El club de los corazones solitarios - Jaidefinichon GOTH #GoldenGOTH

Jaime x Nicolás (1/2)

Una vez que se quedó solo, se encaminó a paso lento hacia la barra, apenas pudo pescar un asiento miró con tranquilidad a su alrededor, no tardó mucho tiempo en encontrar a su pololo con la mirada, desde lejos podía notar que su hombre seguía más enojado que la chucha, una risa traviesa escapó de sus labios, sin saber por qué, le encantaba sacar de sus casillas a su novio. Luego de debatirse entre ir o no, decidió a esperar a que Jaime llegara hasta donde estaba él; mientras tanto disfrutaría de un Blue Hawaii, trago que bebía en contadas ocasiones, lo miró atentamente, posteriormente lo alzó en dirección a su pololo, como si de un brindis se tratase, sonriendo con nostalgia no pudo evitar pensar en cómo habían cambiado las cosas entre ambos desde su primera vez en aquel sitio. Recordaba perfectamente el día en que todo comenzó.

Aunque, si lo meditaba con detenimiento, desde que era un niño, querer a Jaime había sido algo tan natural como respirar...

Qué curioso era el poder mirar el mundo, su mundo, a través del tiempo...

Viernes 13 de Julio de 2009

¿Qué será de aquel weón? pensó con un dejo de nostalgia Nicolás, un joven que tan solo dos días atrás cumplió 21 años de edad, desde el miércoles (día de su cumpleaños) recordó a Jaime, un niño ruliento que alguna vez fue su vecino. Repetía en su mente los sucesos ocurridos una y otra vez a lo largo del día, memorizándolos a la perfección.

Oh sí, se acordaba perfectamente de él, un pequeño enojón de mierda bastante irritante, con un humor peculiar; cuando lo conoció tenía 6 años, el día que lo vio mudarse a la casa de al lado se sintió emocionado, de inmediato vislumbro la posibilidad de tener un nuevo amigo, él siempre fue sociable, extrovertido, todo lo contrario a Jaime, aunque que le costó bastante lograr semejante hazaña con tan antipático niño, nunca desistió. Así mismo, la diferencia de edad nunca fue problema alguno (Nicolás era dos años mayor) debido a que ambos encontraron rápidamente pasatiempos en común que les ayudaron estrechar lazos entre ellos; jamás podría borrar de su memoria aquellas tardes de verano en que ambos paseaban alegremente en bicicleta por la cuadra.

Sin lugar a dudas aquellos seis años que vivieron uno al lado del otro fueron los mejores de su vida, irreemplazables; entre miles de juegos y aventuras crecieron juntos, afinando su amistad y ganándose un lugar especial en el corazón del otro, ¿había algo mejor que eso? No, definitivamente no, ambos chicos anhelaban que las cosas se mantuvieran así por siempre; ¡qué injustas suelen ser algunas vueltas que da la vida...!

-Nico, nos mudamos al Sur, nos vamos en una semana -Miró atentamente como su amigo lloraba, no sabía que decir ni cómo actuar; aquellas diez palabras le enseñaron al mayor qué se siente que te rompan el corazón.

Si antes pasaban demasiado tiempo en compañía del otro, esa semana se volvieron más que inseparables; los padres de ambos miraban con preocupación las acciones de ambos niños, como si sus fueran las más despreciables del mundo, no eran capaces de ver la inocencia en los gestos de sus hijos, quienes, a la menor oportunidad que tenían, se abrazaban o tomaban de la mano, intentando en vano que esas acciones evitaran la inminente separación.

Tristemente, el día de la despedida llegó, estuvieron tomados de la mano hasta que la hora de abordar se hizo presente, con sumo esfuerzo intentaban aguantar las lágrimas; mientras los padres de ambos jóvenes se despedían sin prestarles la menor atención, Nicolás miró como Jaime comenzaba a llorar en silencio y él, cómo todo un pendejo de 12 años de edad, únicamente atinó a besarlo, de manera torpe, tratando de acallar el llanto de su amigo, aquel no solo fue el primer beso de ambos, aquel beso fue el punto clave para que esa amistad tan preciada que tenían evolucionara en algo más, algo que tardarían años en descubrir; lamentablemente, la tecnología de ese entonces no era tan accesible como ahora y, como es predecible, perdieron contacto una vez el barbón subió al avión.