Capítulo VIII

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Después de aquel incidente con Keiko, Sasuke no había vuelto a tener noticias de aquel extraño sujeto, por más que trataba de recordar de quién podría tratarse, nada llegaba a su mente, el tipo lo había acusado de haber asesinado a su hijo. Durante su viaje de redención muchas habían sido las batallas de las que él había sido partícipe, algunas eran misiones encomendadas por Kakashi y otras simplemente habían sido por ayudar a las aldeas pequeñas de bandidos o de ninjas de baja categoría. Recordó también aquel incidente con los Shin Uchiha, cuando apareció ese sujeto con la intención de asesinarlo a él y a Sarada, pero descartó inmediatamente aquella posibilidad ya que el tipo había muerto irremediablemente.

También estaba su situación con Sakura, si bien ya había terminado todo lo relacionado con Keiko, aún no había hablado con ella, no quería preocuparla con la situación que estaba aconteciendo, sabía que estaba siendo egoísta y que una vez terminara todo su esposa se enfadaría con él por no confiar este asunto tan importante con ella.

-Pensativo como siempre – dijo Sarada sentándose junto a él en las alturas de la montaña de los Hokages.

-¡hmp!... ¿cómo está tu madre? – Preguntó Sasuke a su hija.

-Triste, no entiendo por qué no hablas con ella de una vez. En estos momentos ella te necesita más que nadie – Dijo Sarada.

-¿En estos momentos? – preguntó curioso el Uchiha.

-Hay algo que debes saber, pero no soy yo quien debe decírtelo, sino ella – Dijo Sarada dejando a su padre con la duda – Y no intentes usar el Sharingan para sacarme la verdad, te recuerdo que soy tu hija y soy muy hábil con los genjutsus.

-No pensaba hacer tal cosa – Dijo Sasuke volteando su rostro un tanto sonrojado, su hija era demasiado astuta.

-Bien, será mejor que te des prisa, ya sabes que mamá tiene muchos admiradores – dijo Sarada sonriendo.

-¡hmp! Será mejor que no se hagan ilusiones – dijo Sasuke un tanto molesto.

-Deja los celos a un lado y recupera a mamá. Ahí sentado no lograrás nada – Y sin más se fue del lugar dejando a Sasuke con la palabra en la boca.

Sasuke se puso de pie decidido a hablar con su esposa en ese mismo momento, ya había esperado demasiado.

Caminó tranquilamente al hospital de Konoha, pero Shizune le informó que Sakura no había asistido ese día, a Sasuke le pareció extraño ya que ella rara vez faltaba al hospital. Sin pensarlo mucho, se dirigió a su casa entró sin avisar y notó que la casa estaba silenciosa, pero un ruido provino de la habitación que había sido de ambos, específicamente del baño, se sorprendió al encontrar a su esposa inclinada en el retrete, estaba vomitando.

-Sakura – pronunció mientras se ponía tras ella y le acariciaba la espalda, ella se sobresaltó, lo iba a echar del lugar pero una nueva arcada se lo impidió.

Pasado unos minutos, ella se puso de pie, lavó su cara y sus dientes.

-¿Qué haces aquí? Recuerdo haberte dicho que no quería volver a verte – le dijo Sakura molesta.

-Estás pálida y has perdido peso – le dijo él, ignorando las palabras de la pelirosa.

-Te hice una pregunta – dijo ella sentándose en la cama, estaba mareada.

-Sakura, ¿qué te sucede? –insistió preocupado.

-No es nada, estoy bien, solo que no he dormido bien – mintió.

Una misión inesperadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora