Capítulo 27

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*Narra Rubius*

Llevaba desde las seis de la mañana despierto, pensando simplemente en qué podríamos hacer. Estaba claro que aquí no nos podíamos quedar, teníamos que huir. Por ello decidí coger mi teléfono y llamar a Mangel, quizá el me podría ayudar.

°Llamada telefónica°

-Mangel: ¿Rubiuh? ¿Tío has visto que hora es?

-Rubius: Mangel sé que es temprano pero tienes que ayudarme, nos han amenazado a mí y a mi hermana.

-Mangel: ¡¿Qué?! ¿Quién os ha amenazado?

-Rubius: No lo sé, era una llamada privada. Tengo pensado en huir con María a dónde sea, pero lejos de aquí.

-Mangel: Hazlo Rubiuh, no os podéis quedar parados. Yo te ayudaré.

-Rubius: No Mangel, tu quedate en casa nosotros nos la apañaremos solos.

-Mangel: Rubiuh eres mi mejor amigo, no puedo hacer oídos sordos. Prepara tus maletas y las de María. Me iré con vosotros, vamos a tomar esto como si fuese un viaje y si dentro de un tiempo no te llegan llamadas de este estilo volvemos.

-Rubiuh: ¿Estas seguro de que quieres hacer esto Mangel? No quiero meterte en mis mierdas.

-Mangel: Claro que estoy seguro Rubiuh. Por cierto, ¿y Laura? ¿La vas a dejar tirada aquí?

-Rubius: No quiero hablar ahora de ella, hemos cortado. Luego te cuento con más detalles.

-Mangel: Lo siento tío, a las 8 estoy allí para recogeros.

Nos despedimos y después fui a la habitación de invitados que era dónde tenía guardadas todas las maletas. Empecé a hacerlas en mi habitación mientras María dormía tranquilamente, pero me di cuenta de que no teníamos dónde ir. Encendí mi ordenador y miré las casas que habían a las afueras de la ciudad. Una me llamó la atención, estaba solitaria en mitad del campo. Esta era la mejor para los tres, sólo tendríamos que ir de vez en cuando a la ciudad a por comida. Hablé por teléfono con el dueño y me dijo que no tenía ningún problema en dejarnos la casa hoy. Asi que apunté la dirección y fui a sacar dinero. Dejando aún a María durmiendo. Cuando volví dejé el dinero en el bolsillo trasero de mi pantalón y continué haciendo las maletas.

María despertó, estaba un poco desorientada, no entendía a dónde nos íbamos a ir. Le dije que desayunase para que me echase una mano y así hizo. Cuando por fin acabemos, ella se fue a vestir mientras yo metía a los gatos en sus transportínes. A las 8, Mangel estaba llamando a la puerta. Nos ayudó a bajar todo y mientras ellos bajaban lo último yo me encargué de cerrar la casa por completo. Cuando subí al asiento del copiloto, configuré el gps y me giré a ver a María. Estaba mirando por la ventana, con la mirada perdida y pensativa. No quería alejarla de todo, pero era lo mejor.

Hermana de ElrubiusomgDonde viven las historias. Descúbrelo ahora