Capítulo 7

70 4 6
                                    


STEFAN

-Hey Damon.- le llamo. Llevo rato reflexionando sobre las palabras de la bruja y hay varias preguntas que no dejan de asaltarme.

-¿Mmm?- responde sin apartar la vista de la carretera ni las manos del volante.

-¿De qué conocías a esa bruja?

-Oh, Marie. La dulce y compasiva Marie.- suspira- Ahí donde la ves fue una chica muy guapa. Sabía hacer una cosa con...

-Vale.- le corto rápidamente- Te he preguntado de qué la conocías. No sobre sus... encantos.

-Eran los 80 y yo me encontraba de paso por Nueva Orleans. Marie tendría unos 25 más o menos. La música, la fiesta, los desfiles...todo eso hizo que entre nosotros surgiera, bueno, lo que suele surgir siempre. Y entre besos y copas a Marie se le escapó el detalle de que era bruja.

-¿Y a ti qué eras vampiro verdad?- pregunté ya sabiendo la respuesta.

-Es una bruja. Seguramente ya lo supo desde el principio. Entonces ella me explicó que los vampiros proveníamos de una familia, los Mikaelson. Pero no me quiso decir nada más sobre ellos. Algo de secretos del barrio o no sé qué rollo místico.- respondió con un gesto despectivo.

-Puede que fuera inocente pero no era tonta, ¿eh?- contesté- ¿Y cómo sabía que era tu hermano?

-Una vez le enseñé una foto tuya.- dijo. Yo le miré inquisitivamente- Para que comprobara que sin duda yo era el más favorecido de la familia.- aclaró como si fuera obvio a lo que yo me limité a suspirar.

El resto del viaje de vuelta fue silencioso y sin mucha más conversación. En más de un momento se me vino a la cabeza mi amiga Caroline, que había ido a pasar un par de semanas con su padre. No me gustaba ese hombre, había algo raro en él. Sólo lo había visto cuando viniera a recoger a Caroline pero la manera en que me miró desde dentro de su coche me producía escalofríos.

Sin embargo Caroline asegura que él era el hombre más bueno y bondadoso del mundo.






-Ya hemos llegado bella durmiente, despierta.- anunció Damon de repente sacándome de mis pensamientos.

-Estaba despierto.- refunfuñé.

-Como tú digas.- rodó los ojos él- Vamos, Bonnie nos está esperando.

De pronto me di cuenta de que no estábamos en nuestra casa, si no en frente del instituto de Mystic Falls.

Damon estacionó el coche en el aparcamiento y nos dirigimos hacia el edificio.

-¿Cuántas clases te has perdido ya este trimestre Stef? De verdad esperaba más de un estudiante tan brillante como tú.- comentó Damon con sorna.

-Cállate Damon. Estoy intentando llevar una vida normal.- le espeté.

-Stefan afróntalo, nunca tendrás una vida "normal".- dijo haciendo comillas- Cuando nos reencontramos te prometí que te ayudaría con tu problemilla de destripador extremista rompe cabezas, no que te pasarás seis horas al día con adolescentes hormonados.

-Damon, este es mi método. Estoy encantado de que me quieras ayudar pero no vas a cambiar mi método.- afirmé parando de andar.

De pronto se oyó el timbre del instituto sonando a todo volumen por dentro y fuera del edificio.

-Como sea.- rodó los ojos- Mira, ahí está nuestra chica abracadabra.- señaló hacia delante donde todos los alumnos del instituto salían amontonados y deprisa del lugar celebrando que al fin era viernes. Y entre toda esa masa de gente, estaba Bonnie.

-¡Hey, Bon-Bon! ¡Yujuuu!- la llamó Damon provocando que esta alzase la vista.

Pero en vez de mirarnos se quedó parada en su sitio mirando con terror algún punto detrás de nosotros.

Tanto Damon como yo nos giramos en busca de que era lo que había asustado a Bonnie.

Allí, apoyada sobre un coche rojo en el aparcamiento del instituto, se encontraba la mismísima Elena Mikaelson vestida con chaqueta de cuero y sonriéndonos descaradamente.

Pero eso no era lo peor. Tampoco lo era el hecho de que no estaba sola. Junto a ella se encontraban tres personas más. La chica rubia que había venido con ella a la hospedería, Rebekah dijera ella que se llamaba, un hombre con traje que si mi memoria no me falla era el que nos había partido el cuello a mí y a Damon, Elijah creo, y otro hombre más. Este era el más curioso. Era rubio, alto y sonreía como un desquiciado.

Lo peor era que ese hombre de sonrisa psicópata me sonaba mucho. 

Elena MikaelsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora