—¿Y no piensan hablarse?
—Tal parece que no...La verdad es que no lo sé.—admití, recostando mi cabeza contra la madera y manteniéndome inmóvil. Mis ojos estaban en el techo, en busca de alguna otra palabra que decir.— Paige está devastada luego de lo que ocurrió con Orton, y Pain...
Solo suspiré, dejando la frase a medio terminar.
No podía hablar sobre Pain. Me había pedido que me alejara de ella, lo cual sería más que imposible luego de que admitiera seguir sintiendo lo mismo que yo.
Mierda.
—Blake, ¿por qué todo tiene que ser tan complicado?—murmuré, con mis brazos todavía detrás de mi cuello y observando el techo como si fuera algo interesante.
—No sé de qué me hablas, Mox.
Apoyó una de sus botas al lado de mi cuerpo, haciéndome voltear hacia ella por primera vez en todo el tiempo que llevábamos en su oficina. Pero no pude ni chillar cuando me empujó con fuerza fuera de su escritorio con una patada, causando que me golpeara de lleno en el suelo con un estruendo casi sordo.
—Pero sí es complicado hacer mi trabajo contigo como saco de patatas echado en mi mesa.—agregó tranquila, todavía revisando sobres y separándolos a un orden que solo ella sabía.
—Un simple "Dean, muévete" habría bastado.
Ella soltó una carcajada mientras me colocaba de pie como podía, agitando mi cabeza un par de veces antes de volver a estar erguido frente a la pelinegra. Un suspiro escapaba de sus labios de vez en cuando, separando cartas e informes en pequeños grupos con completa concentración.
Decidí dejar de ser un estorbo y simplemente tomar asiento en una de las sillas de por ahí.
Desde lo que pasó entre las dos Divas, no había tenido mucho contacto con gente. A veces veía a Paige, pero ella insistía en que estaba bien incluso con Elliot dando vueltas por el lugar y rogándole porque le escuchara. Pero se esperaba que volviera a Charlotte en cuanto viajáramos a Nueva York por Summerslam.
Usualmente me sentía nervioso con un evento próximo, pero mi mente para variar estaba en otro lado.
Pain me amaba, e irónicamente estaba contento de saberlo. Pero había hecho todo lo posible por mantenerme lejos de ella. Cuando nos topábamos en los pasillos con suerte me sonreía de lado y cada vez que intentaba hablarle simplemente daba media vuelta y se alejaba tras darme una mirada.
¡Todo era malditamente complicado!
Fui sacado de mis pensamientos cuando un montón de papeles me golpeó la cara, haciéndome gruñir mientras se esparcían por el suelo a mi alrededor. No tardé en mirar perplejo a la fémina de ceja perforada.
—¿Qué?
—Deja de pensar en ella.—gruñó, apoyando una vez más sus botas contra la orilla de su escritorio.
Parpadeé estupefacto un par de veces antes de decir:—¿Por qué crees que estoy pensando en alguien? Podría estar pensando en cuántas cervezas me puedo beber y estarías completamente equivocada, Blake.
—Porque te conozco, Mox.—soltó con seriedad, dejándome sin palabra alguna.—Sé que cuando tienes un problema, no dejas de pensar en ello hasta que te da migraña. No te sacas a esa chica de la cabeza, estoy segura. Y juro que quiero golpearte por ser tan estúpido.
—Gracias...
—¿Dónde quedó ese hombre lunático y despreocupado que vi por la televisión? Al que no le importa nada más que sobrevivir y ser el mejor en esto.
Touché.
—Anímate.—me sonrió de lado.—Deja a esa tal Pain fuera de tu mente por al menos un rato y trata de ser ese lunático.
No pude evitar sonreír. Tenía razón, ya era suficiente.
—Okay. Lo intentaré.
Me dedicó una sonrisa, volviendo a su trabajo luego de gritarme que recogiera del suelo los papeles que incluso ella misma me había lanzado a la cara.
Esta chica no cambiaba.
—Mox.
Blake me sacó de mi trance, haciéndome levantar la vista con mis cejas alzadas con curiosidad, mantenía varios de los papeles en mis manos, tratando de ordenarlos en espera de que hablara. La fémina miraba una carta en su mano, relamiéndose los labios antes de volver a hablar.
—Esta es para ti.
Parpadeé, dejando los papeles a un lado y acercando mi mano al sobre que sostenía. Pero Blake me lo arrebató apretando sus labios mientras la miraba con un perplejo ceño fruncido.
—Blake ¿qué...?
—Viene de Ohio.—me cortó, logrando que mi cuerpo se paralizara y se me secara la boca al instante.— Es de John.
Recordé de inmediato lo del hotel, cuando lo vi esperando por mí a las afueras de mi habitación de hotel y tuve que huir.
¿Qué demonios quería de mí? A estas alturas creí que ya estaría tan muerto para él como para mí.
Me las arreglé para recobrar el sentido, dejando que el poco aire que tenía saliera y me relamiera los labios con nerviosismo.
—No quiero saber nada de él.
La fémina me observó en silencio un par de segundos, para luego pasar su mirada hacia el sobre todavía en sus manos.
—Tú mandas, Mox.
Vi cómo tomaba ambos extremos del objeto y, con un poco de fuerza, lo rompía a la mitad. Arrugó el papel en sus manos antes de finalmente echar lo que quedaba del sobre al tacho de la basura junto al escritorio.
La observé sorprendido en un principio, pero lentamente mi pecho comenzó a relajarse y no pude hacer nada más que decirle entre una respiración: —Gracias, Blake.
—Por nada, Moxi.
John Good era la última persona de la cual quería saber algo, al igual que la única persona de la cual huiría alguna vez. ¿Por qué? Simple, era lo único a lo que le podía temer. Más bien, no a él, sino a los recuerdos que me provocaba su presencia cerca de mí.
Estaba seguro de que Blake lo comprendía a la perfección, y desde el fondo de mi alma se lo agradecía a gritos.
—Oh, maldición...—susurró de la nada la fémina, mordiendo su labio mientras miraba otro sobre frente a sí.
—Dime que no es otra carta para mí, por favor.
—No es para ti, Mox.—la giró para que pudiera ver, aunque realmente no lo hiciera antes de que siguiera hablando.— Es para tu lunática preferida.
Tragué con suavidad, agarrando el sobre de su mano y viéndolo con mi ceño ligeramente fruncido. Se trataba de una carta proveniente desde Las Vegas, por lo que era muy probable que fuera de Adam y Amy.
—¿Cómo se supone que entregue esto?—gruñó Blake, enredando sus dedos entre las hebras de su cabello oscuro.
—¿De qué hablas?—me encogí brevemente de hombros.— Solo entrégasela y ya.