Nueva noche.

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Se puso de pie sin ninguna molestia y percibió que el cuarto estaba casi en completa oscuridad, su armario ahora tapaba por completo la ventana, sin embargo veía cada figura, color y contorno en la habitación. Los golpes sonaron de nuevo pero con más fuerza ahora, provenían de la puerta del apartamento. Recordó inmediatamente la llamada de su vecina y miró el reloj analógico que tenía en su pared. Las 6:15 p.m. Esperó un poco hasta que volvieron a golpear, sin embargo nadie llamaba. Salió de la habitación y vio todo patas arriba, otro cuerpo se hallaba en la sala en peor estado que el de la habitación. Las ventanas estaban obstruidas por cualquier mueble que pudiese haber.

Ahora iba entendiendo un poco las cosas, aunque no del todo, pero al menos ya no tenía miedo, ni pánico, estaba totalmente calmado aún con el horripilante panorama que lo rodeaba. Se detuvo pacientemente en frente de la puerta y veía como retumbaba y las bisagras cedían poco a poco. Entonces con un último golpe la puerta se vino abajo y casi como si estuviese esperando visita él sonrió. La mujer de pelo dorado y ojos grises que había estado golpeando le devolvió la sonrisa y entró. Aquella misma mujer que estaba en el fondo del bar en la noche anterior, la misma que se había acercado y ofrecido un trago, la misma que había llevado a su apartamento y había disfrutado en su cama hasta que a punta de mordiscos comenzó a arrancar pedacitos de su piel. Cómo habían llegado las otras mujeres a su apartamento aún no lo tenía muy claro pero si recordaba ahora muy bien lo que había hecho con ellas, aún sentía su sangre y sabor en su paladar.

Detrás de la mujer de pelo dorado habían otros cuatro tipos que esperaban y parecían divertirse también con la escena.

"Veo que te divertiste un poco más después de que me marché."

"Espero que así sea esta noche también." Respondió él.
"Y así será por siglos, guapo." Lanzó la chica rubia con una sonrisa en su boca que dejaba ver el anhelo de sangre, lujuria y destrucción; además de sus largos dientes.
Y así fue como en un parpadeo no quedaba ninguno de ellos en el pequeño apartamento del centro de la ciudad dónde extrañamente las desapariciones fueron aumentando.

Fin.

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