Dean
Sólo había una palabra para describir cómo me sentía conmigo mismo: odio. No solamente conmigo, sino con los idiotas de mis "amigos" y Lisa. Lo peor de todo era que recordaba claramente la expresión de dolor en los ojos de Cas. Era un jodido cobarde, por haber accedido a golpear a Cas, todo fue mi culpa. Sabía que de seguro me detestaba, y no lo culpaba si lo hiciese. Lo merecía.
Con un suspiro ahogado, intente poner mi mejor cara ante la situación. Iba conduciendo mi Impala; Sam y Jess estaban en los asientos de atrás. Podía oírlos hablar, intentaron incluirme en su conversación, pero mis respuestas eran monosílabos.
Mi hermano se empeñó que yo vaya con ellos a cenar, ya que según él, mi humor durante los últimos días fue pésimo y necesitaba aire fresco. Después de mucha insistencia por su parte, termine accediendo.
La noche estaba despejada, tampoco corría viento, por lo que Sam decidió que deberíamos comer en la terraza de aquel lujoso restaurante. Nos ubicamos en una mesa al fondo. Un camarero de unos cuantos años se acercó nosotros, y nos dio nuestros menús. Repase con la vista los platillos y todos sonaban deliciosos, pero no tenía apetito, ni ganas de estar allí.
Mientras esperábamos nuestra comida, Sam se fue por unos momentos de la mesa. Jess comenzó a mirarme fijo con el ceño fruncido.
—¿Qué sucede?—pregunté.
—Se lo que hiciste—dijo Jess.
—¿De qué hablas?
—Cas.
Me tense de solo oír su nombre, y las imágenes de lo ocurrido me atacaron de nuevo. Sabía que Cas y ella eran amigos, por lo entendí su enojo hacia mi.
—¿Cómo está él?—realmente no tenía el derecho a preguntar.
Jess se cruzó de brazos—Deberías verlo con tus propios ojos.
—Yo no quería que eso pasara...
—No me tienes que explicar nada a mi, Dean—se inclinó hacia delante—le estás rompiendo el corazón, y lo peor del caso es que como siempre no te estás dando cuenta.
Luego de mi corta conversación con Jess, la cena transcurrió con normalidad. Sin embargo la culpa que sentía en mi pecho no me dejaba respirar.
Los días siguientes fueron una literal tortura. Siempre inventaba cualquier tipo de excusa para estar alejado de Lisa y los demás. No podía verlos a la cara y fingir que no paso nada. Ellos eran tan responsables como yo de haberle hecho daño a Cas.
Trate de buscar a Cas, por la cafetería, la biblioteca y no había rastros de él, ni siquiera de Kevin. Tampoco asistía a las clases de teatro. Por lo que mi temor aumentaba. ¿Que tal si realmente sufrió algún daño grave a causa de los golpes? ¿Estaría en el hospital, por eso no lograba ubicarlo en ninguna parte? Quite esos pensamientos de mi mente. El estaba bien, tenía que estarlo.
En un intento desesperado por ver a Cas, fui hasta su habitación. Golpee la puerta varias veces y nadie respondió. Seguido de unos minutos Kevin salió.
—¿Que quieres Dean?—su mirada me decía que él también estaba al tanto de los hechos.
—Necesito ver a Cas—dije.
—Eso no va a ser posible—contestó.
—Kevin, por favor.
El suspiro—¿No crees que ya haz hecho demasiado daño?—antes de que pudiera responder, él ya había entrado de vuelta a su cuarto.
Genial. Todo el mundo me odia en estos momentos. Pero aún tenía una oportunidad, un sitio en donde Cas de seguro se encuentre solo.
Requirió de mucha preparación mental llegar al trabajo de Cas. Respire hondo antes de entrar. Mi corazón se contrajo al verlo, su hermoso rostro estaba lleno de moretones, su labio un poco hinchado, también podía ver una lastimadura en su cuello. La culpa de invadió otra vez, si yo no hubiese sido tan idiota, esto no habría sucedido.
Cas se dio cuenta de mi presencia, y su mirada fue de temor, y algo en mi se rompió al ver sus ojos atemorizados.
—¿Qué haces aquí?—su voz era casi inaudible.
Me acerque hasta el mostrador, para poder estar más cerca de el.
—Cas... lo siento.
—No, no lo sientes—replicó.
—Entiendeme Cas yo...
El me interrumpió—No Dean, no hagas esto. Ponte en mi lugar por una maldita vez. No puedes arreglarlo todo con unas simples disculpas.
No sabía cómo mejorar esto, como arreglarlo. Tenía la sensación de que si no hacía algo iba a perder a Cas.
—Solo vete Dean—dijo y se fue a un pequeño cuarto, el cual deduje que era el de suministros. Lo seguí y cerré la puerta de la cabina en la que nos encontrábamos. Era muy pequeña y estrecha. Por lo que Cas y yo estábamos frente a frente.
—Dean, sal de mi camino—hablo Cas, con su cuerpo tenso contra el mío. Este momento determinaría si solo seguiríamos adelante o solucionaríamos todo el asunto.
Enderece la espalda y me acerque a él, haciéndolo chocar contra la pared, impidiéndole moverse.
—Cas...—musite.
Empujo mi hombro, pero mantuve el equilibrio, lo cual pareció enfurecerlo más.
Me empujo otra vez—Muévete, déjame ir. Estoy harto de esta mierda, estoy harto de tu mierda.
Mi respiración salía en jadeos. Abrí la boca para decir algo, pero las palabras no salían. Cas dio un paso hacia el costado para alejarse.
—Por favor, detente. Intento decirte algo—rogue. Sin embargo me ignoro, no me miraba.
—Vete a la mierda, imbécil—gruñó.
Levanté mi brazo izquierdo y agarre su cabello obligándolo a unir nuestras frentes, y situando la otra mano en su cuello, manteniéndolo quieto y con su atención centrada en mi. Se retorció un poco bajo mi agarre, sus labios temblaban y su respiración era agitada. Pero aquellos ojos azulados se encontraban puestos en los mios, demostrando enojo y quizás un poco de esperanza.
—Cas, lo lamento tanto—susurre—jamás quise hacerte daño. Y se que no tengo derecho alguno en estar aquí, no después de todo. Pero Cas, yo—trague saliva—no puedo perderte, no de esta manera.
Su mirada se suavizo un poco. Sin querer toque una de sus heridas y soltó un quejido. Quería compensarlo de alguna manera y comencé a besar lentamente cada una de sus lastimaduras. Pude sentirlo estremecerse ante el primer contacto de mis labios con su piel magullada. Fui depositando besos por todo su cuello y luego por sus hombros. Me aventure a introducir una debajo de su camiseta, el solo emitió un pequeño gemido, el cual me hizo sonreír. El estómago de Cas estaba cubierto por un grueso vendaje.
—Dean...—dijo Cas, con voz ronca.
Tome su rostro entre mis manos, mire sus ojos y luego mire sus labios. Solo necesitaba inclinarme para que nuestros labios se junten. Nuestras respiraciones eran una sola y si no besaba a Cas ahora mismo, me volvería loco. Rocé sus labios y no lo pude aguantar más. Lo bese.
Nos besamos suave y lentamente al principio, sus labios contra los míos, se sienten como todo. Como vivir, morir y renacer; todo al mismo tiempo. Cas se sostuvo torpemente de mis brazos. Cuando profundicé el beso y nuestras lenguas se tocaron, solté un jadeo. Podía sentir la sonrisa de Cas debajo de mis labios. Bese a Cas todo el tiempo que mis pulmones me lo permitieron. Con un gemido torturado aleje mi boca. Los ojos de él aún estaban cerrados, volví a observar sus heridas. No podía hacer esto. Al abrir sus ojos su mirada estaba nublada de deseo, la cual me destruye por completo. Pestañea como si estuviera desconcertado, como si no entendiera porque rompí el beso.
—Lo siento, yo no quería que pasara—me apresure a decir.
Sus ojos azules me miraban fijo. Tuve que apartar mi mirada, si no lo hago, vera mis ojos y sabrá que estoy muriendo por dentro. Lo deseo mas a que nada en este maldito mundo. Me aleje de él; estaba asustado de que termine cediendo y lo bese de nuevo. Cas no se movió de su lugar, me gire para no verlo y poder marcharme de allí.
Después de aquel beso, nada en mi vida tenía sentido. Fue tan hermoso la forma en cómo sus labios y su cuerpo se alinearon tan perfectamente con el mio. Daría lo que fuera por volver a besarlo, daría lo que fuera porque las cosas no fueran tan complicadas entre el y yo.
No poder hablar con nadie sobre aquello era una horrible. Intente hablar con Sam, pero no hubo caso. No encontraría nunca las palabras correctas para decirle que bese a Cas. Un chico.
Sabía que debía hablar con Cas sobre el beso. Pero aún la situación entre nosotros no estaba del todo bien. No insistiría esta vez en verlo, de seguro necesitaba espacio para aclarar sus pensamientos al igual que yo.
***************
Esperaba que esta vez Cas decida asistir a las clases de teatro, fueron días bastantes largos y estresantes. Trate de mantenerme ocupado para evitar pensar, sentía que mi cabeza iba a explotar en cualquier momento.
Como era viernes, camine hasta llegar al aula correspondiente de mis clases de teatro. Desde afuera podía a través de las ventanas de vidrio, a Cas sonriendo. Al entrar nuestros ojos se encontraron por unos segundos, luego el aparto la vista.
Chuck nos habló sobre la historia del teatro y otras cosas a las que no preste atención. Guarde todas mis cosas lentamente, haciendo tiempo para que todos abandonen el aula y poder quedarme a solas con Cas.
—Cas...—dije—¿Podemos hablar?
El pareció pensarlo por unos segundos y luego asintió con la cabeza. Me apoye en un banco para poder estar enfrente de él.
—¿Como estas?—pregunte y fue inevitable no volver a mirar sus heridas.
—Bien—contestó secamente.
La tensión que había en el ambiente era muy notable, aclare mi garganta sonoramente—Este... todavía tenemos que hacer el trabajo que nos dio Chuck, y pensaba en que mañana tal vez nos podríamos juntar en las gradas del campo de juegos a ensayar nuestros diálogos, ¿que opinas?
Su mirada vagaba por todo el lugar—No lo se, no creo que sea muy buena idea. ¿Que tal si alguien nos ve juntos otra vez?—me miró—no quiero volver a sufrir otra golpiza, mis huesos no lo soportarían dos veces.
Ignore la culpa que me causó su comentario y me removí incómodo—Eso no volverá a pasar.
—¿Cómo puedes estar tan seguro?—replicó.
Suspire—Cas, ya te había dicho que lo sentía.
—Lo se—apartó la vista—pero no puedes solucionar el daño que me haz hecho con solo un beso.
Me crucé de brazos sin saber qué decir o hacer.
—Estoy muy arrepentido de ello—respondí—solo serán unas horas, después de todo nuestras calificaciones dependen de ello.
Cas mordió su labio—Está bien, ahí estaré.—seguido de esto se marchó.
Me convencí a mi mismo de esta vez no volver a arruinar las cosas. No por mi, si no por Cas.