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Año 2000.
Yoongi miró por el orificio de la puerta. En el amplio salón había un gran número de gente, todos vestidos muy elegantes. Dongwon precedía la reunión, con una copa de champaña en una mano y una sonrisa ambiciosa en el rostro. A su lado, Yoongi reconoció el considerable porte de Jonghyun. Estaba serio, con un traje de etiqueta que le quedaba bien a pesar de que tenía solo 14 años.
- ¿Estás espiando? - la voz de Yuri a su espalda le hizo dar un brinco. Casi se golpeó la cabeza con la chapa de la puerta. La miró con el ceño fruncido.
- Baja la voz - ordenó, molesto. Ella soltó una risita traviesa antes de ponerse a su lado para mirar - ¿Qué vemos?
- Nada. Ve a dormir - Yoongi la empujó lejos. Ella le dio una patada en la rodilla - ¡Hey! - estuvo tentado a devolverle el golpe pero no lo hizo porque Yuri era una mujer y a las mujeres no había que golpearlas. Dongwon le había enseñado en esos dos últimos años que las mujeres eran seres a los que había que complacer en todo. Absolutamente todo.
- Déjame ver - Yuri se cruzó de brazos, haciendo un mohín. No quedaba nada de la chica tímida que había visto la primera vez. Ella había demostrado tener un carácter muy explosivo. No tanto con Yoongi, a quien parecía seguir en todo, sino con sus demás hermanos. A veces terminaba peleando a golpes con Taehyung, hasta que Dongwon aparecía, le daba una bofetada a Taehyung y lo reprendía por haber tenido el atrevimiento de golpear a una mujer.
De modo que, haciendo honor a sus enseñanzas, Yoongi decidió permitir que Yuri mirara por el agujero de la puerta. Como era pequeña, le dejaba un pequeño espacio para mirar también, así que se acercó y ambos contemplaron la escena de Jonghyun actuando como un adulto, rodeado de mujeres y hombres elegantes.
- ¿Qué piensas que estará haciendo allí? - preguntó Yuri, en un susurro.
- No lo sé - respondió él, porque en realidad no lo sabía.
- ¿Crees que papá nos dejará participar algún día?
- Tal vez.
Aunque, muy en el fondo, algo le decía a Yoongi que no sería tan bueno cuando ese día llegara.
...
Año 2011.
Primera sesión: 09:30 am.
- ¿Hay algo de lo que nos quieras hablar Yoongi? - le preguntó la mujer con una sonrisa. El resto de los presenten lo observaban en silencio, como si él fuese una especie de experimento a punto de arrojar sus resultados.
- No - respondió
- ¿Estás seguro? - siguió la mujer. Sin mirarla volvió a decir que no, que no había nada que decir ni contar. Sus ojos se perdieron en el jardín de césped verde que se veía a través del cuadro de la ventana. Mientras los demás pacientes fueron uno a uno hablando de sus inquietudes, sus temores, alegrías, y sueños; Yoongi se perdió imaginando sus propios deseos frustrados. Deseaba estar allí afuera, pero no como había sido hasta ahora, sino como un muchacho libre, como se suponía que debía haber sido siempre.
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....
Lo primero que hago cuando despierto es tocarme el vientre. Lo palpo varias veces, hasta que me convenzo de que no estoy embarazada, de que fue solo un sueño. Uno horrible. Aterrador. ¿Qué haría embarazada? ¿Qué le diría a mi madre, a las amigas de ella, a todo el círculo que me rodea? Mamá enloquecería. Papá me enviaría a un convento, después de matar a Yoongi y enterrar su cadáver en algún lugar dónde nadie lo encontraría jamás.
Suspiro. No puedo quedar embarazada. El sueño fue una especie de revelación divina. Una advertencia de que no puedo acostarme con Yoongi confiándole toda mi vida a un simple condón. ¿Y si se hubiera roto la primera vez? Mi subconsciente hace un movimiento de mano, restándole importancia. No ocurrió, me dice. Piensa mejor en lo bien que lo pasaste, en lo que bien que lo pasarás. Sí, lo pasé muy bien, pero podría haber tenido consecuencias catastróficas. El sueño sigue en mi cabeza. Me veo a mi misma ante el espejo con la enorme pansa de varios meses. A mi espalda, mamá se toma la cabeza y llora desconsolada. ¿¡Qué hice mal!? Grita.
Voy a la ducha para despejar mi mente. No estoy embarazada, y es una suerte. Pero como no quiero volver a tener un sueño como ese, decido pedir hora ese mismo día a un ginecólogo.
Es sábado por la mañana. En la noche mamá y papá tienen preparado una cena de celebración por la conmemoración que le otorgaron al centro de estética de mamá. Están tan ensimismados con el asunto, que ignorarán mi desaparición. Podría decirle a mamá que pediré hora a un ginecólogo, y no se daría ni cuenta. Además, han vuelto a sumergirse en aquella nube de primer amor, cuando todo va siempre en ascenso. Ayer por la noche los pillé sentados en el sofá de la sala, mirándose infinitamente a los ojos sin hacer nada más. No tenían prendido el televisor, ni la música. No bebían ni compartían algo de comer. Solo se miraban, como si los ojos de uno tuviesen todas las respuestas y entretenciones que necesitaba el otro. Cuando se percataron de mi presencia, mamá se levantó del sofá y me dio la noticia del centro de estética. La felicité con un abrazo, pero en realidad, en mi fuero interno, la felicité por haber hallado el amor. Mamá y papá son, al parecer, la única prueba de que el amor de verdad, ese que desgarra el alma, sí existe. A veces parece que no, se oculta bajo las discusiones sin sentido y los celos infundados, pero siempre está ahí. Solo algunos logran descubrirlo antes de que muera en el olvido.
Después de la interrupción, mamá me ofreció algo de comer. Le dije que no tenía hambre y me despedí de ellos para irme a la cama. Un viernes por la noche en mi casa es algo deprimente, pero cuando vi a mamá y a papá en aquella situación, pensé en Yoongi. Sí, podría haber pensado en cualquier otra persona, pero se me ocurrió el único hombre que es probablemente el paradigma de lo que No es el amor. Me dormí pensando en que no me llamó esa noche, y en que probablemente no lo hará nunca. Me dormí con su recuerdo y por eso desperté hoy creyendo que estaba encinta. Me creerán que después de una reflexión así, lo más lógico es que me sienta profundamente aliviada de no estar embarazada de Yoongi. Y entenderán que quiera arrasar con cualquier posibilidad de estarlo.
Salgo de la ducha con el cabello goteando. Mientras lo seco con una toalla, mientras le habló a Shin y a Hyon por Whatsapp.
Haeri: Necesito ayuda.
Pasan algunos minutos hasta que finalmente, mientras estoy sacando una que otra sombra de vello sobre mis labios, Hyon responde.
Hyon: ¡A la orden, Santa Haeri!
Haeri: Quiero tomar pastillas, como las que ustedes usan.
Hyon: ¿Pastillas anticonceptivas?
Haeri: Sí
Hyon: ¿Por qué? ¿Pasaste algún susto? ¿Aún no te llega la menstruación, es eso?
Hyon no puede controlar el huracán de ideas que cruza su mente a la velocidad de la luz. ¿Ya dije que sería una excelente guionista o directora de cine? Pues lo sería. Una mente muy prolifera.
Haeri: No, aún no estoy en mi periodo. Todavía faltan unas semanas. Es solo por precaución. Necesito cuidarme ahora que...
Hyon: Follas con ese dios griego, entiendo.