Capítulo 46: Imsomnio

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Hoy era un buen día, me levanté de excelente humor y nada podría arruinarlo. Estaba de vacaciones hacía una semana casi, justo ahora estaba yendo hacia la biblioteca.

Quería aprovechar el tiempo libre, para dedicarle algo a la lectura. Mis días habían mejorado notablemente, después de que todo lo malo había pasado.

Mi familia volvió a ser la misma de antes, mis padres se veían más felices. Después de lo ocurrido mi padre, solo trabajaba algunas horas al día. Mérito de haber resuelto el caso por parte de sus superiores. Por ende, estaba más tiempo con nosotros y me alegraba por eso. April seguía igual que siempre, alegre, divertida, algo alocada, pero así la quería, no cambiaría nada de ella. Estaba aceptando de apoco la relación de su madre con Taylor. Era difícil ver a su madre con alguien incluso para mi, he estado en la casa de April estos últimos días... Y que puedo decir, Taylor es un buen hombre desde mi punto de vista. Keith se ve radiante, y me alegro mucho por ella, tarde o temprano April lo aceptaría. Con respecto a Nicholas no lo había vuelto a ver, desde aquel día. Me resultaba raro que ni siquiera me hubiese llamado o algo, pero seguramente tendría sus razones. Esa Emily, no me agradaba en absoluto, sabía que había dicho lo mismo de Cindy pero no me equivocaba con respecto a ella. Pero tal vez... lo llamaría luego.

Ayer fue un día estupendo, tal vez por eso era que estaba tan feliz.
Dieron de alta a Thomas..., si estuvo solo seis días después de despertar. Pero su recuperación fue instantánea, y el doctor Marco veía absurdo dejarlo por más días. Él está igual que siempre, incluso bromeaba cuándo lo íbamos a ver, cosa que hacíamos todos los días. Logró recordar lo que sucedió, como el doctor dijo, era cuestión de tiempo. Estaba muy contento por volver a casa, según el prefería comer la comida de su padre, que la del hospital. Y eso viniendo de su parte era demasiado, digamos que Albert no era muy bueno en la cocina.

Llegué a la entrada de la biblioteca, y justo una señora abrió la puerta. Me sonrió y la sostuvo hasta que entré, le devolví la sonrisa y me encamine hacia recepción. Pensando que no todo era malo en esta vida, también habían personas buenas. Aquellas personas que valían la pena.

—Hola, buenos días. —Saludé a la mujer que estaba trás el mostrador.

—Buenos días —dijo desplegando su vista del ordenador —. ¿En que puedo ayudarla?

—Quería saber si podría llevarme algunos libros. —Le dije.

—¿Estudia en la universidad?

—Claro.

—Déme su nombre completo por favor. —Se inclinó un poco y miró nuevamente el ordenador.

—Samantha Whitman.

Tecleó en su computadora, y esperó unos segundos pacientemente. Movió su pie y su zapato hizo eco en el lugar. Despegó un poco sus labios, pintados de un rojo carmesí y volvió a hablar.

—¿Está en primer año? —me miró un instante, y asentí. —Muy bien, está todo en orden. Puede llevar los libros, antes de ir debe pasar por aquí para registralos. —Explicó con una sonrisa, que daba a lucir su magnífica dentadura.

—De acuerdo, muchas gracias.

Sin esperar me en camine hasta el primer piso, las escaleras parecían no tener fin cada vez que las subía se me hacían eternas... Después de unos minutos llegué a la segunda planta, muy bien. ¿Por dónde comenzaba?

Me dirigí directamente a la sección de novelas juveniles, seguida de esta fui hacia la de literatura y por último tomé los libros que me habían llamado la atención. Leí rápidamente las sinopsis y decidí si llevarlos o no. Finalmente elegí unos tres libros, que por ahora estarían bien. Si fuese por mi llevaría más, pero seguramente no se me permitiría. De todos modos habían otros que me gustaron, y recordaría los títulos para después buscarlos.

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