Capítulo 47.

81 2 1
                                    

Algo que recuerdo de mi hermana es aquello que hacíamos ella y yo de pequeñas al quedarnos solas en nuestro hogar. Bailar. Bailar y cantar. Era nuestro mejor momento. A veces, cuando nos habían roto el corazón a alguna de las dos, sin que hiciera falta ninguna palabra, poníamos una canción y empezábamos a cantarla para poder animar a la otra. Y eso mismo, incluso sin ser consciente de ello, es lo que hace Bambi. Se acerca a mí, me sonríe y, como si nuestra conexión de hermanas no estuviera lo suficientemente demostrada, me hace una pregunta maravillosa.

-¿Conoces la canción de "Move" de Little Mix?

-Don't you know a girl like a boy who moves-canturreo.

Mi hermana me sonríe ya atenta a la pantalla del móvil. Lo ha cogido en cuanto ha oído la primera nota. Me mira entusiasmada cuando encuentra la canción en su lista de reproducción y, al darle al play, me sorprende con mi versión favorita de la canción. Los ojos de mi hermana brillan con muchísima intensidad; felicidad, incredulidad, emoción, energía y satisfacción. Tal vez también un poco de melancolía. La verdad es que jamás pensé que volvería a repetirse esta ocasión. Y algo me dice que Bambi estaba igual que yo. Pero entonces nos encontramos las dos juntas en el jardín de mi casa, con ganas, con motivos y con mucha ilusión. ¡Es imposible resistirse a esto! Es como si el destino quisiera que esto ocurriera.

Como siempre pasaba cuando nos quedábamos solas en casa, es mi hermana pequeña quien coge las riendas de la canción, así que, como siempre, ella canta la primera parte dejándome a mí la siguiente y guiando así por turnos qué canta cada una. Obviamente, y sin poder evitarlo, el canto lleva a la coreografía. Nos la sabemos, no tiene mucha, es sencillo. Y lo más mágico viene cuando Hugo se uno a su esposa uniendo sus cuerpos y moviendo las caderas balanceándolas de un lado a otro. Son tan guapos juntos, tan cuquis, tan buena pareja. Igualito igualito que James y yo. Mi hijo, que parece percatarse de ello (como niño espabilado que es), se junta a mí y me tiende sus brazos. Yo, conquistada completamente por el ritmo, dejándome invadir por él, le cojo en brazos aprovechando para poder balancearle de un lado a otro. Muevo las caderas bailando como siempre hago mientras recojo la casa. A veces, incluso eso es buen profesor. Ni siquiera miro a mi prometido en ningún momento. ¡Qué se joda! Es mi momento, es mi familia y es mi vida. Sé que me lo estoy repitiendo mucho, pero creo que lo necesito para convencerme de ello. A cada cosa que hago me estoy preguntando que va a pensar él de ello y no debería. He de hacer las cosas simplemente porque me apetecen y por nada más.

Cuando la canción acaba, mi hermana llama a sus hijas y les dice algo en el oído. Nada más oírlo, esas dos mostruitas empiezan a saltar y vitorear. Parece que el plan les gusta y ante eso solo tengo una pregunta, ¿cuál es el plan?

-¿Qué me dices, Mich? ¿Nos animamos a bailar "Hair"?

-¿La coreografía del Summertime ball?

-¿Cuál sino?

Ahora soy yo la que salta y vitorea. ¡Sí que me gusta el plan!

-¡Está siendo el mejor día de mi vida!-río.

Lísabet, Sophie, Bambi y yo nos colocamos una al lado de la otra dejando un espacio entre una y otra para poder movernos libremente. ¡Madre mía! ¡No me lo creo! Es impresionante, ¿no? ¡Es algo que nos gustaba hacer hace 17 años! Antes nos ocultábamos para hacerlo y ahora es el acto que une a toda la familia. Creo que por eso lo disfruto más que nunca. Y creo que por eso, aunque me afecta, no paro mis pasos al ver como James entra en casa después de haberme mirado fijamente durante casi todo el tiempo.

El baile acaba y la comida esta lista. Esto último son las palabras mágicas para que el desaparecido reaparezca. Adam se sienta junto a sus primas en la mesa rosa. Está súper emocionado por lo que está viviendo este día. Mamá no suele soltarse tanto y si lo hace él no está para verlo. Mamá suele dejar que sea él quien se luzca siempre, creía que eso era lo mejor, pero parece que a mi bebé también le gusta ver que mami disfruta de la vida. Hugo, Bambi y yo ya nos estamos sirviendo la comida cuando James llega. Se sienta a mi lado, pero ni siquiera me mira. Simplemente espera a que Bam deje el plato sobre la mesa para poderse servir él.

Mi familia y yo hablamos un poco de todo. De nuestro pasado, de nuestro presente, de nuestras anécdotas divertidas y lo increíble que ha sido nuestro baile. Hugo ha tenido que elogiarnos a las dos. A mí por mi talento y a su esposa por esa capacidad de seguirme el ritmo teniendo un esguince en el pie derecho. ¡Hasta a mí se me había olvidado eso! No ha traído muletas, se ha quitado la grandiosa escayola, va con un simple vendaje. ¿Cómo se le ocurre? Es tonta, pero es mi chica tonta. Con muchísimo cariño, lo digo. Todo es demasiado tenso en la mesa azul, pero parece que yo soy la única en percatarse. Mi hermana mira a mi prometido y sonríe. Mi cuñado hace igual. ¡No puedo llegar a entenderlo! ¿Por qué sonríen? ¿Es que a caso para ellos la tensión es cómoda? Sigo el hilo de la conversación como si no me percatara de nada, pero estoy sintiéndome como cuando empezaba a socializarme con gente nueva y, como todos saben, los principios no son muy cómodos en este campo. Estaba siendo un día genial, pero ahora mismo solo quiero que la comida acabe para poder seguir alejada de James. Tal vez mi niño me necesite para algo en la mesa de al lado. Miro hacia su dirección. ¿A quién quiero engañar? Papá le ha enseñado bien cómo comportarse en la mesa. El mismo papá que ahora se ha enfadado conmigo tontamente.

Cuando mi tortura por fin termina y todos nos dedicamos a quitar la mesa, ya ni sé como sentirme. ¡Dios! Intento no estar tan pendiente de él, pero siempre hay una mirada o un roce que me lleva de nuevo al vacío. Entonces, para rematar, mi hermana me guía hasta el centro de la Torre Eiffel mientras Hugo hace lo mismo con mi novio. Nos dejan a los dos ahí en medio para luego dar cuatro pasos hacia atrás y mirarnos maravillados. Quiero irme, pero Bambi me advierte con la mirada que he de quedarme ahí. Y yo suspiro y me resigno sin saber por qué me obligan a sufrir esto. De repente, ni sé de dónde, mi hijo Adam aparece ante nosotros con una caja en sus manos. Espera unos segundos y cuando su tío le da la señal la abre. Se oyen fuegos artificiales procedentes del tono del móvil de Hugo y, al mismo tiempo, mi hermana deja que una lluvia de confeti caiga sobre nosotros tres. Estoy impresionada el anillo es precioso. Pero, pero no entiendo qué está pasando. ¡Ya estamos prometidos! ¿Va ha hacerlo otra vez?

Miro a James esperanzada. Creyendo que es su manera de decirme que confía en mí y que esto no ha sido más que un juego para que la sorpresa fuera mayor. Mis ojos brillan por la emoción, la ilusión y la esperanza. Pero no hay lo mismo en los de él.

-Lo siento, pero no puedo hacerlo.

Se va de ahí corriendo. No tardo nada en oír la puerta cerrarse. No puedo creérmelo. ¿Tan grave es? ¿Tan horrible es lo que hice que ya no quiere casarse conmigo?

Destinos cruzados.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora