Capítulo 60

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Lauren's POV

Ally dijo que su mano ya estaba dañada desde hacía un año, pero el trabajar con el ordenador, seguir limpiando —aunque fuese en menor medida—, la humedad de Miami y el embarazo hicieron empeorar el estado de su mano hasta que quedó igual de dañada que la otra. Había que operar de nuevo, y según decía Ally no habría ningún problema después de aquello.

Camila entró al quirófano a las doce de la mañana y yo me quedé por los pasillos tomando café y mirando el móvil. Maia estaba ya totalmente recuperada, así que después de aquella semana de reposo en casa volvió al colegio, daba gracias a que mis padres irían a recogerla a la escuela y cuidarían de la pequeña Lucy.

A las dos de la tarde Camila salió del quirófano. Entré a la habitación y me miró con una sonrisa, con el brazo apoyado en su vientre.

—Hey... ¿Cómo estás? —Me senté en el sillón al lado de su camilla, dándole unos cuantos besos seguidos en los labios.

—Mejor, mejor. ¿Y tú? ¿Has comido? —Solté una risa al sentir su mano sana acariciar mi mejilla y giré mi rostro para dejar un tierno beso en la palma de su mano.

—Siempre que estás hospitalizada me preguntas cómo estoy yo. Déjame que te cuide al menos, ¿no? —Ella enrojeció, apretando mi mejilla con una tierna sonrisa. —Dice el médico que en una hora podremos irnos, así que... Si quieres te ayudo a vestirte.

—Anda sí... Ayuda a tu débil e indefensa mujer. —Fruncí el ceño abriendo la bolsa de su ropa, cogiendo la camiseta que llevaba para cambiarse.

—No tienes nada de eso. —Repliqué volviendo hacia ella, quitándole la camiseta con cuidado. Metió el brazo por el hueco de la manga hasta que pude sacarlo, y cogí el sujetador para ponérselo.

—A veces me gusta que me cuides, ¿sabes?

—¿Es que no te cuido? —Me pegué a ella para poder abrocharle el sujetador, quedando con su cara pegada a mi abdomen.

—Me refiero a que me mimes, me consientas, Lolo. —Sonreí al escuchar aquello, cogiendo la camiseta limpia con el ceño fruncido.

—No me llames así. —Metí la camiseta por su cabeza, apartándole el pelo para ponerlo por encima de esta.

—Está bien, está bien. —Terminé de ponerle la camiseta y me agaché para colocarle los pantalones, metiéndolos por sus piernas con su ayuda. —¿Cómo está Maia? ¿Y Lucy?

—Relájate, está todo bien, sh, ya. —Se puso de pie en el suelo para que yo le terminase de poner el pantalón y me dio un golpe en el brazo. —Eh, que te dejo sin vestir.

—¿Me vas a llevar a comer a algún sitio? —Me arrodillé delante de ella para ponerle los botines con media sonrisa.

—¿Cómo lo sabes? —Me puse de pie de nuevo viéndola levantarse de la camilla. Estaba absolutamente perfecta y acababa de salir de una operación.

—Tienes la tarjeta del restaurante con la hora reservada en el bolsillo del pantalón. —Acarició mi mejilla sonriendo, mirándome de aquella forma tan tierna y dejándome tan enamorada.

Salimos del hospital en menos de media hora y por fin subimos al coche. Yo me puse aquellas gafas de aviador con los cristales azules y ella llevaba unas iguales pero con los cristales naranjas. Mantenía el brazo pegado contra su vientre en el cabestrillo mientras miraba el móvil y yo conducía.

—¿Te duele? —Pregunté girando el volante hacia la izquierda, dejándolo luego deslizarse entre mis manos.

—No, me dieron una pastilla para el dolor. —Asentí levemente parándome en el semáforo, simplemente quedándome en silencio. Todo aquél tema de la mano de Camila me preocupaba bastante, después de todo no quería que volviese a sufrir de aquella manera. —Oye... ¿Podemos no ir al comer? —Se giró para mirarme con los ojos entrecerrados. —Me gustaría pasar más tiempo contigo a solas, ya sabes... —Apretó los labios esperando mi respuesta.

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—Sabes... Eso suena mucho mejor que mi plan.

Al final acabamos en casa, Camila tampoco tenía muchas ganas de salir por ahí. Además, pasaríamos algo de tiempo juntas en casa, algo que nunca hacíamos. Muchas veces echaba de menos sentarme a cenar en el jardín con ella, o simplemente tumbarnos en el sofá a ver una película.

Mientras yo servía vino en dos copas miraba a Camila sentarse en el taburete de isla de la cocina, alargando la mano para tomar su copa.

—¿Segura de que estás bien? —Pregunté sentándome frente a ella, dándole un sorbo a mi copa.

—Sí, estoy completamente bien. Tú estate tranquila. —Después de decir eso se bebió de un sorbo la copa de vino que le acababa de servir. Entreabrí los labios al verla.

—Ya, estás bien y te acabas de beber la copa de vino entera y del tirón... —Asentí, me humedecí los labios y le serví un poco más de vino, escuchándola reír.

—Nada, no es nada. Tonterías mías. —Giré rápido la cabeza hacia ella, poniéndole el corcho a la botella.

—Cualquier tontería tuya quiero saberla. —Cogí su mano entre las mías y ella frunció el ceño negando, encogiéndose de hombros. Se quedó en silencio durante unos segundos e hizo una mueca.

—Es que... Echo de menos a mis padres y no quiero echarles de menos, ¿sabes? —Soltó una risa triste, mirando hacia la pared. No, esto no era 'una tontería de las suyas'; esto era algo importante. —Te veo a ti con tus padres, lo bien que os lleváis después de todo. Veo a Clara, cómo te trata y cómo me trata a mí, pero al fin y al cabo es tu madre y no la mía. ¿Por qué les echo de menos?

—Porque quieras o no son tus padres. —Camila agachó la cabeza apretando los ojos sollozando mientras negaba. —Sé que te han hecho daño, y sé que... Fueron unos cabrones contigo. ¿Pero qué pasa si uno de ellos muere? Vas a estar arrepintiéndote toda tu vida de no haber arreglado las cosas. —Soltó mi mano para poder limpiarse las lágrimas. —No has escuchado su parte de la historia, y... Me parece que quizás tengan algo que decir.

—¿Por qué ahora los defiendes? —Me preguntaba con la respiración agitada, levantándose del taburete para darse la vuelta.

—Porque han venido una y otra vez a verte aunque les decías que no. Y quizás es porque... O realmente lo sienten, o la realidad no es como tú la has vivido. —Me levanté poniendo mi mano en su brazo, haciendo que se diese la vuelta para mirarme. No podía verla así, le limpié las lágrimas con los dedos sonriendo un poco. —Nunca me has hecho caso, pero por una vez, házmelo.

*

Camila's POV

Quería a Lauren sobre todas las cosas, eso era lo primero. Lo segundo, echar de menos a mis padres me estaba matando por dentro, y quería tener una razón clara para odiarlos del todo, o que me diesen una explicación para aquellos cinco años en los que no llamaron ni una vez.

Mi mano ya no dolía, pero tenerla en aquél cabestrillo era bastante incómodo, sobre todo si iba a entrar a la que había sido mi antigua casa y quería dar un par de golpes en la pared.

Lauren paró frente a mi casa, pero yo no articulé palabra.

—Hemos llegado. —Me giré hacia ella, que me miraba con una pequeña sonrisa. —¿Estás preparada?

—No. —Murmuré negando, y ella soltó una risa. A veces entendía por qué la quería, y ese momento era uno de ellos. No me estaba obligando a pasarlo mal, Lauren quería que tuviese ese cariño que ella tenía de sus padres. Quería verme feliz.

a coat in the winter; camrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora