Capítulo cuarenta y uno: Todo estara bien.

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Aaron y yo pasamosa ver a Keith en la mañana. Sus padres, felizmente, no estaban allí y no pudieron darme la charla de como debería estar al lado de mi ex novio para apoyarlo en este momento.

Mientras Keith le cuenta a mi hermano cómo es que sucedió el accidente, siento mi celular vibrar en mi bolso por enésima vez en lo que va de la mañana.

Es Cameron.

Me ha estado llamando y enviando mensajes de texto, pero no he respondido ninguno. No quiero hacerlo, no quiero escuchar su voz sabiendo que está a muchos kilometros de distancia.

Duele, duele mucho.

- ¿Todo bien? - susurra Aaron y, cuando levanto la mirada, veo que él y Keith me están viendo.

- Sí, un cabo suelto que olvidé atar. - me limito a responder y coloco el celular en silencio para que no me avise de la llegada de nuevos mensajes de Cameron. - Escuché que estás mejorando mucho.
- añado, dirigiendome a Keith.

- Sí, tengo el brazo fracturado y algunas contusiones, pero ya pasó lo peor. - me responde con una media sonrisa. Tal vez sospecha a qué cabo suelto me refiero. - Me gustaría estar en casa y no aquí.

- Nunca te gustó este lugar. - recuerdo con nostalgia.

- Y aún así venía por ti. - le dedico una sonrisa por unos segundos y luego desvío la mirada hacia el suelo. Le estoy muy agradecida por lo que hizo por mí, pero en este momento no quiero confundir las cosas. - Estaba pensando que tal vez podría ir a visitarlos a San Diego cuando comiencen clases.

- Eso estaría bien. - respondo.

- Bien. - añade Keith en un susurro.

Aaron y yo regresamos a casa pasada la hora del almuerzo y, como la cena de gala es en unas horas, decidimos comer algo ligero para poder tener tiempo de alistarnos.

Cuando abro mi armario para sacar mi vestido, siento un nudo en la garganta al recordar que Cameron y yo fuimos al centro comercial a comprarlo. Se suponía que esta noche estaríamos juntos y que intentaría afianzar más la amistad con mi familia. Pero no es así, él está en California.

Desearía no tener que llevar este vestido, pero debo hacerlo. Mi familia entera estará allí y será la última noche que pase aquí en casa.

- ¿Puedo pasar? - pregunta Aaron del otro lado de la puerta.

- Sí, claro. - respondo mientras aliso la falda del vestido con las manos.

- Vaya, te ves muy bonita. - me halaga y me vuelvo hacia él para verlo entrar a mi habitación. Aaron lleva un traje gris y una camisa clara a juego.

- Tú te verías fenomenal con una corbata. - le digo entre risas y busco en el bolsillo de su chaqueta la corbata azul de puntos blancos pequeños. - Nunca aprendiste a atarla.

- Siempre que voy a un evento formal te tengo a mi lado, ¿por qué aprendería? - bromea y yo le golpeo el brazo. - Sabes que te adoro, pequeña.

- Lo sé, yo te adoro a ti. - respondo mientras rodeo su cuello con la corbata y comienzo a atarla. - Ahora, quedate quieto mientras termino.

- Bethie. - me llama mientras acomodo la corbata ya anudada y aliso el cuello de su camisa. Mi mirada está clavada en su ropa y mi mente está anclada en algo que pudo ser y que no será. - Bethie. - repite, pero esta vez en un tono más alto y solo entonces salgo de mis pensamientos.

- Lo lamento. - me disculpo y le dirijo la mirada. - ¿Qué sucede? ¿Está muy apretada? - Aaron niega con la cabeza y toma mis manos.

- Cameron me envió un mensaje.

- ¿Qué? - pregunto, completamente extrañada. - No tiene ningun derecho a...

- Quiere hablar contigo. - me interrumpe y se encoge de hombros. - Pero sabe que tu no querrás, así que te dejó un mensaje de voz.

- ¿Se supone que debo escucharlo?

- Eso es tú decisión, Bethie, yo no me inmiscuiré en esto. - suelto un suspiro. - Hey, no quiere decir que no me importes. - se apresura a corregir y toma mi menton con una mano. - Peor quiero alejarme un poco de él y de su mejor amiga.

- Siento una punzada en el pecho y un nudo en la garganta. - le confieso mientras parpadeo varias veces para que las lágrimas no broten. - Me dolió que se fuera a la primera oportunidad que tuvo.

- Tampoco estoy de acuerdo con ello.

- Y también me dolió que Jessica haya salido con Shawn cuando tú dejaste todo por ella. - añado y veo los ojos de Aaron llenarse de lágrimas. - ¿Qué fue lo que hicimos mal?

- Nosotros no hicimos algo malo. - responde con dulzura mientras pasa su pulgar por mi mejilla. - Tú lo dijiste, tal vez no debimos ir a Los Ángeles.

- Tal vez debimos respetar nuestros planes de verano e ir a Francia.

- Ahora estarías con Keith.

- Y tú con alguna francesa. - bromeo y ambos reimos debilmente. - El verano iba bien y luego tomamos el vuelo equivocado.

- Confundimos las cosas. - me corrige con el rostro afligido. - Pero las heridas sanan, Bethie, y muy rápido cuando tienes alguien a tu lado para apoyarte.

- Cuando lleguemos a San Diego, debemos intentar olvidar todo. - Aaron asiente. - Comencemos desde cero.

- A mi ya me conocen allá.

- Sabes a lo que me refiero. - digo con una media sonrisa. - Comencemos el año como si este verano no hubiese pasado.

- Mientras mi hermana esté conmigo, todo estará bien.

- Mientras mi hermano esté conmigo, todo estará bien. - repito y lo abrazo fuertemente.

- Bien, basta de estar sensibles, vayamos a esa cena de gala y seamos los más sonrientes y alegres de toda la reunión.

- Como siempre. - le recuerdo.

Aaron ríe y sale de mi habitación rumbo al auto, pero yo me quedo unos minutos a buscar mi abrigo y mi bolso. Cuando estoy por salir, recuerdo que no llevo mi celular y regreso por el, justo al mismo tiempo que la pantalla se enciende y comienza a sonar.

- Demonios. - suelto amargamente y, en cuanto veo el nombre y confirmo mis sospechas, corto la llamada.

- ¿Elizabeth Woods maldiciendo? - pregunta alguien desde la puerta y mi mandibula casi cae al suelo cuando veo quien es.

¿Quien es? ¿Quien creen que sea? ¿Teorias? Quiero saber lo que piensan! Les mando muchos besos!

Hit me with your best shot.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora