Capítulo 10

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Cuando William consiguió toda mi atención tras haberme acercado hacia él de manera repentina, decidí intervenir.

—¿Puedes dejar de cogerme del brazo?—repliqué con mal humor.

No apartó su mirada de la mía ni tan sólo un segundo cuando soltó mi brazo de inmediato. En cuestión de instantes volvía a empequeñecerme posando sus expresivos ojos oscuros sobre los míos.

—¿Vas a ir hoy a la fiesta?—preguntó sin cambiar de expresión, continuando sereno.

—Hola William, yo estoy bien—ironicé ya que ni siquiera me había saludado—. Gracias por preguntar—continué fingiendo simpatía—, ¿tú cómo estás?—me tomé una pequeña pausa, como si verdaderamente esperase su respuesta—. Yo también me alegro, ¿qué decías?—pregunté finalmente.

—¿No me vas a contestar?—se quejó, cambiando su gesto, por fin, al alzar la ceja molesto.

—Si no eres agradable conmigo, no tengo porqué serlo contigo—contesté tajante, mientras veía como la poca gente que quedaba se iba marchando.

Él también se percató y dio un paso hacia delante, acercando aún más nuestros rostros.

—Supongo que eso quiere decir que sí—se contestó él mismo, rompiendo con su expresión y provocando tras su razonamiento una sonrisa victoriosa en él mismo.

—¿Para qué quieres saberlo?—pregunté cruzando mis brazos esperando su respuesta, y retrocediendo sutilmente.

—Para nada, Kassandra—volvió a repetir mi nombre completo.

—¿Vas a llamarme por mi nombre entero siempre?—pregunté molesta—. ¿Acaso no sabes abreviar?

—¿No te gusta?—preguntó. Me limité a negar con la cabeza, frunciendo la nariz ligeramente; razón por la que prosiguió—. ¡Qué pena, Kassandra!—se burló poniendo énfasis en cada sílaba de mi nombre.

Puse los ojos en blanco a la hora de volver a contestarle, preparándome para soltar la respuesta que se merecía escuchar por mi parte.

—¿Sabes qué? Tengo clase y no voy a perder más el tiempo, si estás aburrido búscate algo más productivo que hacer en lugar de molestarme—dije malhumorada marchándome del comedor.

—Te veo esta noche—avisó mientras me alejaba cada vez más.

Durante el resto de la mañana no volví a saber nada más de William, lo que agradecí enormemente. Cuando las clases acabaron, Alf volvió a dejarme en mi casa y, durante el camino, aclaramos qué haríamos al día siguiente. Concluimos que daríamos una vuelta, pasaríamos por el cine y veríamos la cartelera, si nos animábamos a ver alguna, la veríamos, iríamos a un autoservicio y debatiríamos sobre la película en su coche. Si no había ninguna película que nos convenciera, nuestro plan sería hacer algo de tiempo hasta la hora de cenar e ir a un sitio mejor. Con mejor nos referíamos a cualquier sitio en el que se pudiera cenar, que no fuera un autoservicio. Tras esa conversación se ofreció a recogerme para ir a la fiesta, pero le dije que iría con las chicas, teníamos planes para antes de la fiesta.

El tiempo pasó rápido y cuando me quise dar cuenta, ya estábamos en mi casa. Antes de bajar del coche, me despedí de él sabiendo que le vería unas horas más tarde y me adentré en la casa, registrando de inmediato la cocina en busca de algo que comer. Tras decidir hacer fideos instantáneos, decisión que me costó tomar ya que dudaba entre eso o un plato más elaborado y nutritivo, pero al fin y al cabo no me sentía muy por la labor de cocinar. Así que cuando los preparé me los llevé al dormitorio y me recosté con cuidado, para no tirarlos, sobre la cama de matrimonio en la que solía dormir. Encendí el portátil, ya que antes de prepararme para ir a casa de Eva, pensaba ver un capítulo de mi serie policíaca favorita.

Serendipia | Skam - Chris y WilliamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora