La primera reacción de Lily al ver la puerta abrirse fue encogerse en su sitio lo más que le permitían las ataduras en sus manos, y es que, a pesar de que sabía que todo intento de su parte para protegerse de quienes la mantenían en cautiverio era totalmente sin sentido, también estaba convencida de que no dejarían que la lastimaran a ella o a su bebé, no sin al menos luchar.
—¿Estabas haciendo escándalo para llamar la atención y, cuando logras tu cometido, te escondes? —se burló Joshua— ¿Quién carajos te entiende, ah?
Lily abrió los ojos como platos, aterrada y comenzó a llorar de nuevo con enorme desesperación.
—¡Déjame ir! —rogó la chica—. No le voy a decir a nadie que me secuestraste, pero por favor, ¡déjame ir!
—¿Y perderme la oportunidad de ver tu rostro aterrorizado cada vez que quiera? ¡jamás! —contestó aquel antes de soltar una risotada y caminar hacia la cama donde yacía la escritora.
Lily comenzó a patalear, asustada y en medio de un ataque de pánico pero eso no detuvo a Joshua para que se cerniera sobre ella y comenzará a rasgarle la ropa con violencia, sin siquiera considerar el abultado vientre que poseía la muchacha.
—¡No! —gritó la muchacha cuando el hombre comenzó a besar su cuello con lascivia— ¿Por qué me haces esto, Joshua?, ¿qué te hice yo? —preguntó entre sollozos—. Eres un hombre libre, puedes acostarte con quien quieras, ¿Por qué te empeñas en hacerme daño?
—¿De verdad crees que hago todo esto para poder estar entre tus piernas? —Soltó Joshua con sorna—. Eso lo puedo hacer contigo o con cualquier otra zorra cuando mejor me parezca, niña estúpida.
—Si no es por esa razón, ¿cuál sería entonces? —contestó la aludida con la voz rota—. Desde que entraste a mi vida no has hecho otra cosa que destrozarme y abusar de mí, ¿si no lo haces para acostarte conmigo entonces por qué lo haces?
—No lo sé —contestó el hombre poniéndose de pie y caminando alrededor de la estrecha habitación—. Tú eres la hija de James Albright, tú me dirás.
Al escuchar el nombre de su padre salir de los labios de Joshua, la chica sintió un mal sabor de boca, sobretodo porque era imposible que él supiera el nombre de su padre debido a la rotunda negativa de Laura de tratar ese tema en casa, casi como un tabú.
—¡Cállate! —demandó la chica al tiempo que sacaba fuerzas de quién sabe qué lugar para empujar lejos a su agresor—. ¡Ni se te ocurra hablar de mi padre, ¿te queda claro?! ¡Tú ni siquiera lo llegaste a conocer!
En los labios del hombre se fue pintando lentamente una sonrisa lobuna, llena del placer de saber algo que la muchacha desconocía, algo que podía llegar a herirla incluso más que cualquier otra cosa que se le ocurriera hacer con su cuerpo.
—¿De verdad crees que no lo conozco? —interrogó el hombre con un tono burlón— ¿Sabes a que se dedicaba él antes de enfermar y morir, ah?, ¿acaso sabes que James era taxista?
Lily frunció el ceño, confundida. Sabía que su padre era taxista, de hecho, era emblemática la historia de cómo Laura conoció a su padre un día en que aquella abordó un taxi sin haberse fijado que éste estaba ocupado y que ella, al darse cuenta de su error, le pidió al chofer que se detuviera para ella poder bajar a lo que él le contestó que no se preocupara, que él la llevaría a dónde sea que ella fuera.
—¿Qué? —preguntó el hombre al notar el desconcierto reinante en el rostro de la escritora—, ¿te sorprendí, no es así?
—Lo que me sorprende es que mi mamá te lo dijera...
—El punto aquí es que Laura no me contó nada, Lily, yo lo sabía desde siempre —sonrió—. Mira, voy a hacer el cuento corto porque de verdad quiero follarte —soltó mientras caminaba hacia la cama y se cernía sobre ella, tomándola por sorpresa—. Yo conocí a James hace mucho tiempo, incluso antes de que él conociera a Laura. Formaba parte de mi grupo de amigos, ¿acaso pensabas que él de verdad murió de cáncer de pulmón o que yo fui el primer adicto por el que tu madre se sintió atraída? ¡James murió por una sobredosis, Lily!
La muchacha comenzó a sollozar, negando con la cabeza. Su padre no podía ser un monstruo, él no podía ser el hombre que Joshua le estaba pintando, era imposible.
—Y eso no es todo —continuó el hombre, sonriendo con malicia al ver la forma en que su declaración anterior había afectado a la joven.
—¿Hay más? —inquirió aquella con la voz rota.
—Conmigo siempre hay más —contestó el hombre mientras comenzaba a acariciar el cuerpo desnudo de Lily—. Por ahora, confórmate con saber que tu padre no es el santo que tú crees que era —afirmó para luego comenzar a abusar de la muchacha.
Joshua pensaba que había logrado amainar por completo el espíritu combativo de la joven al haberle quitado al quizás único hombre que ella todavía admiraba pero en realidad no podía estar más equivocado...
... Y es que la chica, en medio del dolor estaba comenzando a hallar su fortaleza interna y sus ganas de luchar; sabía que no podía contar con Peter ni mucho menos con Brandon tanto como estaba segura que todo hombre que había pasado por su vida la había traicionado, así que solo podía contar con ella misma para salvar su vida y la de su bebé.
˜*˜
La primera reacción de Peter al escuchar los toques de la puerta de su casa fue salir corriendo a abrirla, deseando encontrarse con Lily nada más abrir el portal.
—¡Lil!, ¡qué bueno que regresaste...!
El joven dejó su frase en suspenso al darse cuenta que, quienes tocaban la puerta eran sus padres acompañados de su hija recién nacida así como de Amy y Mary Elizabeth en lugar de su prometida.
—¿Peter? —preguntó Sonia al ver el semblante pálido de su hijo y como éste había bajado su mirada—, ¿dónde está Lily?, ¿por qué dijiste que era bueno que había regresado?
—Sí, Peter, es verdad —intervino Amy—. Estuve llamándote toda la noche y no me contestabas y ahora estás actuando así todo raro, ¿de qué nos perdimos?
El muchacho se hizo a un lado para hacerles espacio a las cinco personas que habían llegado a visitarle. Y es que como si su mala suerte no era poca, no solo tenía que afrontar la desaparición de Lily y el ataque del que había sido víctima Gillian sino que ahora también tenía que lidiar con la presencia de sus padres y de las amigas de su prometida en su casa, con todo lo que aquello conllevaba.
—Y bien —comenzó Sonia ante la mirada acusatoria de Greg quien se sentía mal al ver como su hijo iba a ser víctima de un interrogatorio por parte de su mujer y de las amigas de Lily—, ¿dónde está Lily?
—No lo sé —contestó el aludido en un susurro.
—Perdón —terció Mary Elizabeth mirándolo con el ceño fruncido—, ¿escuché bien?, ¿acaso dijiste que no sabes dónde está Lily?
—Así es —asumió el joven levantando la mirada por primera vez en el tiempo que llevaban de conversación—. Lily discutió conmigo anoche, recogió sus cosas y se fue.
—¡¿Cómo?! —chilló Amy, ignorando olímpicamente los llantos que su grito había causado en la pequeña bebé que estaba en aquella estancia—, ¿cómo es eso de que Lily se fue?, ¡esto debe ser una broma!
Peter no tuvo otro remedio más que llenarse de valor y contarles lo ocurrido a sus visitantes, después de todo, si alguien podía ayudarle a encontrar a la escritora era su padre.
˜*˜
—¿No vas a decirme nada? —Peter ya había terminado de contarle lo sucedido entre Hillary y él a sus padres y a las amigas de su prometida y la forma en que ésta se había enterado de aquello y, luego de haberse ganado unos cuantos regaños de parte de las tres mujeres, Greg les pidió que lo dejaran a solas con su hijo—. Sonia y las chicas barrieron el suelo conmigo, así que supongo que les pediste que se fueran para hacer lo propio, ¿o me equivoco?
—Es... es solo que no lo entiendo, Peter —musitó el hombre con la mirada perdida—. Creo que no necesito decirte que nunca estuve de acuerdo en tu relación con Hillary, recuerdo que siempre te contaba que no confiaba en ella, que veía como manipulaba a su padre para que hiciera cualquier cosa que ella le pedía y como la veía como una pésima influencia para ti...
—Lo recuerdo —aceptó el joven— pero, también recuerdo que, cuando te conté que ella y yo nos habíamos reencontrado en la universidad y estábamos saliendo te alegraste y hasta me alentaste a que le pidiera matrimonio una vez había superado lo del accidente en que me dijeron que no podía jugar baloncesto a nivel profesional.
—Sí, lo hice —reconoció el mayor—. Lo hice porque pensé que eso era lo mejor que podía pasarte tras la partida de Lily. Por eso no entiendo porqué le fuiste infiel a esa muchacha con Hillary luego de todo lo que tuvieron que pasar para estar juntos de nuevo.
—Ni yo mismo lo sé, Greg, si te soy sincero —admitió el muchacho.
Se quedaron en silencio unos minutos, Peter pensando en lo ocurrido con Lily y Greg pensando en que necesita contarle a su hijo algo que descubrió sobre el padre de su prometida mientras releía el caso de Gillian, silencio que fue interrumpido por unos toques insistentes en la puerta.
—Deben ser Sonia y las chicas, ya les abro —dijo Peter poniéndose de pie para abrir la puerta.
Justo cuando pensaba que no iba a tener más sorpresas por ese día, el muchacho se encontró con una Gillian mirándolo con ojos expectantes y la respiración acelerada.
—¿La encontraste? —interrogó la muchacha—. Dime, ¿Lil está aquí?
La rubia se hizo paso para entrar a la casa, deteniéndose justo en el momento en que su mirada chocó con el gesto sorprendido del hombre que le crió una vez que sus padres fallecieron.
—¿Gillian? —preguntó el oficial jubilado de la policía, lleno de estupefacción—. Hija, ¿eres tú?