XLIII. Acecha el peligro

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KAETLYN

Tras la intensa audiencia que acababa de vivir, Kaetlyn abandonó el salón del trono tras el paso de los reyes. Se quedó parada unos instantes en el pasillo, observando cómo se alejaban en dirección a su alcoba, y sonrió para sí al ver cómo Robb cuidaba de Denea con esmero y dedicación. Quedaban menos de dos meses para el nacimiento del bebé, y su amiga cada día se sentía más pesada y más cansada, pero tenía un gran marido a su lado para cuidar de ella.

Esa escena le recordó irremediablemente a Jon, y se preguntó dónde estaría. Llevaba el día entero sin verlo, y en ese momento notó el vacío que dejaba en su corazón cada vez que no estaban juntos. Negó con la cabeza, llamándose a sí misma" boba" por sonreír a la nada sin motivo alguno. Poco a poco se iba dando cuenta de que cada vez dependía más de Jon, de que no soportaba la idea de estar alejada de él y de que quería pasar la vida entera a su lado. Por un lado, estaba locamente enamorada de él y se sentía como una niña a su lado, radiante de felicidad, pero por otro esa dependencia no le gustaba nada. Le preocupaba que llegara el día en que sus caminos tuvieran que separarse por cualquier motivo, y sabía claramente que ella no tendría fuerzas para retomar su antigua vida con la misma soledad y autonomía que antes tenía. Se encontraba sumida en ese dilema mental cuando se dio cuenta de que había retomado instintivamente el camino hacia la habitación que compartía con Jon, y que estaba a escasos pasos de llegar a la puerta. Llevó la mano al pomo, y descubrió que estaba cerrada. Se extrañó un poco, pues eso significaba que Jon no había vuelto aún y ya era muy tarde. Sacó de su pechera la llave de la alcoba y la introdujo en la cerradura, abriendo la puerta, y sintiendo la humedad y el frío que emanaba de ella. Nadie había entrado en ese cuarto en todo el día, incluso la chimenea estaba apagada... y eso era realmente extraño.

Una sensación de preocupación invadió el pecho de la chica, que cerró la puerta de nuevo y volvió tras sus pasos, decidida a buscar a Jon por donde fuera, aunque no supiera donde ir. Empezó a correr casi sin darse cuenta, recorriendo los pasillos del castillo como una loca y preguntando a todo el que encontraba que si habían visto a Jon Nieve. La respuesta siempre era una negativa, y eso le dio la pista de que Jon no había vuelto al castillo tampoco. Salió al exterior, sin abrigarse si quiera, en esos momentos el frío era algo secundario, y ella estaba acostumbrada a unos inviernos más fuertes, de modo que ni siquiera se preocupó por el vestuario que llevaba. Su corazón la llevó al campo de entrenamiento, allí donde Jon la había llevado varias veces para adiestrarla con la espada, y el lugar donde supuso que entrenaría a los jóvenes soldados que tenía como aprendices. Por el camino, chocó con un robusto joven, que no se apartó por mucho que la vio correr decidida.

-¿Quieres mirar por dónde vas?.-Gritó ella, exasperada, a punto de perder la paciencia.

-Lo siento mi lady.-Respondió el chico con voz dócil, inclinándose ante ella y pidiéndole disculpas.-No era mi intención haceros daño...

Kaetlyn reparó en las vestimentas del chico. Eran cotas de malla finas y ligeras, y jubones de cuero, el atuendo perfecto para entrenar o moverse en un campo de batalla.

-¿Vienes de entrenar? ¿Has visto a Jon Nieve?.-Preguntó ella, ignorando las palabras del regordete.

-Es mi Lord Comandante.-Respondió el muchacho, con cierto orgullo en su voz.-Es muy bueno, no pensaba encontrar a nadie así en Invernalia, él...

-¿Dónde lo viste por última vez?.-Lo cortó ella, sin dejarle acabar la frase. El joven parpadeó un poco y guardó silencio, algo intimidado por Kaetlyn.-¿¡Te he preguntado que dónde está?!.

The Dragon of WinterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora