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Me senté en el taburete de la barra en cuanto tuve oportunidad de levantarme del regazo de Drew. Seth me había ofrecido un trago pero Drew insistía en quitarme el vaso con alcohol de mis manos y eso me dejó enfadada, en más de una vez casi di vuelta el líquido en su ropa, pero alcancé a bebérmelo antes de que desapareciera. Me jodía que pensara que podía controlar mis actos, digo si me ha traído hasta aquí entonces lo mejor es que me divierta.

El barman se puso enfrente de mi, esperando a que yo decidiera que iba a beber pero aún no tenía idea de que podría agradarme.

-¿Qué pedirás linda? -me sonrió amable, pero sus ojos marrones se desviaron a mi lado lo cual provocó que le mirara confundida.

Volteé levemente mi cabeza para ver al pelinegro que estaba completamente serio observándonos.

-Ella solamente beberá un zumo de arándano-Drew habló demandante.

-Soy alérgica a los arándanos, Drew-hablé molesta volviendo a mirar al barman, que ahora estaba más que confundido con nuestra charla.

-Entonces que sea de naranja-Drew sonrió satisfactoriamente.

-No, tráeme cualquier cosa, menos un maldito jugo.

El chico simplemente desapareció sonriéndome pero mi atención se vio interrumpida por el gruñido que alcancé a escuchar del moreno.

-¿Por qué jodidos tienes que hacer siempre lo contrario?

Me preguntó molesto y yo me acomodé en el taburete intentando no perder el equilibrio que ya no estaba tan a favor de mí.

-Porque soy mayor y puedo tomar la decisión de si quiero beber. No soy una niña, por si no te habías dado cuenta.

Le sonreí cínica con cierta burla en mi voz y tomé el vaso que deslizó el barman hasta mi lado, miré su contenido y sin pensarlo dos veces lo acerque hasta mis labios para sentir el frío líquido correr por mi garganta, dejando un pequeño escozor en cuanto tragué. Era bastante delicioso, no creí que iba gustarme.

Me recorrió con la mirada para luego morder su labio inferior.

-Por supuesto que me he dado cuenta.

-¿Tú no beberás nada? -le pregunté dejando pasar su comentario puesto que aún podía notar la molestia que emanaba el chico que estaba a mi lado.

-No, no sí quieres llegar viva a tu casa.

Respondió brusco con ese semblante serio que no me sorprendía viniendo de él.

Me encogí de hombros despreocupada y terminé el contenido que había en el vaso para luego dejarlo en la barra y levantarme casi tambaleando, solté una risita tonta al notar la adrenalina correr por mis venas. Los efectos del alcohol no se hacían esperar.

-Nunca me has dicho tu edad.

Escuché la ronca voz de Drew que a su paso me parecía demasiado atractiva en estos momentos.

-¿Qué edad crees que tengo?

Pregunté sonriéndole, casi intentando no enredar mi lengua con cada palabra que pronunciaba.

-¿Diecinueve?

Arqueó una ceja sacándome de transe al quedarme mirándole embobada. Debo admitir que su rostro se veía demasiado seductor con las luces parpadeantes del ambiente, o quizás simplemente estaba muy borracha pero siempre me ha parecido muy atractivo.

-¿Halle?

Volví a escuchar su voz y parpadeé volviendo a concentrarme en su respuesta.

-No, tengo veintiuno y si tuviera diecinueve no hubiese podido entrar a un bar, genio.

Hit Me © | Terminada |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora