Capítulo 3

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Los dos amigos fueron escoltados hacia la nave de guerra. Allí conocieron a Zork, Bruce y Lynn, y tras una improvisada y torpe presentación que los combatientes entendieron así por los nervios, se pusieron al día.

Comenzó la construcción de naves a la par que el adiestramiento de los reclutas. Fueron días duros, pues no se iban a la cama antes de haber completado las series de entrenamiento físicas seguidas de las de pilotaje y por último el circuito de obstáculos.

George era un fanático de este tipo de películas, pero debido a su baja condición física, poco a poco comenzó a odiar aquello. El odio empezó por esa valla tan alta que siempre le hacía caer de cara al barro y siguió en aumento por ver como Bruce se escaqueaba siempre de los entrenamientos.

La noche anterior al gran día, Bruce se levantó en medio de la noche, George se percató de ello y en vez de preguntar, se hizo el dormido. Vio a Bruce salir de la habitación y decidió seguirle. Comenzó a caminar cautelosamente por el pasillo, fue capaz de no hacer ni el más mínimo ruido. Salieron al patio trasero por la salida de emergencia. Cuando George salió, en medio del silencio de la noche, escuchó una conversación en un idioma que no lograba entender. Se acercó a comprobar quienes estaban hablando y descubrió que Bruce estaba hablando con un Zekthon. ¿Cómo se había colado un Zekthon en la ciudad? Y lo más importante, ¿Qué hacía Bruce hablando con él? Pero no era momento para pensar eso. Debía volver sin que le descubrieran. La idea funcionó muy bien hasta que se dio cuenta de que la puerta de emergencia no podía abrirse por fuera a no ser que se tuviera una llave que solo tenía el oficial. Y claro, no podía entrar por la delantera porque Bruce le vería y podría pensar que les ha oído.

Todo parecía perdido hasta que atisbó una ventana entreabierta a la altura del primer piso, la teoría era fácil, te enganchas del canalón y vas subiendo utilizando los surcos entre ladrillos como escalones. La práctica no salió tan bien.

George estaba muy nervioso, le sudaban las manos, y esto le provocó un resbalón a metro y medio del suelo que le hizo caer de culo y no sobre suelo blando precisamente. "¿Qué ha sido eso?" se escuchó en la lejanía. George se puso todavía más nervioso, si es que podía ser eso posible. Volvió a aferrarse al canalón, comenzó a trepar, se rasguñó ambas manos en el intento, pero poco le importaba. Consiguió llegar a la ventana, pasó dentro, y con un salto espectacular y una torpe caída logró volver corriendo a su cama a hacerse el dormido, pues la adrenalina que rezumaba era tal que podría levantar a su amigo Nathan sin pensarlo y sin calentar.

Llegó el día del asalto. Todo estaba planeado, los movimientos, los puestos, la misión personal de cada uno y el objetivo a cumplir común para todos, derrotar a los Zekthon.

Si todo iba según lo previsto, nada tenía porqué salir mal.

Fantasía tergiversadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora