El año pasado...

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...conocí a una chica tan interesada en mí que cuando le dije que era demasiado chica, para mí, de inmediato sacó su agenda y movió su cumpleaños para el siguiente lunes.

La verdad es que...sí, era una chica extremadamente simpática; muy buena conversadora, capaz de lanzar las preguntas exactas y en el momento oportuno para no dejar caer una conversación; por esta virtud tan inusitada en nuestros tiempos he de admitir que me caía bien. Pero era obvio que no iba a funcionar.

No iba a funcionar, de eso estaba seguro pues quien tiene poco respeto por cosas tan solemnes e importantes como las fechas de cumpleaños definitivamente tampoco tendría respeto por otras cosas. Sin embargo, para mi mala fortuna no sólo era simpática y buena conversadora sino que además era muy bonita extremadamente bonita, triste e irremisiblemente bonita.

Tenía unos discretos ojos marrones que escondían un brillo jovial, casi hipnótico, y cuando veía su sonrisa debajo de esa pequeña nariz de botón no no podía evitar acompañarla con la mía. Además, he de aceptar que tenía un muy buen gusto para la adquisición de perfumes. Pero no.  No iba a funcionar. Estaba seguro

Era menor. Muy menor a mí. No debía si quiera dedicarle mi atención, ni más de mis pensamientos. Una década nos separaba, sí exacto. Una decena de años y razones por las cuales ni siquiera debería pensar o hablar de ella. Diez veces más ingenua, diez veces menos madura, diez veces más joven, diez veces más fuerte, diez veces más bella...Diez veces menos elegible.

Aún así y solo como acto de cortesía y caballerosidad, accedí a su insistente petición de acompañarla a realizar un par de compras intrascendentes en un lugar tan común como un centro comercial. Lo hice solo porque me pidió ayuda para escoger un regalo para su draconiano y malagradecido empleador.

Al llegar a casa, recibí un mensaje de ella. Tuvimos otra agradable charla con nuestros dedos. Fue la última persona con la que platiqué esa noche.
Esa misma noche soñé con ella. ¡Dios!  ¡Subconsciente Traidor! ¡Menuda ayuda me prodigaste! Veo que me voy quedando solo en esta guerra. ¿Qué no ves que no me debe de gustar? ¡Es 10 años menor que yo!  Desperté pensando ¿Y a todo esto, cómo fue que consiguió mi número? Al lado de su foto en la que guiña un ojo me aparecían números que aún me eran extraños ¡Dios mío!  ¡Tuve que guardarlo para convertirlos en su nombre!

El lunes por la tarde recibí una foto suya sonriendo (de una manera muy tierna he de reconocer) mostrándome su identificación y señalando con su dedo el renglón de su fecha de nacimiento que coincidía con la de ese lunes. ¡Qué le pasa!

Seguimos charlando por mensajes de texto toda la semana. El regalo había sido un fracaso, su jefe le reprochó la falta de espacio en el maletín y lo poco visible que era la tarjeta de felicitación que venía dentro. ¿Como podía existir alguien tan malo en recibir regalos? ¿Y cómo había alguien tan buena adelantando fechas? No pasó otra semana cuando recibí un email, era la copia de su acta de nacimiento atrasada ahora dos años y con la fecha de ese Sábado. ¡Listo! ¡Esto no podía seguir pasando esto se tenía que arreglar ya!

Y solo había una forma de arreglar esto.

Le escribí por la noche que quería verla el lunes por la tarde.
Al casi final de aquel día, llegué antes al café. Estaba nervioso pero aún así seguro de lo que iba a decirle. Lo repasaba en mi mente una y otra vez. Quería que fuera lo más claro posible. No me di cuenta cuando llegó. Envuelta en un bellísimo vestido azul y con sus pequeños labios perfectamente remarcados por un labial. La miré fijo y le hablé firmemente
-Alexa, desde que te conocí has adelantado dos de tus cumpleaños por mí. Esto no puede estar pasando. No te lo puedo permitir m...
-Pero no es algo que tú puedas decid...
-¡Estoy hablando y aún no he terminado!-Le dije con firmeza y sus dos ojos se abrieron de repente
-Te decía que he decidido que no puedo permitir más que pase esto. Sé que ha sido por tu infantil afán y manía de demostrarme que estoy equivocado al decirte aquella vez que la diferencia entre nuestras edades era un muro infranqueable. Sé que todo esto lo has hecho para demostrar que el amor todo lo puede y que yo estaba equivocado y esas cosas. Pero un hombre como yo no puede dejar que cada semana una señorita como tú cumpla años. Alguien como yo que ha vivido más que tú sabe del valor incalculable del tiempo. Así que fui está mañana a la Secretaría del Tiempo y espacio Vital. (Por cierto, Es impresionante lo que tardan en atenderte. ¡Qué bueno que madrugué!) Primero investigué el proceso y costo de "Adelantos de aniversarios", nada barato y nada sencillo para hacerlo tan seguido, cómo pensé. Después pregunté por los "Rebobinamientos temporales" y, también como lo pensé, todavía más caros y complicados. Así que pregunté que otras opciones teníamos y me hablaron de una opción muy poco recurrida por su dificultad de aplicación, un contrato colectivo de "homologación de espacios, propiedades y edades". Sí tú y yo lo firmáramos, (que dado tu carácter aferrado que me indica que seguirás adelantando tus cumpleaños te recomiendo amablemente que lo hagas, por tu bien claro) Podrías seguir adelantando años pero sin costo para ti pues ese año que solicitarías yo te lo cedería de los que están en mi registro y así habría balance entre nuestras edades y no habría problema para la Secretaría, sale un año pero entra otro  al sistema y así nadie pierde y los balances cuadran (que es lo único que le importa a la Secretaria).

Cuando terminé de explicarle ella sonrió con mucha fuerza y hasta comenzó a aplaudir. Yo no pude hacer otra cosa que también sonreír

Cómo te dije, eso fue el año pasado. Desde entonces he podido regresar dos años para igualarla en reciprocidad y sí, he de decirte que me siento más joven. Al paso que vamos en tres años seremos de la misma edad ¿Qué dices? ¿Oh..ella?
Ella es cada vez menos chica y yo cada vez menos grande, y eso me gusta.

Una chica muy chica para mí (Alexa cheating time)Where stories live. Discover now