capitulo 16

338 34 4
                                    

"Sus alas fueron rotas prematuramente impidiéndole volar con libertad" 

— ¿Piensas quedarte aquí hasta que despierte? — Escucho la voz de una de "las enfermeras" aún no sé su nombre y he convivido con ellas por meses.

— Eso es lo que planeo.

Las mujeres se acercan a la cama, miro atentamente lo que hacen sin perder ningún detalle.

Están revisando su herida, yo me encuentro sentado en una silla aparte, pero hasta donde mi visión llega, la herida se ve mucho mejor. Aunque es extraño que aún no haya despertado, ¿Tal vez posee otra herida? No, es imposible, ellas se hubieran dado cuenta.

— Se lo que estas pensando Aaron, pero estas olvidando algo. — Dice una de ellas a mi lado.

— ¿De qué estás hablando?

— Nosotras curamos su cuerpo, pero hay algo que solo ella puede Sanar.

— ¿Y eso es...?

— Su alma

Sus palabras me confunden. ¿Qué quiere decir?

— Si ella no ha despertado aún, es porque no tiene la voluntad para hacerlo. En otras palabras, ella no quiere despertar. Mira su herida, ya no está en estado de gravedad.

Eso me desconcierta, pero de inmediato, recuerdo la mirada que ella tenía en mis sueños. Podía percibir en ellos un anhelo de muerte y en cada uno de ellos ella se lanzaba al vacio. Será posible que... ¿No haya sido atacada? ¿Acaso quiso cometer suicidio? ¿Pero por qué la herida fue en su abdomen? Rápidamente alejo ese pensamiento, no tengo que deducir cosas apresuradamente, ella está mejor, en algún momento tendrá que despertar y cuando lo haga yo estaré a su lado.

Duran varios minutos, se despiden de mí y salen de la habitación. Me levanto de mi silla para poder acercarme a ella, tomando asiento en la cama con el único fin de pasar mis dedos por las hebras oscuras de su cabello.

— ¿Así que no quieres despertar? — Murmuro soltando un leve suspiro algo pesado. — No sé si me escuches, pero necesito pedirte disculpas, te trate horrible, estaba frustrado, confundido, no sabía que pensar y al verte ahí no supe que hacer — la miro fijamente —no se siquiera tu nombre, no sé qué creer. Espero que me puedas perdonar, te acuse injustamente sin pruebas, basándome solamente en un testimonio que puede ser mentira. Yo... — Dejo de hablar cuando escucho un fuerte escándalo afuera.

Me levanto abruptamente dado que cada vez se hace más fuerte ¿Qué diablos? Abro la puerta y puedo escuchar gritos de desesperación retumbar entre las paredes de los pasillos, mi corazón late rápidamente contra su pecho al mismo tiempo que mi mandíbula se tensa ¿Qué está pasando? Cierro la puerta detrás de de mi y camino hacia el lugar en donde se oye todo el alboroto. Teniendo un mal presentimiento recorrer cada célula.

Me quedo pasmado en mi lugar cuando veo lo que está pasando al llegar al comedor. Mis compañeros rodeados de Demonios y sus bestias, sangre por toda la habitación, mis ojos captan cuerpos inertes en el piso, el general está peleando con dos de ellos a la vez, se ve cansado y herido.

Un fuerte golpe en mi espalda me hace reaccionar, es tanta la fuerza que soy lanzado lejos pegando contra una pared, suelto un jadeo de sorpresa y dolor por el impacto abrupto. Trato de incorporarme y buscar un arma.  Pero siento como clavan algo en mi muslo que me hace gruñir entre dientes, siendo el dolor ahora opacado por la adrenalina, levanto la mirada algo dolido topandome con un demonio de sonrisa sádica. Trato de aguantar el dolor de mi pierna. Pero algo viene a mi mente, Ella... Está allí sola, el mero pensamiento me hace buscar un choque de energía, quito la daga de mi pierna y la lanzo en la cabeza al demonio, eso lo distrae pero desgraciadamente no lo mata. Me pongo de pie con dificultad ignorando la herida sangrante en mi pierna antes de recordar la navaja que tengo en mis botas, la saco. Él se vuelve a acercar a mí, esquivo su golpe, lo tomo del cuello y corto su garganta rápidamente antes de darle oportunidad de atacar nuevamente, eso no lo asesinara, así que cuando cae al piso con mi pie sano empiezo a aplastar su cabeza, lamentando solo las botas de combate que quedarán impresas de su hedor. Cuando verifico que está muerto me apoyo en la pared jadeante, no pasan ni minutos cuando tengo otro al frente mío, me toma del cuello fuertemente, su fuerza es mayor que la mía aunque trato desesperadamente de quitar su arquerosa mano. Mi vista empezó a ser borrosa cuando dejo de sentir su agarre. Caigo al piso, respiro profundamente tratando de recuperar aire.

Cuando me recupero parcialmente, alzo la vista y me vuelvo a caer contra el piso de la impresión. Ella está frente a mí, ha despertado. Sus ojos me miran fijamente, pero es una mirada inerte. La veo completamente ¿De verdad es ella? Su oscuro cabello negro hace contraste con sus ojos. Se voltea haciendo caso omiso a mi presencia y es en ese momento que veo en su mano el  arma. Observo estático como pequeñas cargas eléctricas aparecen en su brazo y cubren la espada. Esta se transforma en un arco. Abro totalmente mis ojos sorprendido ¿Era eso posible? Puedo ver como le levanta, apunta y suelta. Miro la dirección de la flecha, no la lanzo a nadie en concreto. El arco en su mano se transforma en una pulsera con tonalidad dorada y levanta su mano, mis ojos siguen cada movimiento que hace estaxiado, con su mano dirige a la flecha, esta traspasa la cabeza de varios demonios y los hace polvo ¿Cómo los puede matar tan fácilmente? Recuerdo las palabras del señor "Era sumamente mortal para cualquiera de los dos seres, tanto demoniacos como angelicales" lo que ella está usando debe ser la Mortem pero modificada. Sigo mirando pero un fuerte dolor vuelve a azotar mi pierna, había olvidado la herida, la adrenalina en mi cuerpo hizo que no sintiera tanto dolor hasta ese momento. La Flecha llega a ella, la toma en el aire. Vuelve a transformarse en una espada, varios demonios se acercan a ella como bestias carroñeras, da una vuelta en su propio eje y los corta a la mitad con una facilidad inquietante y en su rostro no se haya ninguna emoción.

Verla así peleando me hace creer más en las palabras del señor, me hace pensar que realmente era El ángel de la muerte. Dando una vuelta en el aire, cae sobre el pecho del último demonio y corta su cabeza. Me mira de reojo, su respiración es solo un poco irregular.  Pero lo oculta rápidamente acercándose a mi.

— Debemos irnos, vendrán más. — Es la primera vez que escucho su voz físicamente y no en un mero sueño.

Ella me toma del brazo al no verme reaccionar rápidamente y me ayuda a levantarme, tomo la osadía de apoyarme en su hombro a causa de la herida que no me dejaba caminar bien. Inmediatamente recuerdo a James y Kela,  estoy a punto de ir a buscarles cuando escucho un llanto detrás de la puerta de cocina e inmediatamente lo reconozco.

Toco la puerta dado que al intentar abrirla esta estaba totalmente bloqueada desde adentro.

— Kela soy yo Aaron.

La puerta se abre inmediatamente y ella se tira sobre mí temblorosa, siento sus lagrimas en mi hombro. Levanto mi mirada y veo a James oculto también allí con un arma en sus manos, al verle me es imposible no respirar aliviado. Kela levanta la mirada y la mira a ella con un brillo en sus ojos que solo derrocha desconfianza.

Su mirada esta puesta en la salida, pero sus ojos parecen muertos. Aunque por el agarre en su espada también puedo deducir que está alerta.

— ¿Qué hace ella aquí?

— Debemos irnos ahora, están cerca. — Dice aún con su atención puesta en el exterior del lugar.

Antes de poder decir una palabra, ella está caminando hacia la salida, sin pensarlo dos veces junto a ella para poder apoyarme nuevamente en su hombro. Kela y James vienen detrás de nosotros. Y en el momento de salir se da una explosión dentro del instituto, llevándose en escombros gran parte de ella. Ante ello aceleramos el paso lo más que podemos o mejor dicho... puedo.

Ella corta la verja con la espada, primero pasan Kela y James, luego nosotros. Se escucha un gran bullicio detrás de nosotros del cuál debemos de alejarnos antes de que el estruendo atraiga más demonios. Nos metemos en el bosque tratando de escapar lo más que podamos. Paramos unos cuantos metros después, yo me apoyo en un árbol para tomar aire, Kela y James hacen lo mismo. Ella ve cautelosamente alrededor nuestro y observo cómo se queda viendo un punto fijamente entrecerrando los ojos.

— ¿Pasa algo? — Mi respiración ya se normalizó, por ende tomó un breve instante para arrancar parte de mi camisa. Haciendo presión sobre la herida de mi pierna, algo que tuve que haber hecho antes..

— Nos persiguen.

Crónica de un pecado (Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora