noche y la uso para ahuyentar al malhechor. –Tengo esto entre mis manos y no dudaré en usarlo... Contaré hasta tres y...- Armándome de valor enfrento a aquel sujeto, decidido a proteger a mi familia, solo que sin percatarme, él me tapa la boca con su mano enorme. Este ladrón es realmente un descarado, ¿qué quiere hacer conmigo? ¿Acaso me matará? ¡Ah no, eso sí que no lo permitiré! ¿Quién cuidará de mi papito? ¿Quién le hará la comida a Andrés? ¿Quién se encargará de alegrar la vida de esos tres gatitos asustados? No hombre, de este mundo todavía no tengo pensado irme. Moviendo mí boca como cuando hay asado de vacuno, me las ingenio para morderle los dedos a aquel bandido, para luego gritar como gallina antes de ser desplumada. –¡¡Auxilio!! ¡¡Auxilio, un ladrón!!- Se escucha mi eco por toda la casa y espero que también por el barrio entero.
Como un ejército listo para la guerra, veo ingresar a mi cuarto a toda mi familia. Andrés lleva un garrote entre sus manos, el petizo enseña los puños, mi papito en su silla de ruedas solo atina a mirar mal aquella escena, Álvaro ha sacado dos cuchillos de la mesa, mientras que Mariela un par de tenedores, Lea simplemente observa cómo todos llegan en mi auxilio. -¿Qué te ha intentado hacer este pervertido? Sabía que no venía con buenas intenciones...- Interpela don Carlos, con una mirada certera a quien ha ingresado a mi cuarto. ¿Cómo? ¿Eso significa que ellos lo dejaron entrar?
Las luces son prendidas finalmente y logro ver el rostro de quien he atacado. No, no puede ser él, se suponía que Alberto era una creación de mi mente desolada, ¿cómo es que ahora está frente a mí? E incluso ha envejecido como si fuera un ser real. –Debe ser alguien enviado por Margarita para vengarse de Alejandro... ¿Cómo creen que este guapetón se podría enamorar de mi primo? Sin ofender...- Aparece de la nada Noah, el único que faltaba en mi cuarto. ¿Qué? ¿Acaso me acaba de llamar feo? No es algo que desconozca, pero que lo haya dicho tan enfadado me da un poco de rabia.
Mi mente está en un limbo, el mundo a mi alrededor parece falso, se desfigura y quiebra en mil pedazos, solo quedamos en el vacío Alberto y yo. Cual santo grial, le contemplo con vehemencia, acercando mis dedos a su rostro temiendo que todo sea un espejismo. El primer tacto entre nuestras pieles crea tal conmoción en mi alma, que las lágrimas se desbordan inmediatamente. –No... él es real, esos ojos podría reconocerlos aun cuando hayan pasado décadas...- Señalo simplemente, convenciéndome que me he equivocado y que el chico que conocí en el supermercado, era verdadero. Sus ojos se conectan con los míos, haciéndome recordar aquellas tardes empacando las compras de los clientes, escuchando su risa, contemplando su perfil como si fuera el del mismo Dios. Eras real, toda una vida amándote no ha sido en vano, porque te acordabas de mí y aunque regreses para encontrarte con tu viejo amigo, solo me importa que estés nuevamente frente a mí.
-Cuando llegué a Australia me sentía perdido, era todo un mundo nuevo por conocer... Me fui a vivir a la casa de un tío, en Perth. Ahí comencé a trabajar en todo lo que pudiera hacer un extranjero, como mesero, repartidor, cartero, taxista, jardinero, recolector y un sinfín de oficios que aprendí a la fuerza. Laboraba todo el día, siempre con optimismo y es que debía ahorrar el dinero suficiente para poder costearme mis estudios... Luego de cuatro años, logré cumplir mi meta y me mudé a Melbourne para poder estudiar arquitectura. Debo reconocer que me fue complicado en un principio, la exigencia era alta, solo que no iba a claudicar en aquel momento, estando tan cerca de mi meta... Me titulé, encontré trabajo en una prestigiosa firma de urbanismo, logré nacionalizarme y con mucho esfuerzo, hace tres años, abrí mi propio despacho de arquitectura... Y ahora he regresado al país para cumplir todas las promesas que hice...- Es parte de lo que Alberto cuenta durante la cena, mientras todos le escuchamos con atención. Me transporto a sus memorias, imaginándome todo lo que ha debido vivir, perdiéndome en su melodiosa voz y muriendo cada vez que me regala aquella sonrisa galante.
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Somos Hermosos
Romance"Solemos escondernos, refugiarnos de todos quienes puedan dañarnos. Es mejor no brillar porque el dolor del fracaso nos aterra. Afuera hay muchos demonios que quieren alimentarse de nuestras almas, de nuestra debilidad, esa que nos obliga a borrar l...