-Bueno. ¿Nos vemos, no es así? -le preguntó Leah a Nathan cuando se bajó del auto.
-Claro Leah... por cierto, tu pequeña nariz se ve muy tierna cuando la arrugas al dormir. -lanzó una carcajada y se fue corriendo.
-¡Adiós subnormal! -le gritó ella mientras lo veía correr hacia su casa con los pantalones cayéndosele con cada paso que daba. Se había olvidado de su cinturón. -¡Ah, Nathan! -le gritó y él paró de correr y se volteó a verla.
-¡¿Qué?! -le gritó.
-¡Cómprate un cinturón! ¡No son tan caros! -se echó a reír y puso en marcha el auto, Nathan observó con una sonrisa a la chica de cabello rosa que se iba riendo a carcajadas.
P.O.V Nathan
Al entrar a mi casa saludé a mi abuela, mi madre, mi tío y mi tía, quien estaba esperando a un bebé y no se logró levantar del asiento para saludarme. Todos reímos, incluyéndola.
-Hijo, ven acá. -me llamó mi abuela desde su asiento, que quedaba a un lado del calefactor ya que ella era un poco friolenta.
-Dime abuela. -le respondí mientras me acercaba a ella haciendo rechinar el suelo de madera cubierto por una alfombra azul.
-Hay alguien esperándote en la habitación de invitados. -me sonrió a lo que yo por inercia respondí sonriéndole de la misma forma. -llegó ayer pero como no estabas, se quedó a dormir.
-Gracias abu. -le sonreí otra vez.
Me encaminé rápidamente a la habitación que me había indicado mi abuela, el pasillo lleno de fotografías se veía desordenado, pero la verdad era que no lo estaba; la vejez de la casa lo hacía verse de esa forma.
Toco la puerta tres veces seguidas y escucho un "pasa" que proviene del interior de la habitación, y la voz me provoca escalofríos.
Abro la puerta de madera barnizada, y poco a poco veo a la persona que hace meses no veía; era Sarah.
Ella estaba sentada a lo indio en la cama con almohadas burdeo, con su notebook sobre las piernas y los audífonos puestos. En cuanto me vio sonrió, se quitó los audífonos y se levantó de la cama para abrazarme. Nervioso respondí a su abrazo, que ya no sentí cálido como los sentía antes, sino que un abrazo corriente como los que das a extraños.
-Te extrañé. -me susurró dulcemente al oído y pude sentir que sonreía.
-Yo también. -le mentí.
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El Chico De La Gasolinera #NLAwards2016
Short StoryElla siempre iba a cargar gasolina a aquella gasolinera y el siempre la atendía. Ella siempre lo insultaba y él siempre la adulaba. Así nació un amor muy original, que terminó siendo, por más raro que suene, el amor más tierno. El amor entre el ch...