Día 11.

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Llevo todo el día dándole vueltas al tema de la llave en mi cabeza y no tengo muy claro que hacer al respecto. Lo he reflexionado bien y por un lado no tiene sentido que huya si pretendo seguir con mis estudios y volver en algún momento a mi vida normal, pero por otro lado no sé si eso es lo que quiero para mí.

En el mejor de los casos cuando salga tendré esperándome fuera a una madre decepcionada, un exnovio defraudado y una examiga traidora. No hay nada más que eso esperándome ahí fuera. Dos años de bachillerato sintiéndome incomprendida y desubicada, para luego cuatro años de carrera, dos de master, un novio empalagoso y lameculos, dos bebés llorones ( que se convertirán en adolescentes incomprendidos y desubicados) y una larga lista de cosas por hacer. Todo ello sobrellevado gracias a Mujeres Desesperadas y el alcohol.

Ninguna perspectiva es muy alentadora y tengo la sensación de no poder avanzar hacia ningún camino porque no sé cual escoger.

Iker  se presenta durante mis horas de estudio en mi habitación.  Abre la puerta sin llamar, porque aquí eso de ser educado, nadie sabe muy bien lo que es. Yo estoy tumbada en mi cama fingiendo que estudio y ni siquiera pretendo estar sorprendida de verle. Quería que viniera y él lo sabía,  porque él siempre lo sabe.

- ¿ Alguna idea?

Niego con la cabeza.

- No me lo creo, sabes hacer todas estas mierdas-dice señalando los libros esparcidos sobre el colchón.- y no sabes como abrir una puerta.

- No, sé abrir y cerrar una puerta perfectamente. - Digo al tiempo que hago lo propio con la de mi habitación.- lo que no sé es sortear a los guardias ni forzar una cerradura.

- No te pongas así... descubriste la historieta de las llaves en tu primera semana. A mí me lo dijo mi hermano y a él a su vez un viejo amigo del barrio, es un secreto que solo saben unos pocos afortunados y tú.

- Ya sé que soy inteligente, pero esto es otra cosa. - le respondo.

-Lo que tu digas. Pero no me hagas esperar mucho que tengo cosas que hacer fuera.

- ¿Cosas? - pregunto.

- Sí, asuntos que arreglar. Ahora ven y dame un beso para que se me pase la desilusión esta.

Me estira del brazo y acerca sus labios a los míos. Tal y como me ha pedido le doy un beso, agradecida del contacto de su piel con la mía. Acto seguido se separa, me besa la frente y añade:

- Algunos tenemos que seguir trabajando.

-Dile a estos que vengan a verme a mi cuarto después de la terapia. He conseguido algunas cosas para hacer la espera más amena.

- No jodas, mira la niña pija que rápido se ha espabilado. - dice Iker

- Siempre me habéis subestimado.- digo pícara.

- Con lo llorica que eres, ¿ qué esperabas ?

- Yo no soy llorica.

- Eso cuéntaselo a otro. Nos vemos en la comida - concluye.


Yo no aprecio lo más mínimo mi habitación y sin embargo al verla  repleta de gente me preocupa que puedan mancharla o romper alguna cosa. Mis vacilaciones duran poco, concretamente dos chupitos de ginebra, basta con eso para que vea las cosas de mejor humor. Un porro y lo que queda de la botella de Bombay Saphire, consiguen que me olvide hasta de que quiero que las cosas me vayan bien.

- Hermano, me he enamorao. - dice Rubén - tu chica controla.

- Rebeca solo trae cosas de calidad ¿verdad? - apunta juanjo.

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- Si hay que emborracharse, hagámoslo bien.- contesto.

- Si es que estamos hechos el uno para el otro.-insiste Rubén.

- Tú estás hecho para que te folle tu madre.- responde Iker.

- Eh...- le digo a Iker- no pasa nada... no hay que ponerse así.

Mis palabras apenas surgen efecto en Iker quien  permanece inmóvil sentado contra la pared. En un intento por rebajar la tensión en el ambiente saco algo más de maría y mientras el resto se entretiene, me acerco a la esquina en la que está Iker. Me siento entre sus piernas y le acaricio los brazos, las rodillas, le beso en la mejilla, en el mentón hasta que finalmente se rinde y me corresponde.

- Me joden esas bromas.-me susurra al oído.- porque no son bromas. Es un milagro que una chica como tu haya acabado en un sitio como este y todos lo saben.

- Déjales que bromeen, porque te aseguro que es lo único que harán esta noche.- murmuro en su oreja y sigo besándole.

Un golpe seco en la puerta interrumpe nuestro estado de embriagamiento. Todo el aturdimiento que me habían provocado el alcohol y las drogas se disipa en  un segundo y el corazón me late con tanta fuerza que temo que se me salga del pecho. Iker se levanta y yo hago ademán de imitar su gesto pero me indica con la mano que me quede donde estoy. Cuidadosamente se acerca a la puerta y la abre lo suficiente como para poder ver quién se encuentra al otro lado.

- ¿ Qué quieres? - pregunta Iker

- Ver a rebeca. - responde el otro.

Iker se dispone a cerrar la puerta en las narices del visitante cuando este añade:

- Y si no me dejas, llamaré a Ester a ver que opina de vuestra pequeña reunión.

- Eso es rastrero hasta para ti.

- Tu decides.- Concluye el chico al otro lado de la puerta.

Iker resopla y deja pasar al chico, que resulta ser Lucas. Yo me incorporo como puedo y trato de mantener toda la dignidad posible cuando empiezo a hablar:

- Tu dirás.

- Podríamos hablar en privado.

No sé si las venas de Iker podrán soportar una conversación a solas entre Lucas y yo, todos los demás nos miran atentos y temo que Lucas pueda decir algo que me comprometa así que le digo:

- Tienes diez segundos, ahora, en el pasillo y no volverás a presentarte aquí a chantajearnos nunca.

-Hecho. - contesta Lucas.

Una vez fuera de mi cuarto él empieza a hablar:

- La lista.

- ¿Qué pasa con ella?

-El último punto.

-Si.- le confirmo.

 Entonces ocurre la última cosa que habría previsto nunca. Lucas empieza a llorar amargamente, mientras murmura cosas:

- Le he fallado.-balbucea- me he convertido en el que le amargó la vida.... Después de todo...

- Mañana en la tutoría hablamos, pero no vuelvas a aparecer así jamás. ¿ Entendido?

Yo misma quedo impresionada por esta nueva faceta frívola que he perfeccionado en el Marcelo. Desde luego antes de  mi ingreso en el centro habría sido incapaz de dejar a alguien sollozando de esa forma, aunque se tratase de un maltratador. Pero supongo que yo ya no soy la misma, y al final siempre prima la supervivencia a la ética. Y en el Marcelo no sobreviviría ni dos días siendo amiga de Lucas.

Vuelvo a entrar e Iker me registra con la mirada en busca de alguna expresión de miedo, ira, o culpabilidad en mi rostro, pero este permanece inmutable. Tomo la botella de ginebra de nuevo y me dispongo a verter un poco más de líquido en mi vaso cuando una mano me detiene.

- No queremos que vuelva a pasar lo de la última vez ¿ Verdad Iker?- se explica Juanjo.

- Que haga lo que le de la gana, como siempre. - le responde Iker.

-Iker. - suspiro agotada. - no te pongas así.

- Es que no sé porque no le he partido la cara a ese imbécil todavía.

- Porque no nos ha hecho nada. - interviene Juanjo.

- Nos ha chantajeado.- le apoya Rodri.

- Bueno ya está, yo paso de estar a malas, además solo queda un cuarto de hora para la cena así que deberíais ir yendo. -sentencio.

Nadie me contradice, todos menos Iker recogen sus cosas y se van marchando uno por uno hasta que nos quedamos a solas.

- ¿ Te has quedado a gusto hoy no? - le espeto.

- No jodas, es que ha sido una detrás de otra.

- ¿ Una detrás de qué ? Si nadie te ha hecho nada, Rubén estaba bromeando y a Lucas lo he tirado yo del cuarto. No puedes molestarte cada vez que alguien quiera algo de mí. No tienes ningún derecho, yo no soy nada tuyo ¿ entiendes?

- Perfectamente. - dice frío. - Pero luego vas y le lloras a otro.

- Pensaba que eras mi amigo.- digo a punto de llorar.

-Los amigos no se hacen visitas nocturnas.- apunta él.

- ¿ Qué quieres de mí?- exclamo. - Es que no lo entiendo.

- No lo sé, pero desde luego no quiero que te relaciones con un maltratador ni que la mitad de los internos se hagan pajas pensando en ti.

-¿ Pero no te das cuenta de que eso no es decisión tuya?

- Sí, y por eso me molesta tantísimo, porque veo como te hundes y no dejas que te eche una mano.

-Creo que he aceptado tu ayuda siempre, incluso cuando no la entendía. Pero nuestras vidas no pueden girar en torno a esos temas o nos acabaremos volviendo locos.

- Yo que pensaba que ya lo estábamos. - dice Iker con una sonrisa traviesa.

De repente todo el peso de la discusión se evapora, dejando en el espacio los últimos resquicios de la droga y el alcohol en nuestro cuerpo. Instintivamente me lanzo sobre él y enrosco mis piernas en su cintura mientras el me besa desesperadamente, como si hiciese años que nuestras pieles no entran en contacto.

- Déjame cuidar de ti. - me dice una vez nos hemos sentado en mi cama.

Asiento y  él me acaricia la mejilla con ternura.  

Esa misma noche me quedo tumbada en mi cama, jugando con la llave en mis manos. Una llave que no es más que simple metal barato pero que representa todas las esperanzas de un chico de 17 años. Una llave que ha depositado en mis manos, al igual que todas sus posibilidades de salir de aquí en algún momento.





Faltas GravesWhere stories live. Discover now