-Vamos gatita, no estés tan a la defensiva -se burló Cael, su sonrisa juguetona estaba poniendo de los nervios a la chica.
-¿Por qué me quiere tu jefe en su bando?
-Más bien "para qué" -el chico apoyó la espalda contra la pared, cruzándose de brazos. Sus ojos aún brillan azules.
¿A caso iba a atacarla?
Dasha se mordió el labio furiosa. Por culpa de ese maldito collar que bloqueaba sus poderes, no podía patearle el culo y largarse de allí.
-Y ahora, señorita -los ojos de Cael brillaron más de lo que lo habían hecho antes-, buenas noches.
La castaña frunció el ceño al escucharle, estaba confundida. Miró con rabia al moreno, desafiándole con la mirada <<¿Cómo que buenas noches, gilipollas?>> bufó para sí misma. De pronto los párpados le pesaban, sus ojos se cerraban. <<Mierda... otra vez no...>>.
Volvió a desmayarse.
***
Dasha reconocía el paisaje. Si, se encontraba a orillas del lago del bosque de Mina.
-¿Espera, que hago en Mina? -confundida, la chica comenzó a mover la cabeza de un lado a otro, tratando de recordar cómo había llegado allí- No... no lo entiendo... -murmuró- yo estaba...
De pronto sintió como alguien tiraba de su brazo. Al girarse, vio el rostro de un hombre que pensó que jamás volvería a ver.
El asesino de su familia.
-Te encontré, pequeña. Estás dándome muchos problemas -rió malévolamente mientras se aproximaba a ella-. Si no acabo contigo, no cobraré, ¿sabes? -sonrió dando un paso hacia delante-
Dasha intentó soltarse de su agarré. Espera. Esa situación, esas palabras... ya las había escuchado antes ¿Un déjà vu*?
-Pero tu... estás muerto -balbuceó la chica.
El hombre rió.
-¡No tanto como tú! -vociferó el asesino y con agilidad clavó un cuchillo en el vientre de la chica.
***
Dasha abrió los ojos de golpe e incorporándose rápidamente, se llevó una mano a su propio vientre. Todo había sido un sueño.
O más bien una horrible pesadilla.
Aliviada, la de ojos azules se agarró a las sábanas de la cama en la que se encontraba. Echó un vistazo a la habitación y frunció el ceño. Estaba en su habitación.
-¿Qué coño...?
-Vaya, ya estás despierta -la chica giró su rostro hacia aquella voz. Sus ojos brillaron grises cuando vio a Cael apoyado en el escritorio de la habitación.
-Dasha -cuando la chica escuchó aquella voz que tan bien conocía, se calmó. Sus ojos volvieron a ser azules. Giró su rostro nuevamente, encontrándose con Noah apoyado en el marco de la puerta.
El mayor de los Porter caminó hacia ella, y se sentó sobre la cama, acariciando su mejilla.
-Tranquila -el castaño le dedicó una sonrisa de lo más confortable-. Cael no te hará nada, lo prometo.
-Pero él... -miró desconfiada al gemelo de Knox.
-¿Yo que? -preguntó divertido, en su rostro se formó una sonrisa ladina- ¿Oh, te refieres a lo que te conté sobre que trabajo para KAIROS? -hizo una pausa- Es totalmente cierto por su puesto, yo no soy un mentiroso.
Dasha se sentía confundida. Buscó la mirada de Noah. ¿Qué coño estaba pasando? ¿Cómo podía permitir su jefe esa situación? Su propio hermano trabajando para la organización que mató a su propia madre...
-Cael, cállate, vas hacer que se confunda más de lo que ya está -gruñó el castaño-. Verás Dash, sobre Cael... es cierto que trabaja para KAIROS, pero todo tiene una explicación. Cael es el miembro de RIGGERS perteneciente al equipo 7 del que te habló Knox, ¿recuerdas? -la chica asintió- Está infiltrado en KAIROS. Él es quien nos facilita información de la organización terrorista, y quien hackea sus sistemas para borrar huellas... todo lo que es RIGGERS, es gracias a él.
-Podrías habérmelo contado. Primero lo de tu padre y tu abuelo, ahora tu hermano, ¿hay algo más que deba saber? Porque te recuerdo que tu infiltrado -señaló a Cael- me ha secuestrado y puesto un collar de tecnología desconocida que ha bloqueado mis poderes -gruñó la chica mosqueada.
-Sí, lo se, y te pido disculpas por el comportamiento de mi hermano -suspiró el mayor, mirando de reojo a su hermano pequeño-. Cael siempre hace las cosas a su manera.
La chica se cruzó de brazos, mirando directamente al aludido.
-La próxima vez, te golpearé en las pelotas, estén o no estén habilitados mis poderes -amenazó la castaña.
-Guau, así que así eres realmente, Dasha Kana -se burló el de ojos azules-. Una chica con carácter, me gusta -en su rostro se dibujó una sonrisa ladina.
-Cael -advirtió Noah seriamente.
-Está bien, ya me callo.
-Qué pena que no te quedes mudo -bufó la chica.
Noah se levantó de la cama y caminó hacia la puerta. Giró el rostro hacia su hermano, y con un gesto le indicó que le siguiera.
-Dasha, nos vemos en 20 minutos en mi despacho -y dicho esto, los hermanos Porter salieron de la habitación.
-Está bien -susurró Dasha antes de que se fueran y de un salto bajó de la cama y se dirigió al baño, necesitaba una ducha fría.
***
Despacho de Noah
Cuando Dasha entró por la puerta del despacho, parpadeó al ver al equipo al completo. Mirta, estaba sentada en la butaca de espaldas a la puerta, y hasta que la Espíritu no avanzó unos pasos no pudo verla bien. La morena había dejado que su preciosa melena negra azabache cayera por sus hombros de manera salvaje, resaltando aquellos preciosos ojos verdes esmeralda. Iba vestida con su típico vestido negro ajustado, marcando aquellas poderosas curvas que allá donde iba dejaban noqueados a una mayoría infinita de hombres. A su lado, apoyado en el reposabrazos de la butaca, descansaba Siro. Como siempre, el chico, un par de años más joven que ella, se mostraba serio. Sin embargo, a pesar de tener los brazos cruzados sobre su pecho, Dasha pudo apreciar que debajo de la americana negra, el rubio vestía una camiseta ajustada -le quedaba pequeña- que no pegaba ni con cola con el tipo de ropa que solía llevar. La Espíritu pudo reconocer esa horrorosa camiseta; era de Knox.
La chica sonrió, odiaba verlos enfadados. Que Siro llevara su camiseta significaba -o al menos estaba segura- que lo habían arreglado.
Dasha continuó caminando por el despacho en dirección al escritorio, topándose con los gemelos que estaban apoyados contra la ventana. Joder, eran idénticos. Ambos vestidos con el equipaje de combate de cuero negro que marcaba sus exquisitos cuerpos. Si no fuera porque Cael se llevó la altura de los dos, la chica podría jurar que estaba viendo doble.
En el otro extremo se encontraba el jefe. Noah caminó en silencio hasta su escritorio y abrió uno de los cajones. De allí sacó una carpeta de investigación en tonos marrones, y la depositó con cuidado sobre las manos de la chica. Ésta abrió el archivador y le dio una ojeada.