Mis manos están enredadas en el cabello de Deavon, de pronto ya no tengo hambre y parece que toda la angustia que había tenido en estos días desapareció.
Su lengua se desplaza por la mía como si fuese su propiedad, se encuentran con ganas, con mucha pasión. Presionó mi cuerpo al de Deavon, sus brazos me alzan desde la cintura y yo enredo mis piernas en la suya sin dejar de besarnos; ya se me olvido que es respirar. Mi espalda choca con el frío refrigerador, arqueo está Deavon pasa un brazo sujetando mi peso en él y con la otra acariciando mí pierna.
Necesitaba esto.
¿Lo necesitaba? Los recuerdos y las palabras de Adam están haciendo eco en mi cabeza y de pronto siento que mi concentración está en otro lado. Sostengo sus mejillas casi si aliento y lo obligó a retroceder su boca de la mía.
- Para. –Le digo jadeante–Para por favor. –Cierro mis ojos y escucho su respiración entrecortada, muy parecida a la mía. La decepción se apodera de él y me resbala por su cuerpo hasta tocar el piso.
- Fue un impulso. –Me dice pero yo aún no abro los ojos. De hecho, sigo pegada a este frío refrigerador.
Como quisiera poder ser tan fría como esta pequeña caja de metal.
Quiero llorar pero me contengo. Hay un enorme silencio en el lugar, sé que sigue ahí parado y que está viéndome. No puedo, no puedo dejar que esto pase...¿Que pasa por mi cabeza? Sabía que si entraba algo así podía pasar. Nada de lo que empieza mal puede terminar bien y nosotros empezamos mal, muy mal.
Mi respiración aún no se regula, quiero decir, mi corazón tampoco, aún ejerce este efecto en mí y me siento tan estúpida por no poder recordar todo lo que pasó esa noche. Ni siquiera puedo recordarla como quisiera, no puedo recordarlo a él.
- Alice... –Susurra y siento que se acerca a mí.
Abro los ojos y al verlo, los suyos están inundados de lágrimas. Esta conteniendo la respiración y está evitando mirarme.
- Mi intención jamás fue hacerte daño. –Musita muy despacio.– De verdad lo siento.
Deavon se acerca y yo me quedo estática, sostiene mis mejillas y sella sus labios en mi frente.
- Sé que no me crees o no quieres creerme, pero Alice, tu en serio eres lo mejor que me pasó en mucho tiempo. –Musita con sus labios en mi frente aún– Gracias.
Siento su cuerpo alejarse del mío y tengo está lucha interna conmigo misma sobre cómo me siento, no tengo una respuesta ahora mismo. El corazón parece detenerse en el momento en el que gira la manecilla de la puerta y sale de mí casa. Ese clic de la puerta cerrarse. Hace que vuelva a cerrar los ojos.
¿Qué vas hacer Alice? Yo no tendría porque hacer algo. Limpió el rímel corrido de mi rostro y respiro profundo. Si te convences de que no duele, no dolerá. Me digo a mí misma y camino hacia la habitación. Una vez más, sin apetito, sin nada.
Quiero recordar, quisiera tanto recordarlo poder sacar mis propias conclusiones sobre el tema, pensar en frío y apartando los sentimientos pero es tan imposible para mí hacerlo que creo que toda la vida estuve sujeta a solo pensar por lo que los demás me decían o yo veía, sin darme cuenta que hay más allá. Me quedo mirando lo blanco del techo unos minutos, jamás leí los papeles que me entrego Deavon. Yo podría... un gran suspiro sale de mi, estoy agotada de todo esto, de pensar, de querer que las cosas fueran distintas. En la basura, están los papeles que Deavon me dio, el lunes cuando los conseguí los quise quemar pero me contuve y solo los eche.
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Prohibido
Romance[SIN EDITAR] La ciudad que nunca duerme, un trabajo, una casa, amigos y la locura de Nueva York. Alice esta acostumbrada a vivir así, cree que tiene la vida perfecta, tan perfecta como aburrida. Tiene un novio, un buen trabajo, unas buenas amigas y...