Capitulo 187

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NARRADOR: Kathy West

Cerré la puerta del casillero mientras que había una fuerte discusión en mi cabeza, mi corazón quería defender el comportamiento de Yesid, pero mi cerebro acusaba de todo lo que había hecho y dicho era injustificable. Una parte de mí no quería estar enojada con él, pero la otra estaba furiosa.

Abrí mi mochila y revise que tuviera todos mis cuadernos y libros, al estar segura de que nada se me quedaba saque mi celular y tecle rápido el número de Derek.

- Hola, Kathy - contesto en seguida.

- Ya estoy lista para ir a casa - dije caminando hacia la puerta principal mientras venía la hora en mi reloj de pulsera.

- Sobre eso, me podrías esperar.

- ¿Por qué? - no quería esperar.

- Es que le estoy ayudando en algo a Angie.

- ¿Y te demoras?

- Un poco, sí.

- Aahhh - trate de organizar mis pensamientos y rápidamente llegue a una conclusión - si quieres puedo ir a casa sola. Lo he hecho antes, lo puedo hacer ahora.

- ¿Segura? No creo que sea conveniente.

- Oye puede que este afrontando una etapa... - como podía describirla - importante, pero eso no me hace débil. Además es bueno que pases tiempo con ella. - esto va en contra del pensamiento de una hermana, pero es que estaba tan feliz de ver a Derek con Angie.

- Pero aún así no estoy seguro... ¿Qué tal te pase algo?

- No me va a pasar nada - cierto, hay que pensar en positivo.

- No lo sé, espera le digo a Angie que mañana lo terminamos.

- ¡No! Le voy a decir a Dayana que me acompañe, tú quédate. No hay problema.

- ¿Segura? 

- Que sí.

- Esta bien.

Colgué la llamada y abrí la puerta principal, así años que Dayana se había ido con Zander, al parecer lo van a intentar otra vez. Saque unos audífonos y los conecte al celular, el camino no era tan largo, pero una buena manera de matar el tiempo y no tener que torturar mi cabeza pensando en Yesid es escuchando música.

Mientras caminaba tarareaba la canción que escuchaba, ya era un poco cansador caminar con esta barriga, pero mi mamá decía que el ejercicio era muy bueno para mí y el bebé, pero la verdad es que llegaba a mi casa con los tobillos hinchados  y con ganas de no volverme a parar nunca en la vida.

Casi llegando a la calle principal mi sentido de paranoia se activa, sentía que algo o más bien alguien me estaba persiguiendo. Intente caminar más rápido y mover la cabeza levemente para ver si solo era mi imaginación o si en verdad tenía esta suerte de peste. 

Mi visión periférica me confirmo lo que estaba sucediendo y esta vez mi sentido de paranoia no se había equivocado, no me quite los audífonos, pero si les quite la música y aunque me doliera y fuer casi imposible comencé a caminar aún más rápido de como venía. Mi corazón comenzó a palpitar realmente rápido y mis piernas estaban temblando hasta el grado que pensé que me iba a caer.

¿Qué clase de suerte me toco a mí?

Llegando a la calle principal me encontré que casi no había peatones y que para ser esta hora no había muchos carros en la calle. Que suerte la mía. Tragué saliva y con la mirada comencé a buscar algo que me pudiera ayudar a defender, podía ser que ya estaba realmente cerca de casa, pero dentro esa distancia muchas cosas podían pasar. 

Alimentadora [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora