|Capítulo 46: Belén Gravano|

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*Permítanme inventar personajes de las familias de los participantes. ¡GRACIAS!*

*Por favor, respondan la pregunta de abajo de todo*

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<Bianca>


Me despierto en el desnudo pecho de Gonza, sin saber cómo llegué ahí. A mi cabeza llegan millones de imágenes sobre lo de ayer, y me sobresalto.

Ayer estuve en la «post-fiesta» de Mica. Ayer vine a casa de Gonza. Ayer nos quedamos viendo películas. Ayer dormimos juntos.

Pero lo más importante: ayer volví a soñar con mi padre.

No lo hacía desde hace mucho, la verdad. Habrán pasado unos años, creo que tres. ¿pero por qué pasaba justo ahora, en uno de los peores momentos en los que me podrían haber pasado?

Decido olvidarme de esto. Lo hablaré luego con las chicas, o tal vez incluso con Gonza.

Suspiro. Miro el brazo de Gonza, que tiene apoyado justo en mi cadera. Sonrío sin pensarlo.

Tampoco estaba tan mal venir acá.

Levanto la cabeza y alcanzo mi celular, tratando de no moverme para que Gonza no se despierte. Eran las once de la mañana y él seguía durmiendo.

Me doy vuelta, lentamente, al encontrarme con su linda sonrisa que marca unos hoyuelos demasiado tiernos, a mi parecer.

--Hey --lo saludo, y le doy un lento y dulce beso--. ¿Desde hace cuánto estás despierto?

--¿Desde las once menos cuarto, creo? --contesta, como si nada, y le pego suavemente.

--¡¿Y por qué no me dijiste?!

--Porque verte dormida es adictivo.

Me sonrojo, y sonrío ampliamente. Me roba un beso, y después apoyo la cabeza nuevamente en su pecho. Tenía una respiración calmada y latidos del corazón que marcaban un ritmo propio.

--Estar así es tan cómodo.. --comento, volviendo a mirarlo.

--Puedes volver cuando quieras --me sonríe, y me vuelvo a sonrojar. Escucho su panza rugir de la nada, frunzo el ceño, divertida--. ¿Vamos a comer algo? Muero del hambre.

--Qué directo --suelto, y él ríe.

Bajamos las escaleras abrazados, como una pareja de abuelos. El amor nos pega fuerte.

--Te ves preciosa con mi pijama --piropea, y me ruborizo.

--Qué directo, parte dos --repito, y él se ríe--. Gracias.

Le doy un beso que hace que por mi cuerpo recorra esa sensación tan placentera al estar con él. Me sonrojo cuando nos separamos, y caminamos a la cocina.

--¿Preparo el desayuno o el almuerzo? --me pregunta, obligándome a sentarme.

--Almuerzo, creo yo --respondo, a lo que él me da un corto beso y saca ingredientes del armario.

--Haré milanesas con arroz, ¿está bien? --comenta, y yo asiento.

Gonza empezó a sacar algunas cosas del freezer y se puso manos a la obra.

--¿No quieres ayuda..? --cuestiono, y él niega.

--Ni siquiera lo pienses --suelta, y sigue trabajando, sin descanso alguno. De vez en cuando, yo sacaba algún tema de conversación.

Al menos no eran silencios incómodos.

--¿Pones la mesa, Bian, por favor? --interroga.

--Claro.

Un Simple «Te Quiero» (Simplezas de Bianzalo #1).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora