Me levanto por un golpeteo incesante que proviene de la puerta.
Por un instante no recuerdo nada. Ni dónde estoy o qué es lo que ha pasado.
Un murmullo hace que abra mis ojos.
—Ann... —Dice Andrew suavemente.
Observo su rostro. Se acaba de levantar, y por su ceño fruncido puedo decir que está perdiendo la paciencia al ver que no me despierto.
Noto que ya es de día, y es como si ese hecho me hiciera despertar de golpe. Hoy era el día. Hoy me iría a quien sabe a dónde.
Observo como Andrew ya no está a mi lado, ahora está en la puerta hablando con el que creo que es Noah.
Finalmente Noah se va, pero Andrew no cierra la puerta.
—¿Ha pasado algo?
Andrew tiene una mirada extraña en su rostro, indescifrable. Por un momento me asusto.
—Han venido por ti.
*~*~*
Es una situación rara.
El policía tomando café con nosotros como si fuese lo más normal del mundo llevarse a una huérfana.
Desde que entré a la sala y me senté junto a Andrew, nadie ha dicho una palabra. Era como si todos supieran algo que yo no. Me estaba poniendo de mal humor.
¿Qué podía ser tan malo?
—Bueno —El policía deja su taza con café en la mesa y se levanta—, ha llegado la hora.
—¿A dónde iré? —Me atrevo a preguntar, sin embargo, no me levanto de mi lugar.
—Bueno, te habíamos encontrado un orfanato pero por suerte hemos hallado un familiar.
¿Familiar? No sabía que era peor.
Quizás sea el padre al que nunca conocí.
—Tu madre.
Sin ser dueña de mis acciones, me levanto de golpe del sillón. Mis ojos están abiertos de par en par y mis cejas están bastante elevadas.
Lo único que sabía de mi madre era que había engañado a mi padre biológico con Luke para luego abandonarlo a él también. Según Luke, mi madre había dejado una nota de que se había cansado y había huido a Las Vegas.
Si todo esto es cierto, no quiero irme a vivir con esa clase de personas. Probablemente se canse de mí y me abandone otra vez.
—Hora de irnos, te llevaré a tu nueva casa.
Lo sigo en silencio. Todavía intentando procesar la información. No sabía cómo iba a tratar a mi madre. ¿Me pediría disculpas por haberme abandonado? ¿La perdonaría?
Tenía tantas dudas e inquietudes.
Antes de atravesar la puerta, la mano de Andrew toma mi brazo y me obliga a detenerme.
—Llamame cuando ya estés allí. —Pasa un segundo hasta que se da cuenta de que no tengo celular—. Seguramente tu madre tiene un teléfono.
Toma una lapicera de la mesa que se encuentra junto a la salida y me anota un número (el suyo supongo) en la mano.
Yo intento darle una sonrisa que le indique que todo va a ir bien, que voy a estar bien, pero termina siendo una sonrisa para convencerme a mí misma más que a él.
Él nota que no estoy bien, y me doy cuenta que la sonrisa no ha funcionado.
—Te quiero. —Agrega.
Y eso es todo lo que necesito para darle una sonrisa verdadera.
De todos modos, la preocupación en su mirada se queda grabada en mi mente durante todo el camino en el auto de policía.
Durante el trayecto, intentaba imaginarme como sería mi vida a partir de ahora. Ahora que tengo una "familia". Pero antes de que pudiera imaginarme nada, el auto ya se había detenido.
No sé cuánto duró el viaje. Maldigo a mi mente por no concentrarse en el camino y maldigo a Andrew por decirme que me quiere, impidiéndome pensar con claridad.
Estaba tan distraída que podrían haber pasado 5 minutos o bien una hora.
Sin embargo, por las lujosas casa que habitaban el barrio, estaba segura de que no estaba ni siquiera cerca de la casa de los Monroe. Ni siquiera estaba cerca de mi, ahora antiguo, barrio.
Cuando el policía dijo que me llevaría a mi nuevo hogar, me imaginaba una casa como la de Andrew, sencilla y acogedora. Una casa hogareña en la que vivirán una madre y su hija.
Pero debería habérmelo imaginado. Una madre que te abandona para irse a Las Vegas, no vive en un lugar como en el que yo vivía. Vive en una casa enorme y ostentosa como la que tengo delante mío.
Todas las luces están encendidas por lo que mis esperanzas de que no haya nadie en casa se esfuman. Hay más luces de las que una persona necesita, incluso hay entre los árboles y arbustos que decoran el espacioso jardín delantero.
El policía me acompaña todo el camino (también decorado con luces) hasta la puerta.
Cuando toca el timbre, estoy segura de que resuena en todas las habitaciones del lugar. De todas las preguntas que me tendría que estar haciendo, me encontraba preguntándome la más tonta. ¿Cómo será mi habitación?La puerta se abre cubriéndonos en una cálida luz amarillenta. Un señor mayor de unos 50 años, aparece ante nosotros.
—¡Oh, cierto! —Dice el hombre. ¿Se habían olvidado que vendría? Empezamos bien—. ¿Ann, cierto?
Yo muevo la cabeza afirmando un tanto insegura.
—Bienvenida. Pasa. —El señor abre más la puerta dejándome ver un poco el interior de la casa. Sólo el recibidor es más grande que mi antiguo cuarto.
Me quedo parada en mi lugar. No me atrevo a entrar. Si lo hago, estaré aceptando vivir con ellos. Con mi madre y con este señor desconocido. Aunque ambos son desconocidas para mí.
No quiero estar aquí. Quiero volver a hace tan sólo unas horas, cuando en la noche me hallaba en los brazos de Andrew. Ahí era todo calma.
Sin realmente ganas, me adentro en la casa. La puerta se cierra detrás de mí. Me volteo, pero yo soy la única que ha entrado, el policía se ha ido.
—Tu madre está en la sala, vamos.
¿Y por qué no vino ella a abrir la puerta? ¿No estaba emocionada por volver a ver a su hija? Sin embargo, no dije ninguna de estas palabras. No dije nada. No sabía qué decir. Tendría que haber preparado un discurso en el trayecto hasta aquí.
Caminamos por un largo pasillo con varias puertas a los lados, hasta que llegamos a la sala. Me pregunto quién necesita tantos cuartos. Yo no podría llenarlos.
Una mujer está sentada en un largo sillón rojo con un libro en la mano. Instintivamente, estiro mi cuello para ver la portada del libro, pero la mujer (supongo que tendré que acostumbrarme a llamarla mamá) se levanta y lo cierra.
Sus ojos verdes se encuentran con los míos. Este es el momento en el que yo tendría que sentir nostalgia o cariño, pero no siento nada. Es sólo una persona más, alguien que podría haber cruzado en la calle sin parar a mirar.
Se dirige hacia mí con su cabello rubio, claramente teñido.
Sorprendentemente me abraza. Yo me quedo inmóvil.
—Bienvenida hija. —Dice con su melosa voz.
Hija. Me suena tan distante. Tan imposible.
Sin embargo, era posible. Me encontraba entre los brazos de mi madre.
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El Chico de los Libros.
RomanceAnn es la típica chica de 17 años marginada y sin amigos... bueno, sus únicos amigos son los libros. Ann no cree en el amor. Ann no cree en el chico perfecto. Su perspectiva acerca del amor empieza a cambiar cuando un día decide quedarse después de...