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Ya había pasado más de media hora, tiempo que Ross habia prometido en el que estaría aquí con Maddie. No es que fuera supersticiosa pero ya tenía experiencia con eso de los autos y me aterraba, siempre que alguien salía en su auto, que al poco tiempo el teléfono sonara para avisar que alguien estaba agonizando.

Pero dejé de estar como una loca paranoica cuando los vi pasar por el humbral de la puerta, los dos murmurando como si fueran, no sé, confidentes de toda la vida.

---Linda, ¿Que haces despierta?---Ross me saludó en cuanto entraron a casa, y me vieron ahí plantada como un fantasma haciendo guardia delante de la puerta.

---Pasó más de media hora, me comenzaron a preocupar.---Les contesté con una sonrisa y saludé a Maddie.---¿Como estuvo esa reunión con tus amigas?

---Fue muy... Interesante.---Miró a Ross y comenzó a reír.---Creo que él tiene algo que decirte.---Ladeó la cabeza señalando al rubio que rodaba los ojos.---Tengo que terminar una tarea. Nos vemos arriba.---Se ajustó las correas del morral y subió  a su habitación.

---¡Pero si que se llevan bien!---Aprecié con las cejas arqueadas.

---Nos hicimos amigos en el camino.---Me contestó sonriendo.---¿Cuando vuelve tu papá?

---La reunión se extendió hasta el otro fin de semana, así que estaremos cinco o seis días más aquí solas.---Le dije extrañada.---¿A que se debe esa pregunta?

---Laura, se que añorarias recordar que fue lo que sucedió antes del accidente, y estoy dispuesto a ayudarte en todo.---Me dijo y quedé sorprendida.

---Gracias, pero yo ya lo he intentado todo, mi historia clínica está toda en el computador de Dylan. No me dejan ni acercarme.

---Bueno, esa fuiste tú, ahora déjame a mi intentarlo.---Me dice y sonreí irónica.

---¿Es en serio? ¿Que vas a decirle? ¿Uh, Hola, sólo vengo aquí a revisar una historia clínica al asar, sacaré un par de copias y ya?---Me reí con ganas.---No lo lograrias.

---Tengo otros métodos, pero debes prometerme que te quedarás conmigo hasta el final y aceptarás lo que se tenga que hacer.---Me hace prometer

---Créeme, Rubio, soy yo la más interesada en que Toda esta sarta de mentiras sea revelada de una vez por todas.

---Bien, vamos a ir al Hospital Central de Los Ángeles.

---Ya te dije que no lo intentes, es imposible tener mi historia médica así como así.---Le recordé

---Mira Laura, déjame intentarlo, si no da resultados intentaremos algo más, pero no nos quedaremos quietos hasta que sepas que fue lo que te pasó y como solucionarlo.---Suspiró pesado y bajo la mirada.---Sea cual sea el costo que hay que pagar para que recuerdes, yo pagaré.

---Está bien. Te prometo todo lo que me has dicho, prometo cumplir.---Levanté la mano derecha

---Bien, ahora subamos al auto y busquemos el Hospital.

Subimos al auto de Ross, y en exactos 25 minutos estuvimos en el hospital, cuando el reloj marcaba un cuarto para las cinco de la tarde.

---Bien.---Dijo el rubio a mi lado, que aunque lo negara, por alguna razón estaba más nervioso que yo.---Estamos justo a tiempo.

Entramos y Ross caminó decidido a la recepción, yo pisandole los talones lo seguía como perrito faldero. Había una mujer, posiblemente tendría unos treinta y tantos años, era rubia y estaba concentrada en el computador del hospital

---¿Cómo le puedo ayudar?---Preguntó sin levantar la mirada hacia Ross o hacia mi, los demás parecían muy ocupados en sus asuntos como para decir si lo que estaba sucediendo era normal o no.

Stolen DanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora