Capítulo Cuarenta y Tres: Noches de Dolor

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No pensé en la espera, ni en las consecuencias, me dejé llevar. Oh...
Y ver que estoy dejando todo lo planeado, no me importa ya, sólo te pido...

Quédate conmigo. Quédate aquí, en este lugar, el amor no sabe esperar y nos llegó sin avisar. Oh...

Quédate conmigo-

Mi hermana me miró con un atisbo de alegría y me dio un beso en la mejilla mientras que terminaba de cantar.

-Quédate conmigo...- susurré

-Gracias- sonrió -Hace mucho que no me cantabas-

-Perdón- musité y acaricié si cabello

-No importa- dijo y se aferró a mi cintura -Te amo aún así-

-Te amo mi pequeña valiente-

-¿Crees que la puedas cantar de nuevo?- preguntó en un susurro

-Sí- asentí

Esa noche me quedé cantándole a mi hermana por un largo rato. Extrañaba tenerla así, sonriendo mientras intentaba dormir y al menos me dejaba más tranquila el darme cuenta de que ella ya no lloraba.

Al menos estaba haciendo bien mi trabajo.

(...)

Escuché la puerta de la habitación abrirse y de inmediato abrí mis ojos.
Mi hermana aún dormía, pero aún así la tenía protegida entre mis brazos, no la soltaría.
No con ella aquí.

-Es hora de levantarse mis niñas- dijo con una sonrisa

Al igual que el día de ayer, Brigite traía una charola llena de comida que desde aquí se veía bien, pero aún no me confiaba de ello. No en ella al menos.

-Despierten...- susurró e hizo que mi hermana despertara lentamente

Ambas nos sentamos en la cama y miramos a aquella mujer sentarse en la cama y dejar la charola en mis piernas.  Se acercó a nosotras e hizo lo mismo que ayer, nos dio de comer ella misma, como si de verdad fuese una madre devota cuidando de sus hijos.

-Toma Diane...- sonrió

-No- dije rápidamente -Primero yo-

-¿Por qué?- sonrió

-Porque... Soy mayor-

-No seas una egoísta, Anely- me dijo molesta

-Quiero comer- espeté

-Bien- suspiró -Come- dijo y me mostró un bocado

Lentamente abrí mi boca y probé aquel platillo que ella me estaba dando. Como yo lo veía, tenía de dos...

Dejar que Diane comiera primero arriesgándome a que sufriera si es que la comida estaba envenenada, ó hacerlo yo y evitarle algún dolor a mi hermana.

-Eso es- sonrió satisfecha

Yo la miré con un cierto atisbo de rencor, pero lo disimulé con una sonrisa forzada que hacia que ella sonriera aún más. Tenía que mentirle y hacerle creer que ella tenía el poder, quería hacerla confiar para que en cualquier oportunidad pudiéramos escapar.

-Ahora tú Diane- sonrió

-No- negó

-Come- dijo molesta

-No quiero- espetó

Miré a mi hermana y ella no me miró a mí, ahora era ella quien se veía valiente y no yo. Pero eso no era prudente ahora, ella tenía que estar tranquila y no hacer enfadar a esa mujer psicópata que hoy nos tenía cautivas.

Amor Por Contrato ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora