PRÓLOGO

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Ariel Mawson se encontraba aún despierto a las seis y treinta de la madrugada. Preguntándose qué habrá pasado con aquella chica hace dos años atrás.

Sólo tenía dieciséis años cuando desapareció misteriosamente. Ni un rastro de ella. Parecía, para él, como si nunca hubiese existido. Toda ella era misteriosa al igual que su desaparición. La había visto un par de veces antes de que ocurriera dicho suceso.

No lo pensó más y salió de su casa a los primeros rayos del sol. Ya vestido con su ropa de ejercicio que constaba de un mono que se cernía a sus caderas y una sudadera un poco más ancha de las que suele usar, una botella de agua en la mano derecha; sin poder faltar su ipod y auriculares. 

Estuvo como media hora corriendo, luego volvió a su casa un poco cansado después de haber hecho unas cuantas vueltas más de las rutinarias. Luego de una ducha caliente salió del baño, se vistió rápidamente con ropa bastante abrigada y un gorro de lana. Ni se tomó la molestia de desayunar o tomar algo de café; ya tomaría algo de café en el trabajo.

Sinceramente, el joven detective no podría comer nada después de haber pensado en Mavra Búbka y la verdad es que cada vez que pensaba en ella sólo podía rogar a Dios para encontrarla como sea. Y era imposible para él no pensar en ella cuando justo se cumplían dos años ese mismo día.


Ya en el departamento de policía consiguió algo de café. No podía pensar con claridad sin un poco de cafeína en su sistema.  Pero antes de entrar no pudo evitar notar que a unos metros de distancia, entre los árboles donde comenzaba el bosque, se encontraba una figura femenina con vestido verde lima y su cabello extremadamente largo castaño claro; lo único que no podía ver era su rostro, ya que su cabello caía sobre sus hombros y su cabeza estaba algo inclinada hacia abajo. Y gracias a que vio cómo desapareció, tuvo que beber un buen sorbo de café, creyendo que tal vez solo eran alucinaciones o algo por lo poco que dormía.

Sólo una persona lo conocía tan bien, mejor que él mismo. Ella conocía a todo el mundo a la perfección. Era solo cuestión de observar, saber y callar.

Observar, saber y callar.

Ella conocía todos los secretos de ese pequeño pueblo, en especial los de él. Para Mavra ese chico era un libro abierto. Y de lejos se notaba lo interesante que era ella para él. Desde que Ariel apareció la chica se había vuelto aún más extraña de lo usual. Nadie sabía a dónde iba por muchas horas, en el momento en el que se pensaba que le había ocurrido algo, volvía; siempre volvía. Hasta que llegó el día en que no volvió a aparecer nunca más, al menos por dos largos años.

-¿Detective, por qué sigue con esta búsqueda tan absurda?

Ariel levantó la vista para encontrarse con la nueva detective Emma Jonnson comiéndoselo con la mirada. Era, al parecer, su nueva competencia, la cual sin duda no sabía nada acerca del caso Búbka, y por supuesto lo estaría viendo de esa manera, al menos Ariel ya se había acostumbrado a esa mirada. No se podía negar lo guapo que era. Pero ni su belleza había hecho cambiar las expresiones en el rostro pálido de Mavra que era totalmente serio pero siempre lo veía con un extraño brillo en sus ojos azul profundo.

-Sólo se lo volveré a decir una vez más, señorita Jonnson -dijo Ariel respetuosamente-, es información clasificada todo lo relacionado con el caso Búbka.

-Sabe, no entiendo porqué está tan encaprichado en seguir adelante con este caso. La chica seguramente está muerta, ¿y qué? Debe estar muy lejos, quizá desapareció, se esfumó. Posiblemente alguna clase de bruja o qué sé yo.

-Por favor, no vuelva a hablar de ella de esa manera -su tono era cansado, pasaba cada cinco segundos sus manos por su cabello despeinándolo .

Emma lo miró un par de segundos sólo para darse cuenta de algo, el porqué de que Ariel siga con ese caso. La angustia en sus ojos por saber qué le habrá ocurrido a Mavra.

-Te gustaba esa chica.

¿Que? -estaba claro que no fue una pregunta, fue una afirmación; Ariel se hizo el desentendido y ella repitió las mismas cuatro palabras anteriores. Ariel, por supuesto lo negó rotundamente. "Esa chica era importante para su comunidad y su madre sigue esperando respuestas". Esas fueron sus palabras luego de haber dicho que apenas la conocía de lejos.

Y por supuesto que le gustaba, y es cierto que apenas se conocían. La verdad es que si habían hablado varias veces; aunque poco, ella ya lo conocía bastante bien, pero el nunca supo mucho más que su nombre, edad y donde vivía puesto que era un pueblo muy pequeño, pero ella era inevitable.

-No mientas.

-En el trabajo, sra. Jonnson, no me tutee. Le recuerdo que no existe ninguna clase de confianza entre ambos. Gracias.

Dicho ésto, Ariel se fue a la oficina de su jefe quien lo llamó para darle noticias sobre el caso, y justo consiguió lo que quería, una llamada de Oimiakón.

Habían encontrado algo que lo haría regresar a Rusia. Algo que conectaba con la desaparición de Mavra, pero no sólo eso; hubieron dos desapariciones más ese mismo día, al igual que desapareció ella.

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