Un día te das cuenta de que todo lo que llevas esperando durante años se esfuma con tan solo unas palabras, con tan solo una foto... Te das cuenta de que el dinero sí hace la felicidad, que sí te hace cumplir un sueño. Eso es lo que descubrí cuando busqué las entradas que acababan de salir a la venta para los nuevos conciertos a los que estaba deseando ir desde que anunciaron la gira. Sin embargo, ahí me encontraba yo, una chica de 16 años frente a mi portátil anticuado color celeste, mirando un precio desorbitado que no podría conseguir pagar ni aunque cuidase de los hijos de mis vecinos todas y cada una de las noches hasta el día del concierto. No sabía si reír o llorar a moco tendido. Ya no podría conseguir mi mayor sueño, conocerles, hablar con ellos.
Al día siguiente me levanté como un zombie. Mi melena pelirroja y rizada parecía un nido de buitres y mis ojos verde pistacho se veían como pelotas de ping pong de lo hinchados que estaban. Sí, me pasé toda la noche llorando acurrucada a un león de peluche que mi madre me compró de pequeña poco antes de contarme que tenía cáncer.
Ahora ella ya no está y lo que único que me queda de su recuerdo es ese peluche y la nana que me solía cantar hasta que yo me quedaba dormida. Ella querría que yo fuera feliz, que disfrutara de las pequeñas cosas que da la vida, pero a pesar de que su muerte sucedió cuando yo tenía tan solo 7 años, no soy capaz de olvidarlo ni un solo día.
Ahora vivo con mis abuelos, ya que mi padre se fue a vivir a donde nadie sabe, cuando yo nací. Ellos no tienen muy buen sueldo de jubilación, por eso tengo que trabajar los pocos días que tengo libres, ganando tan solo 300 euros mensuales, los cuales son dados para hacer la compra. Muchos días me tengo que quedar sin comer, por eso estoy tan delgada. Los vecinos nos dan de vez en cuando algo de comida, y gracias a ellos puedo tener internet, comparten su red Wi-fi conmigo.
Hace un par de años las cosas eran distintas; mis tíos me daban dinero al mes para que pudiera vivir bien y para tener algún que otro capricho, que claramente, era ir a un concierto de mis ídolos. Solamente los conseguí ver desde una distancia lejana, y aunque fueron los mejores días de mi vida, quería al menos intercambiar algunas palabras con ellos. Me siento sola, infeliz, vacía... No tengo nada ni a nadie en quien apoyarme cuando me vengo abajo como esta noche.
-Jane, cariño, ¿quieres desayunar? Tenemos leche y algunas galletas- me preguntó mi abuelo cuando llegué a la cocina.
-Claro, abuelo, ¿vosotros habéis desayunado ya?
-Sí cariño, creía que te ibas a levantar más tarde- me respondió.
-Abu, siéntate, ya me preparo yo el desayuno, no es necesario que estés de pie. Por cierto, ¿dónde está la yaya?
-Ha ido a dar un paseo, estaba muy agobiada.
Asentí, me senté y comencé a tomar el desayuno. Tuve algunas conversaciones triviales con mi abuelo, aunque de vez en cuando pequeños detalles me hacían reir. Al terminar, recogí lo poco que había puesto por medio, me despedí de mi abu y me fui a pasear a Kira y a Draco, los perros de un vecino. Así, limpiando la casa de ese mismo hombre, cuidando a niños pequeños y haciendo de payaso en algunas fiestas de cumpleaños obtenía el poco dinero mensual.
-¡Hola pequeños!- saludé a los cachorros de tan solo 7 meses.
Llevo paseándolos desde que tenían 3 meses, por lo que ya me conocen y siempre que me ven me lamen un montón. Su dueño casi nunca está por lo que me deja a cargo de su casa y sus perros, me obsequió una copia de llaves.
Cuando me siento mal me voy allí a llorar junto los cachorros para que no me vean mis abuelos. Ellos creen que yo soy una niña feliz: mis notas son altas, mi comportamiento es excelente, tengo una sonrisa diariamente... Pero no saben que eso es una fachada que me creé tras la muerte de mi mamá.
Sin darme cuenta ya había salido a la calle, y justo cuando iba a empezar a andar, apareció mi yaya.
- Buenos días yaya- saludé.
- Cielo, ya es medio día- mi yaya como siempre, replicando mi forma de hablar.
- Lo siento,- sonreí falsamente para que no se diera cuenta de que me sentó mal- ¿puedo pasear a los perros?
En casa de mis abuelos mi yaya era la que mandaba.
-Sí, pero procura estar a la una y media como muy tarde- me exigió.
-Claro, hasta luego yaya- me despedí.
Ella, sin embargo, entró al portal sin despedirse.
Comencé a andar, ofreciendo la mayor resistencia para que los cachorros no me tiraran, porque, aunque sean cachorros, son de razas de perros cazadores. Tienen una fuerza increíble. Al llegar a un camino de tierra por donde casi nunca pasan coches, les quité el collar y empezaron a correr entre los pocos arbustos que había. Me puse a pensar cómo podrían haber sido mis abuelos de jóvenes. A pesar de la diferencia de edad entre uno y otro (actualmente mi yaya tiene 65 años y mi abuelo 77), con tan solo 15 y 27 años ya se amaban. Me contaron algunas historias, pero cuando mi abuelo profundizaba más en ellas mi yaya le hacía callar. No entiendo el por qué no quiere que sepa cosas sobre su juventud, pero he de respetarlo.
Aun así, cuando mi yaya no esta presente mi abuelo me cuenta anécdotas como: cuando estaba en la mili, cuando se casaron, cuando tuvieron a sus 2 hijas, y un hijo que falleció al nacer, cuando mi yaya hacía alguna que otra travesura cuando lo conoció; como saltar desde el balcón de su casa cuando entraba la oscura noche...
Esos momentos en los que me siento en el suelo con mi abuelo mientras me cuenta esas historias, me hacen sonreír sinceramente, sin falsedades.
Decidí mirar el reloj, era la una y estaba muy lejos del piso de mis abuelos. Me puse nerviosa porque no veía ni a Kira ni a Draco, y eso quería decir que tardarían en volver.
-Dracoooooo, Kiraaaaaa- grité a todo pulmón unas 20 veces seguidas. Oí el pasto seco siendo pisado a lo lejos, esto significaba que en menos de 3 minutos estarían aquí. Supuse bien, ya que a la una y cinco estábamos corriendo como en una maratón por todo el camino. A y 23 salimos del camino, creí que me moría, mis pulmones no eran capaces de conseguir todo el oxígeno que necesitaba mi cuerpo. Me paré tan solo un minuto para poder recuperarme, aunque no sirvió de mucho. Seguidamente, llame de nuevo a Kira y a Draco, los cuales estaban interactuando con otros perros y les puse el collar. Desde donde estaba a casa de mis abuelos había 3 minutos a paso tranquilo. Al llegar ví que eran las dos menos 29 minutos.
-¡TE DIJE QUE COMO MÁXIMO A Y MEDIA! ¡HAS LLEGADO TARDE! ¿¡SABES LO QUE ESO SIGNIFICA!? ¡ERES UNA IRRESPONSABLE! ¡VETE A TU HABITACIÓN AHORA MISMO, TE QUEDAS SIN COMER!
Yo, obediente como siempre, me encerré en mi cuarto. Me dormí. Al despertarme miré la hora, eran las 15:30. En unos minutos vendría mi abuelo con la comida como siempre hacía cuando me castigaba mi yaya.
Un par de minutos después sonó la puerta.
-¿Puedo pasar, Jane?- susurró mi abuelo contra la puerta.
-Claro, abu- respondí también susurrando.
Pasó y exactamente, traía una bandeja con un filete de pavo, un cuenco de arroz, 3 pequeños trozos de pan y un vaso de agua.
-Toma, cariño- me lo puso encima de la cama.
-Gracias abuelo, me levanté y le dí un abrazo.
- Bueno pequeña, me voy, que como se entere tu abuela es capaz de dejarme a mi sin comer mañana, también.
Asentí y se fue. Mi yaya siempre que desobedecia alguna de sus normas u obligaciones me castigaba sin comer y, a veces, hasta me obligaba a estar todo el día encerrada en mi habitación, ¿por qué? Ni mi abuelo lo sabe.
Siempre intento pensar que así es la vida de todo el mundo, que viven de esta forma, pero, solamente me engaño a mi misma. Sé que en las familias en las que los padres viven con los hijos también discuten y se pelean y también son castigados, pero no de la misma forma que yo. Los hijos de esas familias se quejan si los padres les castigan sin móvil, sin ordenador, o si simplemente esos caprichos no los tienen, pero, ellos conocen algo que personas tan desgraciadas como yo, no, la felicidad.
Tras terminar de comer cogí mi ordenador y entré en la página donde salían a la venta todas las entradas de mis ídolos, Ticketmaster. Los precios subieron desde 2014, por aquel año, las entradas M&G (Meet and Greet- conocer y saludar al respectivo famoso) costaban tan solo 25 euros, Gemeliers; y 40 euros Shawn Mendes junto con otros famosos. Ahora, sin embargo, Gemeliers son 150 euros y Shawn Mendes rondará los 300.
Cerré esta página Web, no tenía ganas de volver a llorar. Ahora, tocaba mirar Twitter.
-¿Cómo, qué, cuándo, dónde, por qué?- pregunté susurrando a una velocidad que ni yo había entendido. Sortean M&G, no puede ser, no me lo creo, ambos de mis ídolos sortean estas entradas.
Sin pensarlo, seguí cada uno de los enlaces que marcaban sus cuentas. Entré en el sorteo, tan solo tenía que esperar 3 días.
Poco tiempo después cerré la computadora y me senté en mi gran escritorio- extraño pero cierto- e hice la tarea que me habían mandado para el puente de Carnaval, estudié y sobre las 8 de la noche me fui a duchar. Tras ponerme el pijama decidí probar algo que nunca antes había hecho, escribir.
Hace tiempo escuché hablar sobre una red social llamada Wattpad en la que puedes leer y escribir libremente, sin censuras, sin complicaciones, sin apenas normas. Creé una cuenta, y sin demorarme me puse a escribir una de las miles ideas que fluían por mi cabeza.
Se que mi historia la leerán pocas personas, ya que lo que más llama la atención de la gente y más gusta son los clichés, algo que yo odio.
Mi yaya me llamó para cenar, al terminar cada uno nos fuimos a nuestras respectivas habitaciones y entré en un sueño profundo.
Los siguientes tres días transcurrieron rápidamente; en tan solo 2 horas sabría si he ganado las entradas M&G o no. Decidí entrar en Wattpad para ver mi historia y seguir escribiendo, ya que la dejé por el capítulo 10. Mi cerebro no podía procesar lo que mis ojos estaban viendo, ¡tenía 3000 visualizaciones y 2000 me gusta en apenas 3 días! Se me saltaron las lágrimas de la emoción.
Llegó la hora, dejé de escribir y abrí la ventana donde aparecerían los ganadores. Tres, dos, por favor Dios, ayúdame, uno...
No gané, no gané nada, ninguna de las 2 entradas. Cerré el ordenador con demasiada rabia para ser yo y me puse a llorar desconsoladamente. No sabía que hacer... creo que soy una buena persona, creo que no hago daño a nadie, ¿por qué siempre todo lo malo me tiene que pasar a mí? No se donde está mi padre, perdí a mi madre cuando era tan solo una niña, mis tíos se fueron lejos de España por motivos de trabajo cuando tenía 14 años y ahora ya no se nada de ellos, mi yaya me trata como si yo fuera la persona más mala del planeta Tierra, no tengo amigos... No tengo para comer diariamente, no tengo armarios llenos de ropa como la mayoría de las chicas... A esto no se le puede llamar vida...
Llegó la noche, me llamaron para cenar, pero me negué, no tenía hambre, no tenía ganas de nada.
Ya ha pasado un año y medio desde que sortearon las entradas M&G. Cada noche rezando, cada noche hablando a mi madre, cada noche pensando como sería mi futuro...
La fama cambia a las personas, la fama me ha cambiado. En este preciso instante me veo sentada ante un bloque de libros y una fila inmensa de personas, en mi mano un boligrafo se encuentra agarrado, y un libro abierto por el principio. Este libro es el que comencé a escribir en Wattpad. Su fama fue creciendo más y más hasta llegar a los 60 millones de leidos, 37 millones de me gusta y 13 millones de comentarios, la mayoría, positivos. Hace medio año, la famosa editorial Planeta, se puso en contacto conmigo. Con tan solo 17 años fui capaz de negociar con una empresa tan grande como esa. Nunca pensé en el dinero que ganaban los escritores, nunca pensé que llegaría hasta tal número de ventas, nunca pensé en que la vida de una persona pudiera cambiar tanto en tan poco tiempo.
Mañana tengo un viaje a Canadá, ¿para qué? Para cumplir mi sueño, para ver a mi ídolo, hablar con él y para hacer el libro de su vida. Sí, seré la encargada de narrar la vida de Shawn Mendes.