Capítulo IV

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Y se detuvo a mirar los ojos azules de ella, perdiéndose en aquel mar por un momento. Luego se acercó lentamente.

—C-creo que es hora de dormir. —murmura ella muy suave.

Él respiró algo pesado, deseaba besarla, pero aparentemente ella no estaba lista. Asintió y se alejó, sonriendole.

—Sí, es algo tarde. —murmura, acostándose en la bolsa de dormir. —Buenas noches, Marinette.

—Buenas noches, Chat. —le sonrió, ya acomodada bajo sus sabanas.

No pasó mucho para cuando ambos cayeron en los brazos de morfeo.

Marinette despertó a las 7am, y se encontró con que su minino no estaba en la bolsa de dormir, en cambio, había una nota, la cual ella tomó mientras bostezaba.

«Mi bella Marinette. Espero que hayas dormido bien. No me he podido despedir como deseaba porque me tuve que ir temprano, debido a que si no despertaba en casa, la tercera guerra mundial se desataría en París.
Nos vemos en la noche.

–Siempre tuyo, Chat Noir

Al lado del nombre de él había una pequeña pata de gato, en color verde. Ella acaricio ésta mientras sonreía como tonta, sosteniendo la nota en su pecho. Era una gran manera de comenzar el día.

Medio mes más pasó, ya eran dos meses desde que comenzó aquel curso de superación, el cual ya daba frutos, pues ya Marinette había superado a Adrien y estaba al borde de enamorarse de Chat, y eso le agradaba.

Esa noche sus padres se quedarían hasta tarde en la panadería, así que ella se tomó la libertad de preparar una cena para Chat.

Preparó una bandeja con croissants, algo de queso crema a un lado, unas galletas con chispas de chocolate, unos rollos con canela, fresas con chocolate y dos vasos de leche fría. Subió todo al balcón, preparó una manta en el suelo y dejó la bandeja en esta, colocando una rosa en un jarrón pequeño, y velas alrededor.

Ese día se arregló especialmente, se colocó un vestido floreado color rosa, junto a la chaqueta negra de siempre, quedándose descalza, con una tobillera de flores. Decidió arreglar su cabello diferente, soltó sus coletas y dejó que su cabello quedara suelto. Luego se maquilló muy suavemente.

—Te ves muy linda, Marinette. —la voz de Tikki resonó en los oídos de la chica, la cual volteó a verla con una sonrisa.

—¿Sí? ¿Crees que le guste a Chat? —se miró en el espejo.

—Le encantará, estoy segura. —movió sus bracitos.

—Muchas gracias, Tikki. Te he dejado unas galletas con chispas, ¿te parece bien? —

—Sí, espero que tengan una buena cita. —abraza ligeramente a Marinette. —Deberías subir, Chat Noir debe estar por llegar. —

La chica asintió y subió rápidamente. Se sentó en la manta, para esperar por su chico.

Chat llegó justo a las 8, la hora usual, y desde lejos pudo ver la luz de las velas, pero no fue hasta cuando estuvo cerca que notó que ella había preparado todo. Una sonrisa apareció en su rostro y entró al balcón.

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