Capítulo 7: La llamada.

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Antes de que comiencen a leer el capítulo, ¡Ya la historia paso los 1k leídos! Gracias <3

Beso tras beso, caricia tras caricia, suspiro tras suspiro.

Eso es todo lo que recuerdo de la noche anterior, ¿Por qué? Porque hay unas malditas lagunas que no me permiten saber qué hice anoche y por qué estoy en ropa interior en mi cama. No recuerdo haber regresado a casa, mucho menos haberme quitado toda la ropa y haberme dormido casi desnuda.

Al tratar de levantarme un horrible dolor de cabeza me golpeó, ¡Genial! Lo que me faltaba, una maldita resaca. Me levanté lo más lento que pude, al hacerlo me mareé provocando que me cayera al suelo.

Agradecí que no me dolieran las costillas, eso solo empeoraría las cosas a un grado mayor. Me dirigí al baño y me lavé los dientes, oriné, me ‘peiné’ y bajé las escaleras con el más sumo cuidado, previniendo cualquier dolor adicional.

—ELIZABETH, AL FIN TE DESPIERTAS. —gritó mi abuela al final de la escalera, enviando más de una punzada de dolor a través de mi. — SON LAS DOS DE LA TARDE, ¿ESTÁS INVERNANDO ACASO? —sus gritos solo me hicieron delirar del dolor.

—Abuela, no grites por favor. —susurré, pasando a su lado con el paso más ligero que pude hacer.

—¿A que hora llegaste? —la voz chillona de mi abuela volvió a llegar a mis oídos, esta vez en un tono mas bajo

—Nunca salí, no seas ridícula. —soy muy buena engañando, así que mi actuación quedó a la perfección.

—¿Entonces por qué estás así? ¡Y SIN CORSET! SI NO TE LO PONES TE PUEDES FRACTURAR LA COSTILLA.

—Ya ni me duele. —bufé, quitándole importancia al asunto.

—Sube y báñate, hueles a alcohol. Cuando bajes quiero verte con un bendito corset o si no, no te dejaré salir más. ¿Crees que no sé que no vas a correr? Es obvio que sales a la ciudad.

—Y yo espero que cuando baje, esté mi desayuno listo. —una carcajada salió de los labios de mi abuela a causa de mi guiño en su dirección.

Subí tal y como bajé, como si fuera una espía en servicio y no quisiera ser descubierta. Una vez llegué al baño, abrí la llave de la tina y esperé a que se llenara mientras todo el pequeño cuarto se llenaba de vapor. Me deshice de mis prendas y lenta y placenteramente me sumergí en la tina.

—Si tan solo pudiera estar aquí todo el día. —susurré.

Cerré los ojos, disfrutando de la tranquilidad en la que me encontraba. Pensé mucho mientras estaba en la bañera, pensé sobre Freddie, pensé sobre Tyler.

A pesar de todo lo que pensé, no pude llegar a una conclusión clara sobre lo que me pasaba y por qué me sentía atraída de dos chicos a la misma vez, que son tan diferentes.

Una parte de mi me decía que olvidara a Freddie y me escapara con Tyler, que a la mierda las reglas, que debía vivir el momento y con Freddie solo obtendría unas lindas palabras y una que otra caricia, en cambio con Tyler no solo tendría sexo garantizado, si no que también diversión ilimitada.

Lo extraño de todo es que tal vez lo que yo quería eran solo unas lindas palabras que me hicieran sentir especial, no eventos carnales de los cuales me arrepentiría.

—Estoy cansada de esta mierda. —susurré, mientras las lágrimas empezaban a brotar sin razón alguna.

Esta confusión no dejaría nada bueno en mi, eso lo supe de inmediato.

Cientos de preguntas se amontonaban en mi cabeza, y cada vez que trataba de responder una, llegaba a un punto en el que simplemente no podía.

En cierto punto de mi dilema, terminé de llorar y me propuse a descifrar que es lo que realmente quería. Obviamente no lo pude responder, pero pensé en algo que tal vez me ayudaría.

Saldría tanto con Freddie como con Tyler. Si, sé que eso se escucha exageradamente horroroso porque en cierto punto estaría jugando con ellos, pero ¿Qué más podría hacer?

Me quedé en la tina hasta que quedé como pasita, me vestí volviendo a utilizar los corsets que tanto me quitan la respiración y bajé al desayuno. Las cosas transcurrieron normales una vez la resaca disminuyo. Pasé todo el día leyendo mi amado libro el cual me estaba enamorando cada vez más –si, amo leer. ¿Pensaban que era una descerebrada que jugaba con dos chicos ardientes como el infierno? ¡EQUIVOCADAS!- ¿Han leído TFIOS? ¡Es hermoso! Reclamo a Augustus, he?

Terminé de leer el libro en tan solo siete horas, al terminar todo ya estaba oscuro y no había recibido señales de vida ni de Tyler –que debía estar pasando por una resaca mortal-, ni de Freddie.

Eran las 9 pm y no tenía nada de sueño, ¡Alguien que traiga la anestesia! Esta chica necesita dormir.

Busqué un pequeño cigarro escondido en lo más profundo de mi gaveta de ropa interior, abrí la ventana, encendí el cigarrillo –que no era exactamente un cigarrillo, si no más bien marihuana- y dejé que mis pulmones se llenaran de esta sustancia nociva para mi salud sin importarme UNA MIERDA. Tal vez el cigarro me de un poco de sueño y así pueda descansar de mi larga lectura.

Luego de fumarme el cigarro, me acosté a ver el techo como toda una idiota que no tiene nada que hacer. Cerré los ojos, estuve así unas cuantas horas hasta que mi teléfono vibró y al ver la pantalla vi el nombre de Tyler.

—¿Otra vez? —susurré con pesadez.

Presioné la pantalla táctil en la opción de ‘Contestar’ y un Tyler borracho empezó a hablar.

—Hola, pequeña ángel… o debería decir… diablita… —arrastró las palabras, casi haciendo que estas no se entendieran. Escuchar su voz en ese estado aceleró mi corazón.

—¿Qué te pasa, Tyler?

—N-nada… —una sonrisa borracha atravesó la vía telefónica. — ¡Te debo decir que lo de anoche fue é-pi-co! —a pesar de lo mal pronunciadas que fueron sus palabras, pude entender con toda claridad lo que dijo, haciendo que mi sangre se helara.

—¿Qué paso anoche? —pregunté angustiada, rogando por que Tyler en su estado de embriaguez me diera respuestas.

—Así que la pequeña diablita no recuerda lo que pasó. ¡Pero qué irónico! Tu decías que sería yo el que no recordara.

—Dime, ¿Qué. Pasó. Anoche? No recuerdo nada después de que salimos a bailar.

—Pues tu… —empezó a susurrar, volviendo imposible que entendiera lo que decía.

—Tyler, ¡HABLA BIEN, POR EL AMOR DE DIOS! —dije, elevando la voz y de inmediato arrepintiéndome recordando que mis abuelos se encontraban durmiendo a unas habitaciones a la derecha.

—Hermosa Elizabeth, mi pequeña diablita, ¿así que quieres saber que fue lo que pasó? Pues prepárate porque puede que no te guste nadita.

*

No me maten porque es corto este capítulo, el próximo es como tres veces más largo que este <3 Hasta el Viernes. ¡No olviden comentar y Votar!

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