Ángel Guardian

Capitulo 1

-Despierta Sarah, ya es hora...

Abrí mis ojos regresando a mi realidad, justo antes de que el despertador sonara, había tenido sueño muy peculiar, cuando era una niña había soñado con él, era un hombre muy alto, de cabellos largos, tez bronceada, con unos ojos claros que inspiraban seguridad y calidez, las veces anteriores que lo soñé solo estaba parado mirándome, como si me resguardara de todo lo que había a mí alrededor, siempre en silencio, después de un tiempo no volvió a aparecer en mis sueños, -claro nunca apareció más de 3 veces- o al menos no que yo lo recordara, hasta hoy, pero esta vez fue diferente, vi el reloj en mi buro y decidí que ya era hora de levantarme, tome mi toalla y me dirigí al baño, abrí la llave del agua y empecé a templarla, cuando estuvo lista me metí al chorro de agua, mientras me bañaba no podía dejar de pensar en mi sueño, era tan real, se sentía tan real, era como si en verdad hubiera sucedido, lo cual era imposible, reviví mi sueño una vez más mientras terminaba de secarme y envolver una toalla alrededor de mi cuerpo.

Yo estaba en un prado, todo a mi alrededor estaba solo, había tranquilidad en el lugar, el viento suave mecía las plantas y las hojas de los árboles que había alrededor, todo era tan apacible, el pasto que había bajo mis pies descalzos no picaba, al contrario se sentía suave, mire mi ropa, traía un vestido blanco de mangas largas que llegaba un poco antes de mis rodillas, de una tela muy suave y fresca, la falda tenía un poco de vuelo y se movía al compás del viento que soplaba tranquilo y suave, entonces sentí como si alguien me estuviera viendo, gire lentamente y ahí estaba el, con sus brazos cruzados mirándome fijamente, su mirada era dura pero no intimidaba.

-¿Hola?-Pregunte mientras él solo me miraba, era la primera vez que le hablaba, en los sueños anteriores solo lo veía - ¿Quién eres?

-Hola-Dijo con la voz más suave que hubiera escuchado jamás, espere a que respondiera mi pregunta anterior.-Tranquila Sarah– mi nombre en sus labios sonaba de una extraña manera, pero contrario a lo que pensé me agradaba.

-¿Esto es un sueño?-Una parte de mi sabía que era un sueño, pero se sentía tan real, que sentí la necesidad de preguntarle, el me miro y sonrió, Dios su sonrisa era la más hermosa que hubiera visto en mi vida, me quede sin habla literalmente, no sabía qué hacer, o que decir.

-Despierta Sarah, ya es hora...

Salí del baño y me dirigí a mi armario, tome unos pantalones blancos, una blusa de tirantes gris y me puse una blusa guinda de manga larga tejida, después me senté en mi tocador y empecé a cepillar mi cabello, me rice las pestañas y les puse mascara, me puse un pequeño broche en mi cabello y lo deje suelto, me mire en el espejo y tome unos botines cafés y me los calce. Salí de mi habitación y fui a mi cocina, yo vivo prácticamente sola, algunas veces mi hermano se queda conmigo, pero la mayor parte del tiempo estoy sola, mis padres viven en una casa enorme, ellos tienen una buena posición económica, gracias a los diversos negocios de mi padre, vivir entre tanto lujo me harto muy rápido, no digo que no me guste, claro que me gusta, es algo que facilita mucho la vida, pero después de una vivencia desagradable empecé a asquearme de tanto dinero, de tanta banalidad, eso y las constantes restricciones de mis padres, así que mi papá me dejo a cargo de algunos de estos negocios, y me pagaba bien por ello, no me gustaba la idea al principio, ya que quería sentirme independiente, pero era lo mejor si quería seguir estudiando, además no podía obviar que mi padre nos dejaría sus negocios a mi hermano y a mí, la parte buena era que tenía dinero que yo ganaba, adquiría experiencia acerca de las cosas que haría próximamente, seguía estudiando y no tenía que darle explicaciones a nadie, acerca de lo que hacía o no, a la hora que llegara, y a donde fuera, aun así mis padres no me dejaron completamente sola una señora que hacia la limpieza venia dos días a la semana a limpiar, era lo único que nos pagaban a mi hermano y a mí, aunque yo sabía que la verdadera razón de que estuviera ahí era que le decía a mis padres que era lo que hacíamos.