Capítulo 1: El adiós

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—Estamos reunidos porque les tengo que dar una muy lamentable noticia—anunció el Director Michael Brussard frente a todos los estudiantes de la Academia de la Sede de Servicios Secretos—Queremos lamentar la pérdida de un joven compañero y colega: Jason Goldbart—seguido de esto comenzaron los infaltables murmullos y varios llantos provenientes de sus amigos y compañeros de curso—¡Silencio!—pidió Brussard—Lo asesinaron mientras estaba en una misión. Quién tenga algún tipo de información, cualquiera que sea, nos puede ser útil.

—¿Qué fue lo que le pasó?—preguntó uno de los chicos de último año, compañero de Jason.

—Estaba en una misión en Londres y un hombre que corría por el bosque lo encontró a la orilla de un río—explicó Brussard. El alumnado se alteró aún más y Brussard, al ver el lío que había, se retiró sin decir más.

Hacía bastante tiempo que no veía a Jason, desapareció de un día para el otro. Tan solo ayer se me había pasado por la cabeza que él no asistía a la Academia porque estaba enfermo. No podía admitir que esta realidad era cierta.

—Vámonos antes de que se arme más lío—advirtió Beck a mi lado.

—Alex, vamos—Stephanie me tocó el brazo para sacarme de ahí, ya que yo parecía estar muy pasmada.

Salimos de la Sala de Conferencias y nos encaminamos directo a la sala de entrenamiento. Durante el trayecto vi que había mucha gente de la Torre de Operaciones dando vueltas por la Academia, de seguro estaban aquí por Jason.

La Sede tenía forma de S y se dividía en cuatro secciones: la primera pertenecía a la Academia, a la cual asistían los hijos de los espías a partir de los siete años hasta los dieciocho y luego estaba la Torre de Operaciones ocupando las otras tres secciones.

Graduarse no era fácil, lo hacían los valientes, los que lograban sobrevivir. El último año, en especial, era el peor. Ponían a prueba nuestra inteligencia, medían hasta qué punto podía llegar nuestro miedo y nuestro autocontrol. No todos salían de ahí, algunos perdían la cordura en el intento, otros se rendían y otros ni siquiera se molestaban en pisar último año. Nadie moría, o eso creía.

Los que se graduaban entraban directo a la Torre, básicamente allí se hacían trabajos confidenciales del gobierno, pero había cientos de áreas en las que uno podía especializarse y no todas tenían que ver con espionaje. Estaba el sector contable, el forense, el de investigación, el de criminalística, el de narcotráfico, tráfico de armas, trata de personas, profesor en la Academia y muchas más cosas. Una vez estando dentro de la Torre, se podía llegar a ser Director de la Academia y posteriormente integrar la Junta Directiva, ellos manejaban todo el Servicio Secreto. Pero para llegar a uno de esos puestos o tenías que ser demasiado inteligente o tener alguna descendencia importante aquí dentro.

Yo no tenía ninguna de las dos cosas.

Mi padre se graduó de la Academia y se metió a la milicia y mi madre dejó la Torre de Operaciones para encargarse de mí y mis tres hermanos.

Cuando llegamos a la sala de entrenamiento, nos sentamos en un rincón para hablar sobre lo que acabábamos de ver. Beck se veía bastante alterado y miraba hacia todas partes de la sala como buscando a alguien.

—Pobre Jason, era tan talentoso y le faltaba tan poco para graduarse. No se merecía esto—comentó Stephanie tristemente.

A Jason le quedaba un par de semanas para graduarse e iba a entrar a la Torre con honores. Era el mejor estudiante de la Academia.

Toda mi vida había visto a Jason como algo inalcanzable, me sentía tan torpe a su lado. Además tenía algo que lo volvía tan intrigante, siempre me dio la impresión de que escondía algo, porque a veces se metía en lugares que la mayoría de los alumnos no suele transcurrir y era muy cercano al Director Brussard. Una vez intenté seguirlo por un pasillo, pero él notó que había alguien detrás y me escondí.

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