¿Por qué el cubano y no el fabuloso francés?

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El viento soplaba tranquilamente, la suave nieve caía por todo Vancouver, pero la calma del ambiente no contagiaba a la tensa conversación entre Matthew y Francis.

—¿Por qué, mon ami? ¿Por qué no quieres de mi amour?— Decía un serio pero avergonzado francés, luego de haber sido rechazado por su tímido amigo.

—S-simplemente no puedo, Francis... Prefiero estar con alguien que me noté más y que realmente pueda e-entenderme...— Fue lo que respondió su compañero, que trataba de sonar tranquilo, como siempre, pero esta vez fue más cortante.

—¿Es porque es moreno, non?—El francés tenía más que claro que el cubano había usado su lugar.

—No es porque es moreno. Él me nota, Francis. Siento que será mejor así... L-lo siento...— Y con estas últimas palabras, el canadiense se retiró algo apenado, ya que le dolía hacerle eso a su amigo, pero Max le había enseñado que había que ser fuerte para continuar con una buena vida.

El francés se sentía derrotado, infeliz y celoso... ¿Por qué su sensual persona debía ser rechazada? Él y Matthew siempre se habían llevado muy bien, pero por alguna razón esa relación se mantuvo en amistad, y aunque Francis no lo notaba mucho y se largaba con Antonio y Gilbert a hacer quién sabe qué, sentía mucho aprecio por él... ¿Qué había salido mal?

Simple. Sus planes se arruinaron por un cubano. Para ser exactos, por Máximo.

Un día, Antonio le había contado que había visto a Máximo y Matthew comiendo helado y platicando juntos. Francis solo lo ignoró, ya que ¿En qué le afectaba a él, si era imposible que reemplazaran lo más divino? Así que lo dejó tener otras amistades, le parecía bien que fuera notado por alguien más.

Pero este "alguien más" se convirtió en "alguien importante".

Francis ya no podía juntarse con su amigo amante del maple, ya que se la pasaba con "alguien importante" yendo a diferentes lados, ya sea riendo, jugando, bromeando, ¡Lo hacían todo juntos! Pero nuestro querido francés pensaba que tarde o temprano se hartarían uno del otro.

Pasaron meses, ¡Meses! A duras penas podía saludar a su Matt, ya que hacía todo con el cubano. "Lo siento, ¡Saldré con alguien importante!" Era lo único que le respondía a sus llamadas.

Estaba harto, realmente necesitaba la tranquilidad del canadiense. Había cometido un error, ¡su sensualidad estaba siendo reemplazada por el compañerismo fiel de ese cubano! Se sentía celoso, no lo iba a negar.

Y sin más, Francis notó que sentía amour por su lindo canadiense. Notó, como nunca lo había hecho, que su compañía le daba color, que era el único humano que podía complementarlo. Al instante en que entendió todo, como buen francés, le mandó un vino con una nota diciéndole que se juntaran en el parque, para hablar de algo importante.

Y así terminó. Ahora estaba reflexionando sobre todo lo que había ocurrido en tan sólo 3 meses.

Pero no iba a acabar así, ¡claro que no! Ese idiota del ron no podía vencerle tan fácilmente.

Oh no. Arthur ya le había pegado sus frases. Qué desgracia.

Cómo sea, el cubano podía vencerlo en una batalla, pero no en la guerra.

Él, el sensual Francis, iba a conquistar a Matthew. Cueste lo que cueste.

Esperen, ¿qué hacía pensando? Si iba a vencerlo, ¡debía ir por él!

Y así, el francés echó a correr por las nevadas calles canadienses, buscando a su único amor, el único ser tranquilo en la tierra que le daba ese buen sentimiento, el mejor acompañante de su vino (¡Ojo! ¡No del ron!).

Se detuvo frente a una casa, mejor dicho, la casa de su amado Matt. Golpeó la puerta, pero todas las luces estaban apagadas.

¿Cuánto tiempo se había quedado pensando? ¿Era posible realmente que Matthew estuviera dormido?

Y se prendió una luz.

Francis se preparó para darle su discurso de "¡No me rendiré, mon ami!" O algo así.

Pero no le abrió su canadiense, le abrió alguien más robusto, más moreno, más grande, con más pelo, un ser totalmente contrario a su amado amante del maple.

—¿Oh? ¿Francis...? ¿Qué quieres a esta hora, chico?—Su nombre no podía ser pronunciado en esos labios, con ese acento tan especial de los cubanos. ¿Qué hacía ese descarado ahí? ¿Abriéndole la puerta como si él fuera el dueño de casa? Qué fastidio.

—Vengo a la hora que quiero a la casa de mon amour, Máximo. Quiero explicaciones, ¿dónde está Matt?— Puso un semblante serio, remarcando su francés-español de la mejor manera posible.

—¿Por qué debo darte explicaciones? Mejor explícate tú, hombre. ¿Por qué, después de haber notado a Matthew y haberlo acompañado, lo abandonaste sin más? Entiendo que tienes más amigos, pero al saber de su condición, ¿cuál era el problema con llevarlo a las fiestas? ¿Eh?— 

El cubano... Lo tenía enojadísimo, de verdad, ¿qué se creía él para abrirle la puerta y conversar con él sobre un tema personal del canadiense y su sensual persona?

—Este tema es de Matthew y mío, no interfieras. ¿Dónde está?—

—Descansando. Está apenado por haberte rechazado, pero no entiende que te lo mereces por las mil veces que lo rechazaste a él.—Serios. Los dos estaban invadidos por la seriedad, pero el francés explotaba en rabia.

—¡¿De qué hablas?!—Respira, mantente tranquilo, o te saldrán arrugas. Se contenía para no matarlo.

—Compadre, ¿de verdad no lo habías notado? A Matthew le gustabas, pero de repente empezaste a salir más de lo normal con tus amigos y empezaste a ignorar su presencia, como todos los demás. Por eso me acerqué más a él, porque estaba solo. Ahora quédate tú solo, sigue tu vida, pero no sigas molestándolo.— Dijo, seguro, serio y protector, el cubano, para luego cerrar la puerta.

Del francés, para qué hablar. Se quedó inmóvil. ¿Realmente, en ese tiempo, a Matthew le gustaba él? No era raro, por lo genial que era y es, pero nunca lo notó.

¿Cómo fue tan imbécil? ¿Cómo pudo abandonarlo? ¿Cómo fue capaz de ignorarlo? Simplemente, se sentía terrible.

De seguro Matthew sería feliz ahora con Máximo. Podrían disfrutar de lo que quisieran sin preocupaciones, y él podría ir a molestar al resto con sus amigos sin interrupciones, ¿Qué había de malo? Sólo les quedaba superarse el uno al otro.

Se quedó ahí, parado frente a la puerta cabizbajo. Siempre pensó que su sensualidad no podría ser cambiada, pero un cubano pudo demostrarle que la empatía le ganaba a su belleza.

Matthew había decidido que a pesar de lo dulce que podía ser el vino con toda su esencia de uvas, el ron con caña de azúcar le parecía más dulce.

Matthew prefirió al ron.





N/A

Subí este one shot a wattpad^^ Viva el CuCan!!! ¡Mejor que Frogy se vaya con Iggy! ლ(= з = )ლ 

Editado: Wow, no me puedo creer esto. ¡Este fanfic tan simple y rápido llegó a las 100 lecturas! Gracias a todos ^^.

Hice algunos cambios que no me permitían leerlo, pero sigue con su esencia~.

Ahora el Franada me gusta más, casi lo mismo que el CuCan, así que esperen que en cualquier momento escribo algo~. ¡Muchas gracias otra vez!


¿Vino o Ron? | Franada, CuCan OS | HetaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora