7. guerra avisada, no mata al León

31.8K 1.4K 211
                                    



Bajo una enorme casa, rodeada de hombres vestido con uniforme oscuro y proyector antibalas, se encuentra uno de los narcotraficante que se ha mantenido bajo el anonimato, y ahora, quién tiene como rehén a una inocente chica.

Adentrándonos hacía esa recámara en donde los dos fomentaron una noche de pasión. Leo Montana, se encuentra sentado sobre un sillón, fumando un habano, mientras disfruta solemnemente aquella canción que tanto le gustaba desde pequeño: Vicente Fernández, "pese a quien le pese". Era una canción que su padre cantaba, y el la recordaba como si fuera el primer día en que todo sucedió.

El dia muy caluroso, le hacia sentir el roce del sudor sobre su frente, Leo cruzó sus piernas y miró a aquella muchacha dormida en su cama.

¿Qué sucedía con Leo? No había pasado más de dos semanas y sentía que debía hacerla suya siempre, no quería mas nada que tenerla. Pero el recuerdo de ese momento en que su madre fue asesinada, fue algo cruel. Lo peor... Que hayan matado a su hermanita, a su princesita. Fue algo muy doloroso y que juró no olvidar hasta cabar la tumba de Mendoza.

Dejó el habano en un cenícero, y decidió finalmente levantarse de la silla, al hacerlo caminó despacio hacía ella, y se detuvo.

No logró entender por que razón sentía odiarla y luego desearla. Pero anhelaba odiarla y destruirla, aunque en el fondo deseaba algo más. Algo que se negaba sentir.

—¡Despierta tonta! —le gritó tirando sobre ella una copa de whisky. Alina abre los ojos sintiéndolos arder por el ron que se impregnó en sus pupilas, ahora si no entendía que le ocurría.

—¿Por... Por qué me haces esto?

Se quejó limpiando sus ojos. El explotó la carcajada como si se burlara de ella.

—Solo levántate, recuerda tomarte la jodida pastilla, no quiero nada que venga de ti. Espero que al salir te hayas parado de esa cama.

Entró al baño, y metió su cuerpo sobre la enorme bañera.

—Mujer idiota —siseó cerrando sus ojos.

Alina por su lado, tembló de miedo, aquél que le había arrebatado todo, la había convertido en una chica que desconocía. No quería querer a un ser tan salvaje como él. No quería fijarse en un hombre similar o peor que su padre.

A su corta edad juró no enamorarse de un hombre igual a su padre. Quería ser recatada, pero por un hombre que no tuviera nada que ver con el narco.

Sólo que el destino se encargó de jugarle una mala pesada. Su vida quedaría marcada, ya que a pesar de no soler demostrarlo, siempre llora por la forma tan cruel en que él le quitó la virginidad.

Se colocó él mismo húmedo bikinis. Se ocultó con una toalla, y se hizo un obillo al fondo de una pared.

Lloró, temía por su vida.

En ése momento supo que debía correr de él, ¿pero como? No sabía como salir de ese lugar. La única quien lo sabia era Nelia.

..

-—Entonces ese es su paradero. — tronó una gruesa y larga carcajada aquel hombre que era capaz de destruirlo todo.

—Si señor, ahí es donde él está. Le dicen el León Montana —dijo aquél traicionero que también trabajaba para Leo.

—¿Sabes algo mas de él? ¿por qué capturó mi hija? —le preguntó enfurecido.

—Por qué él lo odia, toda su vida ha querido capturarlo. No sé las razones, pero su odio hacía usted, es desde su infancia.

El placer de odiarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora