capitulo 24 maratón

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Zayn salió de la ducha y encontró una toalla limpia y una taza de café. «Vaya, tengo servicio de habitaciones.» Se colocó la toalla alrededor de la cintura antes de probar el café. «Excelente. La princesita se las apaña con el molinillo y el café en grano. ¡A ver si voy a tener que casarme con ella! O al menos, invitarla a que venga a casa más a menudo.» Y riéndose, se fue hacia su dormitorio. « ¿Pero qué...?» La puerta que daba a su habitación estaba cerrada.

Abrió la que daba al pasillo y se quedó de piedra. El suelo estaba cubierto de confeti rojo, blanco y azul, un confeti que le era extrañamente familiar. Caminó hacía su dormitorio. La puerta estaba cerrada, y colgada del pomo de la puerta había una caja vacía: la caja. La tiró al suelo y puso la mano sudorosa en el pomo. Imaginar el culo desnudo de _____ le excitaba. Se secó el sudor de la mano en la toalla, respiró hondo y abrió la puerta.

«Madre mía. Me ha leído el pensamiento... y ha adivinado mis fantasías.» _____ estaba a cuatro patas, desnuda y sonriente, con el culito hacia Zayn, apoyada sobre los antebrazos y mientras le observaba picarona por encima del hombro. Un cojín bajo sus rodillas le levantaba algo más el culo, que movía como invitándole a penetrarla. Ante aquel culo blanquito y redondo que se le ofrecía tan descaradamente, la polla de Zayn salió disparada de entre los pliegues de la toalla.

-Princesa, no sé si darle las gracias a Dios o al demonio por esto -dijo al tiempo que se pasaba la lengua por los labios; se le habían quedado secos.

_____ sonrió más aún.

-¿Y qué tal si, en lugar de pensar a quién le das las gracias, me das un poco de caña? -preguntó ella señalando su polla con un gesto de la cabeza.

El cerebro de Zayn se debatía con su pene: el primero quería que se quedara quieto donde estaba y que continuara disfrutando de las vistas, el segundo ansiaba penetrar a _____. Se quitó la toalla y la arrojó al suelo, y con dos zancadas se plantó al lado de la cama.

-Ahí tienes todo lo que necesitas -dijo ella, señalando con la cabeza un bote de lubricante, unas bolas tailandesas, una cadena anal, media docena de condones y hasta unas toallitas desinfectantes.

Zayn sonrió. Se dio cuenta de que el tapón anal no estaba entre los objetos seleccionados. «No pasa nada, la primera vez hay que ir poco a poco», se dijo.

-Chiquita, ¿sabes lo deliciosa que estás ahora mismo?

-Quiero estar sexy para ti, Zayn.

Otro hombre no habría sido capaz de percibir el leve temblor en su voz, pero él la conocía tanto ya que lo captó enseguida.

-Princesa, vamos a ir muy despacito. Si en algún momento quieres parar, me lo dices y paramos, ¿vale?

-Vale.

Sus colegas no se habían andado con baratijas cuando prepararon la caja. El lubricante elegido era el Ferrari de los lubricantes. Zayn los había probado de todo tipo desde que era sexualmente activo, desde la vaselina del botiquín de sus padres hasta los clásicos tubos de color azul y blanco que había en la mayoría de las mesillas de noche de las mujeres con las que se acostaba, y aunque resultaba el doble de caro que los lubricantes normales, el Astroglide con efecto calor era menos pegajoso. «Gracias, colegas.» Zayn abrió el bote.

-_____, voy a empezar con un masaje para que te relajes un poco. Te untaré las nalgas con lubricante. Notarás una sensación de calor, pero es normal.

No hubo respuesta; _____ había hundido la cara en la almohada. Zayn puso un poco de Astroglide en cada nalga. «Despacito, Malik...», se dijo. A pesar del efecto calor, _____ dio un respingo cuando el líquido entró en contacto con su piel.

Bad boyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora