Capítulo 14: La Dama del Lago

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Vass detuvo la lancha en medio del lago y preparó la caja con los gusanos.

—¿Te gusta pescar, Nazham? —me preguntó mientras me estudiaba el funcionamiento del carrete.

—Em..., bueno...

—No lo has hecho nunca —dedujo.

—No —confirmé con cierta vergüenza.

—Es sencillo —dijo levantándose y llevando el palo sobre su hombro—: lo sujetas así y lo, ¡lanzas! —ejecutó la maniobra con precisión y clavó el sedal en las cristalinas aguas. Un escalofrío recorrió mi cuerpo al recordar a la figura de la columna de luz que acabó hundida en el lago, pero él no parecía preocupado. ¿Me podía fiar yo?—. ¿Ves?

—Hum —asentí, me levanté y fui a probar suerte pero...

—No, por ese lado ya estoy yo —me dijo haciendo un gesto detrás suya—. Tíralo para allá.

—Okay —giré y probé suerte. El garfio hendió las suaves olas a una distancia similar a la suya.

—Buen tiro —dijo—, tienes un brazo potente.

—Practico esgrima —repliqué encogiéndome de hombros—. Eso fortalece la precisión y la velocidad. La caña es más larga y pesada —comenté sopesándola brevemente—, pero puedo ajustar mis golpes fácilmente.

—Mmm —murmuró interesado—. Siéntate —ambos lo hicimos, y menos mal: estar de pie mientras esperábamos a que picaran habría sido una pesadilla—. ¿Y eres bueno en la esgrima? —preguntó. Charlamos despaldas.

—Soy campeón nacional, o lo era —suspiré alzando la vista al cielo.

—¿Cómo "o lo eras"? —se extrañó—. ¿No ganaste la última vez?

—Sí, gané —asentí torciendo los labios: continuar esa conversación me pondría en un aprieto—, pero no recogí el premio así que se lo dieron al que quedó segundo.

—¿Y eso? —Me pensé muy bien mis palabras.

—Fue al principio del verano. Poco después de ganar ocurrió... algo y tuve que abandonar.

—¿Qué pasó? —¿Debía decírselo?

—Mi abuela murió —se hizo el silencio. Luego miré las nubes—. Creo que fue mi abuelo, por eso nos marchamos de casa. Sachi no sabe que ella murió, no quise decírselo.

—Y el colgante lo heredaste de ella.

—Hum —asentí tomándolo de mi cuello, sacándolo de debajo de la camiseta, para mirarlo—. Me lo dejó en herencia, pero mi abuelo trató de quitármelo.

—Y si pensabas que fue tu abuelo quien la mató, ¿por qué no se lo dijiste a la policía?

—Ella tenía algunos problemas de corazón —expliqué mirando las ondas del agua—, pero tomaba medicación. Días antes de que le pasara vi a mi abuelo trasteando con su caja de pastillas. Supuse que revisaba si tenía que comprar más, pero luego, cuando volví del entierro, revisé la caja de pastillas y descubrí que estaba nueva, sin abrir siquiera, y que no había rastro de la anterior caja.

—Eso no demuestra nada —replicó seriamente.

—Demuestra que tiró la caja con las últimas pastillas que ella tomó —gruñí entre dientes, enfadado al revivir todo aquello—. Él es médico, pudo haber comprado otra cosa y cambiado el contenido de las pastillas fácilmente. Pero claro, no hay pruebas de que ella no muriera por causas naturales, y como ya era mayor y no hay denuncias por maltrato, nadie abrirá ninguna causa contra él. Y ahora él tiene todos sus bienes, me revuelve las entrañas —dije apartando la cara.

Astral Arcana: MoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora