capitulo 12

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La charla habia sido agradable y sin sobresaltos, el silencio entre ellas no era incomodo y es más, era dulce. El velador de luz amarilla iluminaba sus rostros cercanos, relajados y parcial a las variadas charlas que allí se daban.

-Creo que debería irme, estás cansada. - Decía Lauren al observar a Camila bostezar y luego viendo la hora. Una sonrisa quiso escaparse de su pecho al ver esos gestos pero, los pensamientos que siempre tenía la sobresaltaban. "Por qué demonios Camila parece una maldita modelo con esta luz? Donde demonios está mi cámara y por que escribiría mil relatos sobre ella y sobre como su lengua toca sus labios?"

-Tú también debes descansar. - Dijo Camila estirándose e interrumpiendo. - Donde estabas? Asaltando a otras pobres señoritas? - Se rió de su propia broma porque vamos, era genial. - Espero alguna vez alguna te patee el culo por ser así de fisgona.

Lauren no dijo nada, simplemente tomó su chaqueta que había dejado sobre la silla y se la ponía, porque no lo sabía, pero el calor que hacía en la habitación de la morena la sofocaba.

Lo que había sucedido antes con Shay la ponía nerviosa, como enjaulada.

-Claro, como tú lo hiciste recién, patearme el trasero. - Guiñaba un ojo a la más chica.

-Créeme que ganas de ponerte en onda no me faltan. No me has dicho, donde estabas? - Camila acompañaba a Lauren escaleras abajo y observaba la ropa que llevaba, ropa de salir, no de hacer consultas sobre matemática a quien sabe qué hora de la madrugada.

-Estaba con unas amigas, en una fiesta. Pero, se tornó aburrido. - Intentaba olvidarse de lo estúpida, y poco inteligente que había sido al aceptar la propuesta de Shay, Shay conocía a sus amigos, y si ella lo deseaba, los rumores que se habían liado correrían como el agua de la montaña y estaría jodida.

Camila sonreía de lado y se sorprendía, el motivo por el que Lauren había irrumpido en su posada no eran las matemáticas, vaya ingenua. También le sorprendía la facilidad con que había descifrado a la ya no tan misteriosa chica de ojos esmeralda que observaba su hogar.

-Estás sola? - Preguntaba Lauren acomodando su pelo que con pequeñas ondas caía, brillante y delicado sobre uno de sus hombros.

-Si, mis padres viajan, mucho para mi gusto, demasiado durante este año. - Camila ponía llave a la jaula donde guardaba esos retorcijones en el estomago que le daban cada vez que observaba las cualidades físicas de su amiga, su boca, sus labios carnosos y rojos, húmedos y listos para la urgencia que arremolinándose dentro suyo quería partirle el pecho.

-Tienes suerte, puedes invitar a Austin. - Se estaba excediendo y lo sabía, testear la paciencia y los huevos que tenía Camila le intrigaba, saber hasta donde era capaz de llegar si se alteraba. A Lauren, en el fondo, le encantaba y la estimulaba que le quiten el control de las situaciones.

-Suficiente. - Sonreía amable la castaña. - Vete de mi casa, o no me lo voy a pensar dos veces.

-Tranquila tigre. - Se burlaba Lauren.

Otra vez esa voz en el interior de Camila, el universo estaba jodiendo con su existencia. "Por qué demonios las luces a su alrededor se vuelven tenues? Por que su palidez, sus gestos y sus ojos... Suficiente".

La voz de Lauren, rasposa, valiente y extremadamente erótica la hacía querer saltar de un quinto piso.

- La próxima vez no lo dudes, dame, lo merezco. - Sonreía amigable y continuaba burlándose del episodio agresivo que había tenido Camila hacia ella.

¿Darle qué? ¿Las escrituras de la casa, su herencia, el peluche que guardaba desde pequeña, su ropa, sus sollozos?

Sin dudarlo dos veces Camila intentó agarrar a Lauren por el cuello de su chaqueta solo para jugar y pisar fuerte, pero por supuesto, Lauren era mucho más ágil y estaba mejor preparada para ese tipo de encuentros, siempre se encontraba alerta y ese momento no era una excepción.

-Muy lenta. - Tomaba la muñeca de la más enana y sin hacerle daño la atrajo hacia ella. - Debería devolverte el golpe, sabes? Y muy fuerte, como para romperte la nariz. - Sonreía una Lauren animada pero cautelosa, sin soltar a su compañera.

-Suéltame. - Dijo Camila seria, Lauren le estaba tocando los nervios que no tenía, pero había algo que no le permitía enojarse y revolearle una piedra en la cabeza. Algo había en esos ojos verdes oscuro que la llamaban a prender esa luz que tanta curiosidad le daba. - Rómpemela, entrenaré muy duro para devolverte el golpe, mil veces más fuerte. You Tiger. - Se revolvía intentando zafarse pero Lauren la atraía más hacia ella.

-No. - Aflojaba el agarre y tomaba ambos brazos de Camila. - Bailemos en vez de que intentes pegarme de nuevo.

-Cómo te gusta hacer el tonto, demonios Lauren. - Aquello sorprendía a la pelinegra que fruncía el seño incrédula. - Caíste. - Camila estallaba en carcajadas y el rostro de la otra se iluminaba. - Eres tan inexperta Jauregui...

-Y tu tan poco hábil... - Atraía a Camila hacia ella y la abrazaba despacio.

El calor que despedía cada una encantaba a la otra, Camila no esperaba ese abrazo, pero lo deseaba, deseaba estar un paso más allá.

Encastrando perfectamente en el cuello de Lauren, Camila se aferraba a él, cerrando sus ojos y queriendo llevarse para siempre el olor del perfume que usaba la pelinegra, mezclado con el olor de su cuerpo y la dulzura que despedía cuando era así, dúctil.

Los pensamientos en la cabeza de Lauren no eran muy diferentes pero quizá un poco toscos, la pelinegra sentía desmayarse, los sentidos le fallaban y quería sollozar en aquellos brazos, débiles pero hábiles y vivos donde ella no se desenvolvía muy bien.

El abrazo duró unos segundos, para ellas dos una eternidad, los cuerpos blandos se contagiaban del calor del otro e inconscientemente, la carne y la sangre amantes se prometían otro encuentro.

Lauren alejaba a Camila y ambas sonreían transparentes.

-Debo irme... - Carraspeaba y se animaba a continuar. - solo vine hoy para decirte que lo siento, lo siento y nunca voy a dejar que te hagan daño. - Tragaba saliva con dificultad, porque no sabía cómo expresarse. Tantas habilidades, tantas cosas aprendidas que no servían para nada si no sabía hablar con los demás.

El corazón de Camila galopaba a velocidades exorbitantes, sus pulmones inflaban y desinflaban, el cuerpo le latía y debía darse un respiro antes de responder o lo único que saldría de su pecho iban a ser gemidos.

-Gracias, confío en ti. - Los ojos marrones de ella eran portales, en los que Lauren se perdía. ¿Cómo una persona sin decir palabra podía transmitir tanta tranquilidad?

-Adiós Camila. - Besaba su mejilla y cuando lo hacía respiraba por última vez el olor de la divinidad parada frente a ella.

-Adiós Lauren.

La pelinegra salía a la acera subiendo el cierre de su campera y saludando con una mano, mientras Camila cerraba la puerta y miraba a ningún lado hacia el living, no conseguía calmarse. No todos los días Jauregui aparecía por tu ventana, no todos los días le pegaba a la gente ni todos los días era abrazada tan espontáneamente, tan volátil.

Levitando subía las escaleras y de inmediato apagaba la luz, el único pensamiento en ese momento era la chica que se había ido hace minutos. Cerraba sus ojos y suspiraba, una sonrisa se dibujaba en sus labios y se alegraba de haber leído una página más de aquel acertijo, de aquel enigma que era la de ojos esmeraldas.

El sueño la atacaba rápido y preciso, Camila daba un ultimo suspiro y segundos después y sin exagerar, dormía con una sonrisa en el rostro. Iba a acercarse a Lauren y a descifrar que pasaba por su mente, sin perder ni un minuto más porque había aprendido que el tiempo era oro y ella no tenía pensado derrochar dinero.


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⏰ Última actualización: Mar 24, 2016 ⏰

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