La Escena

30 3 3
                                    

¿Yo era lo correcto? Después de tantos traspiés en mi vida, al fin había encontrado a la persona que creía que yo era lo correcto. Mi mente no encontró la forma adecuada de ordenar esas cuatro palabras.

La sonrisa tonta de mi rostro era el claro ejemplo de todo lo que esa chica producía en mí.

Quería decirle tantas cosas pero de mi boca no salió ni una palabra, solo me límite a mírala fijamente y aunque quizás sonará bobo quería guardar ese momento en mi memoria, quería inmortalizar por siempre a la dueña de esa voz.

-En ocasiones lo correcto no es más que el reflejo de nuestros deseos - dije sin pensar

-Puede ser, pero dime... ¿Cuándo se cumplen esos deseos? ¿En qué momento veo el resultado de mis reflejos?

-En el momento que tú quieras, solo...

- ¿Y si me equivoco? ¿Y si los reflejos en el espejo no son más que espejismos?

-No lo soy

-Eso es lo que diría un espejismo - me resultaba curiosa e interesante su manera de pensar - Estoy volviéndome loca y estoy segura que tú no eres más que un producto de mi imaginación.

-Estoy aquí, junto a ti.

-Así como estabas esta mañana en el restaurante y más tarde en casa y ahora estás aquí, volviéndome loca.

- ¡Mírame! - ella se negaba a hacerlo, su rostro estaba contraído en un intento por no soltarse a llorar.

-No quiero hacerlo. No quiero darme cuenta que ahí nunca hubo nada, que siempre estuve sola y que mi caballero en supras y camisa a cuadros se fue sin siquiera darme una explicación.

-Nunca me fui.

- ¿Y cómo le llamo a tu ausencia? ¿Cómo diablos olvido que me dejaste tirada en esa oficina sin darme una sola explicación? ¿Cómo recupero el aliento que me quitaron tus labios?

Mis labios se abrían una y otra vez buscando las palabras correctas. Pero no había nada, no podía objetar a su enojo ni a sus reproches porque todos eran ciertos. Es increíble lo que la ausencia y la falta de comunicación le hacen a una casi relación.

- ¿Pero que estoy diciendo? - una sonrisa amarga se extendió por sus labios - ¡Solo mírame! Estoy hablándole a la nada.

-Ya te dije que estoy aquí.

-Pues como sino estuvieras- Eso dolió -Mejor vete, Jacob. Ya he tenido suficientes problemas esta noche y no quiero añadirle uno más a mi cabeza.

En mi interior algo se rompía y al mismo tiempo iba extendiéndose por todo mi estómago, bien podrían ser las mariposas o sino la bilis que recién se derramaba. En ese momento una duda existencial me embargo ¿Qué hago? ¿Me voy o me quedo? Si me iba, mermaría en su totalidad la posibilidad de tener algo con ella, pero si me quedaba, me arriesgaba a salir herido. ¿Salir perdiendo o salir herido? ¿Cuál era la mejor opción? ¿Arriesgarlo todo y salir perdiendo? o ¿perderlo todo sin haber arriesgado?

Nunca fui bueno en cuestiones de azar ni del destino pero sabía perfectamente que cuando alguien te pide que te vayas, debes hacerlo.

Justo antes de irme eche un último vistazo a la persona que me había hecho sentir que vivir no era tan malo. Y ahí estaba ella, mirando al infinito con un par de lágrimas resbalando por sus mejillas. Levante mis manos por inercia intentando secarlas pero las baje enseguida.

Estaba teniendo uno de esos lapsos en los que no puedes moverte ni tampoco hablar pero si presenciar todo el dolor, inclusive sentirlo más que la propia víctima.

Lose YourselfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora