Querido Tito:

¿Recuerdas esos días en los que yo estaba triste y tú ivas a rescatarme de mi soledad?
Pues yo si y siempre te estaré eternamente agradecida.
Por tí, esos días no pasaban de una hora.

Simplemente veías que estaba tumbada en mi cama con la luz apagada y mirando al techo, y te acercabas a mí. Comenzabas a gimotear y yo te miraba. Veía que con tu mirada me preguntabas que tenía. Te notaba preocupado. Comenzaba a acariciar tus orejas y tu te acurrucabas en mis manos, hasta que al final lograbas que te abrazará y me sacabas de una sonrisa.

Tuya, EmSo

Querido TitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora