Parte sin fecha.

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Abrí mis ojos lentamente, una luz blanca me cegó, tarde unos momentos en adaptar mi visión. Cuatro paredes blancas me rodeaban, y un pitido persistente se escuchaba. Esta no era mi habitación. Esta no era mi casa. Comencé a observar todo a mi al rededor, había un sillón y una pequeña televisión, un tanque de oxigeno y una maquina que marcaba mis signos vitalesEstaba en un hospital, eso era seguro, pero no entendía como había llegado aquí, más bien, porqué estaba aquí.

Llevaba cerca de dos horas consciente, o al menos eso me indicaba en reloj en la pared. Había tratado de mantener la calma, sin embargo, el dolor en mi cuerpo estaba matándome, y la angustia de no ver a nadie conocido comenzaba a atormentarme. En mis brazos había moretones, no podía observar mi rostro, pero estaba segura de que tenía varios raspones, en mi cabeza había un vendaje el cual estaba comenzando a darme picazón.

Me había esforzado por recordar que había ocurrido, sin embargo mi mente estaba en blanco. El último recuerdo que tenía era que estaba cuidando a John en el porche de nuestra casa, y después de eso, nada.

Por la ventana (que daba al pasillo del hospital) vi pasar a una enfermera. Trate de emitir un fuerte grito, sin embargo, mi garganta ardía, y no pude proferir más que un sonido algo parecido a un graznido.

Realice varios intentos, y ninguno tuvo un buen resultado.

Una lágrima rodó por mi mejilla, la impotencia estaba dando paso al pánico. Por primera vez me sentía totalmente sola.

Necesitaba respuestas.

¡Hey, Crush!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora