Primera parte: "Su blanca piel"

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Deberíamos brindar más por las historias de amor poco casuales. Yo tuve una de esas. Tan fugaz pero tan marcable,  que que veces me cuestiono si realmente la viví o simplemente fue un sueño durante una noche de invierno en el que me sentía solo.
La conocí en invierno. Y de la manera menos casual posible. No fue ni un parque mientras pasábamos nuestros perros. Ni en la biblioteca mientras estudiábamos.  Ni en una fiesta entre amigos. Ni siquiera de manera casual por cualquier calle de la ciudad. Era invierno. Todo estaba nevado, el ambiente invitaba a buscar a una persona con la que meterse en la cama abrazado y aguantar las duras temperaturas típicas de esos días. Era ideal para tener una relación romántica, o todavía mejor, empezarla. De esas que sólo ocurren en las películas.  Y seguramente ese invierno muchas parejas más se conocieron. Se dieron su primer beso debajo de cientos de luces. O mientras nevaba. Delante de una chimenea a punto de quedarse sin leña. O en una pistas de hielo típicas en esas fechas. Muchas parejas se formaron ese invierno. Muchas tuvieron citas románticas en paisajes idelicos. Cogidos de la mano mientras con la otra tomaban un chocolate caliente en cualquier terraza de cualquier bar. Miradas calidas en un entorno frio.

Menos nosotros. Nosotros no fuimos románticos, ni idelicos. Ni siquiera fuimos pareja. Fuimos algo. Algo que no se puede etiquetar porque no encajaba en ninguna etiqueta existente. Éramos ella y yo. Yo y ella. Y muchos se cuestionaron nuestro amor. Y, admito, que yo en unas cuantas ocasiones también. Pero ahora así,  en la distancia, ydespués de tanto tiempo la veo diferente.  Una historia de amor poco corriente. Pero suelen suceder. Y si no, deberían suceder más.

Esa tarde, después de un largo y agotador día de trabajo la conocí. Vi por primera vez su piel blanca, manchada por tatuajes que empezaban a magnificar se a lo largo de sus brazo y piernas. Esa pequeña melena negra. Densa y oscura. Que hacía contraste con la piel, los tatuajes y  sus ojos. Esa pequeña melena que acababa reposando sobre los hombros. Media melena detrás de la oreja derecha y la otra mitad tapando media cara. Y si el impacto del contrate entre pelo y piel no fui suficiente, vi sus ojos. Aun más oscuros que su pelo. Esos ojo y esa mirada me pusieron alerta. No tenía enfrente a una mujer. Ni una niña. No sabia descifrar esa mirada. Me sentí como un cazador desarmado frente a un majestuoso leopardo. Esa mirada felina me recorrieron de arriba hasta arriba bajo varias veces. Y una ligera sonrisa se dibujo sobre sus labios. Rojos y gruesos

-Bella. Puedes dirigirte a mi así.-Me dio la mano, sin apartar esa mirada ni un segundo.
-Bella...Encantado.- tartamudee un segundo.-Me llamo ...
-X. Me dieigire a ti como X.  Así es como os suelo nombrar.-Se acomodò en el sofá. Y al comprender que yo no estaba al tanto de la situación,  volvió a su posición.-¿No sabes quien soy ni que hago  aqui no?

Negué con la cabeza. No comprendía la situación. No ocurre cada día encontrarse una mujer en un vestido ajustado esperando en casa a la vuelta de trabajo. Y así la conocí. Mediante una broma. Una vacilada de mis allegados. Una chica de compañía. Ella una experta y yo un inexperto.

Me senté cuidadosamente cerca de ella. Y esa mirada suya no se apartaba ni bajaba de intensidad.  Me cuestione esa mirada durante años. Y a veces me la sigo cuestionando. Como una persona tan vulnerable podía tener una mirada tan dura, furiosa y llena de fuerza. Pero no sabia que me iba a traer ese invierno. Ni esa chica.

-Esto funciona así.  Haces una llamada y yo me presento. Eres dueño de lo que pagas. Solo tengo una condición. Nada de dormir juntos. Antes del amanecer yo desaparezco.-La miré con cautela. No quería que se sintiera incomoda. No sabia como funcionaba el mundo de las acompañantes.

-Permite me decirte que no pienso acostarme contigo...mis intenciones no son tan obsenas.  No podría faltar le el respeto así a una mujer.-Una carcajada suya inundó el silencio de mi apartamento.

-Cariño, me pagan para acostarme contigo. Pero no dormiré.  El acto de dormir no está en venta.- Esa frase no tenia lógica ninguna. Ella levanto la cabeza orgullosa de todo.

-¿Porque, roncas? - Quería saber el porque de todo aquello.  Y otra carcajada volvió a sonar. Y estaba consciente de que sonaba cómo un completo inútil.  Pero no lo entendía.  Nunca antes había tratado con una chica de compañía.  Y tampoco lo volví a hacer después de ella.

-No.- Y esa fue la primera y última vez que vi a Bella bajar la mirada. Aunque fuera unos segundos. Y no era consciente de ese gesto hasta tiempo después.- El sexo es sexo. Aprietas los dientes unos minutos, te das una ducha de agua fría y los llamas a todos X.  No hay rastro de ellos después de un tiempo. Ni recuerdos buenos ni malo. Ni abrazos cálidos ni sentimientos. No te atas a nadie nadie se ata a ti. Cumples con tu obligación y vuelves antes casa antes dormir.

-Pues sigo sin entenderlo.-Me puse de pie y me dirigí al mini bar que había justo enfrente.-¿ bebes?
-Si, por favor. Llevar alcohol en la sangre ayuda a hacer el trabajo más fácil.- una sonrisa ancha apareció en su cara.- dormir es un acto amoroso. Romántico. Duermes en los brazos que te protegen. Yo no duermo con nadie. En este trabajo debemos ser como los vampiros. Trabajamos desde la oscuridad, sin dejar marcas ni dejar que nos marquen. Una llamada, haces tu trabajo y te olvidas. Y así sobrevives un mes tras otro. ¿Lo entiendes?

luz blancaWhere stories live. Discover now